Escapándome del lobo

22

    —¡Que viva el amooor! —. Exclamé a todo pulmón mientras Thomas me detenía de la cintura.


 

—Anne, deja de tomar, ¿quieres? —me dijo muy cerca de mi oído. La música resonaba súper fuerte en PopCap, no entiendo porqué no había venido antes, este lugar es increíble.


 

—Ya, Thomas, déjame en paz y ¡disfruta! —reí. Seguí bailando con los ojos cerrados y disfruté el momento. Creo que estoy demasiado borracha para recordar esto mañana. No lo pensé dos veces, abrí los ojos, tomé a Thomas del cuello de su camisa y estampé mis labios con los suyos.


 

Joder.


 


 


 

Ocho horas antes...


 

El padre de Kayler nos mira atento, no sé porqué si no sabemos nada sobre ese chico, ni lo conocemos.


 

—Espere... ¿nosotras qué tenemos que ver? Ni siquiera lo conocemos. —le dijo Carolina.


 

—Es cierto, nunca lo había visto. —añadí.


 

El papá de Kayler bajó la carpeta y resopló, dando a entender que, quizás, sabía que diríamos eso.


 

—El idiota las vigilaba. Él sabía lo que somos. —espetó Kayler cabreado, más para sí mismo.


 

—Pero, ¿quién le hizo esto? —se preguntó su padre.


 

—No lo sé, —respondió Connor cruzado de brazos a la par de Kayler—, pero quien quiera que sea es uno de nosotros. Pero quizás no de nuestra manada. —al decir eso último me miró a mí.


 

—Llamaré al jefe de policía, él me sabrá dar respuestas. —el padre de Kayler se nos acercó y le dio la carpeta azul a Carolina, le medio sonrió y pasó a nuestro lado. Pude escuchar un ruido de pisadas corriendo detrás de nosotras. Supuse que se fue convertido en lobo.


 

Kayler se acercó a Carolina.


 

—¿Vamos a la casa? —le inquirió.


 

—No, iré a la casa de Anne y me llevaré esta carpeta conmigo. Tenemos mucho qué investigar. —le dijo, aunque no se escuchaba muy contenta. Y Kayler lo notó.


 

—Carolina...


 

Ella me tomó del brazo.


 

—Ah y si no te importa, me llevaré el auto.


 

Sin decir más empezamos a caminar en dirección al auto de Kayler, Carolina se subió al conductor y yo al copiloto.


 

—Aún no puedo creer cómo nos sacó de la preparatoria —dijo mientras encendía el auto y retrocedía. Mi mirada estaba en el chico tirado en el piso, los demás cubriéndolo con una sábana, Kayler sin quitarle la vista a su novia y Connor...


 

Connor.


 

Kenzie.


 

No sé qué hacer.


 

—Anne, ¿me escuchas?


 

La miré.


 

—Claro.


 

Dio una vuelta y, estando en el camino, aceleró.


 

—Creo que pensó que quizás sabíamos algo de ese chico —le respondí a lo que me había dicho antes.


 

Rió sarcástica.


 

—Soy su novia, Anne, ya pasamos por esa etapa de desconfianza.


 

—Está bien.


 

Sentí que me miró.


 

—A ti te pasa algo.


 

—No es nada.


 

—Sé que sí pero también sé que me contarás cuando estés lista. Te entiendo.


 

La miré.


 

—¿Me entiendes a mí pero a tu novio no?


 

Bufó.


 

—Es diferente.


 

—Ajá.


 

El resto del camino la pasamos en algo de silencio porque la radio sonaba a lo bajo, hasta que llegamos al pueblo. Pasamos por la preparatoria, iba viendo por la ventanilla, iba abierta. Más adelante divisé a Thomas cerca de su auto con las llaves en su mano, miró el auto, él se encontraba del otro lado de la carretera, en el carril que da cerca a mi ventana. Lo miré mientras pasábamos a su lado y él hizo lo mismo.


 

Sucedió como en cámara lenta, igual que esas películas de drama. Después de dejarlo atrás sentí que lo quería seguir viendo. No sé porqué pero lo sentí.


 

—Miradas que dicen todo. —habló Carolina, lanzándome una indirecta.


 

Me reí.


 

—Estás loca.


 

—Esa risa, Anne. Ay amiga. Estás mal.


 

Negué con la cabeza ignorándola.


 

Al llegar a casa no estaba el auto de mi papá, ni el de mamá. A decir verdad no la he visto, pareciera que me evita. Quizás ya sabe lo que le voy a preguntar.


 

Carolina y yo nos dirigimos a mi cuarto, nos quitamos las chaquetas y nos sentamos en la cama con la carpeta en mano. La abrió.


 

—No sé cómo no nos dimos cuenta que nos seguía.


 

—Fue muy astuto —susurré.


 

La primera página decía propiedad de Augusto.


 

—Augusto... Hmm no me suena. —admití.


 

—Menos a mí.


 

Pasamos a la segunda página. Era una foto sobre Carolina peleándose con Paige recién llegada. Ellas estaban en el suelo, Paige abajo mientras Carolina arriba de ella ahorcándola. Recuerdo eso.


 

—Oh por Dios, qué buena foto—murmuró ella casi entre risas.


 

—Fuiste la primera persona que me defendió. —me quedé ingrida mirando a ningún lugar en específico, recordando todas las veces que esas chicas me habían tirado los libros, me habían dejado encerrada en el baño de chicas toda una noche, aún recuerdo que me la pasé llorando y pidiéndome ayuda pero nadie me escuchaba. Papá esa vez pensó que había pasado la noche con un chico.


 

También recuerdo que un día me arrojaron basura en mi cabello. Cuando me sobornaban para que les hiciera la tarea. Son tantas cosas feas que había pasado. Y lo hice sola. Nadie quería ser mi amiga, ningún chico me volteaba a ver, fue una verdadera tortura.


 

—Anne, —la voz lejana de Carolina me sacó de mis pensamientos.




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