Escapándome del lobo

25

THOMAS.


 


 


 


 

   Iba entrando a la preparatoria cuando unos gritos y un presentimiento en el pecho me hicieron saber que algo andaba mal con Anne. Apenas y la había dejado en su casa, supe de inmediato que a dentro estaba el idiota de Apolo y otras personas más, me moría por saber, admito que me había quedado estacionado un buen rato para poder escuchar lo que hablaban, sobre el tema de que Anne y Apolo son hermanos, lo cual me parece muy raro por cierto, porque si lo fueran no serían mates.


 

Caminé a paso rápido hacia la puerta trasera, escuchando más desgarradores los gritos de Anne, le estaban haciendo daño. Lo sentía. Maldita sea. Empecé a apresurar el paso al llegar al bosque, sea quien sea no saldrá vivo de esta, porque había tomado una decisión y esa era estar con Anne siempre. Protegerla.


 

A lo lejos pude ver a cinco chicas, estaban pateándola, Anne estaba en el suelo recibiendo los golpes con cara de dolor. Sin luchar. Casi inconsciente. No lo pensé dos veces, me acerqué a ellas, cogiendo a Kara por los hombros, lanzándola al suelo, no me importó que fuera mujer en ese momento.


 

—¡Oye! —se quejó.


 

Las demás dejaron de patearla, ahora me miraron, y luego a Kara.


 

—Lárguense —. Espeté totalmente cabreado, esas hijas de puta me las van a pagar.


 

Me acerqué a Anne, tocándole la cara y llamándola, no podía dejar que se durmiera, me miró por un instante, para después quedarse dormida.


 

Mierda.


 

—Déjala, estará bien. Si todos los años sobrevive porqué no va a hacerlo ahora. —escuché la voz de Kara.


 

La ignoré. Después le daría una lección que no podrá olvidar jamás. Lo juro. Kara ahora pertenece a mi lista negra. Ahora lo importante es Anne. La cargué en mis brazos y empecé a caminar hacia la entrada, dejando a las idiotas esas detrás. Atravesé los pasillos, hasta llegar al parqueadero. Al llegar al auto, abrí la puerta trasera, acosté a Anne con cuidado, cerré la puerta y me dirigí al asiento principal.


 

Manejé a toda velocidad, atravesando calles, bares y restaurantes... Hasta llegar al hospital, en el cual pude ver a Kayler hablando animadamente con un doctor. Me estacioné de inmediato, llamando su atención.


 

—¡Un doctor! —les dije, al momento en que abría la puerta trasera, sacando a Anne.


 

—Él se encargará, sabrá qué hacer. —me dijo Kayler al llegar donde mi y mirar a Anne, atrás suyo el hombre se acercó de inmediato.


 

—Síganme, por aquí. —ordenó. Caminó a paso rápido, entramos a la sala de urgencias en donde habían personas sentadas esperando su turno para ser atendidas. El hombre se metió en una puerta blanca al final del pasillo, me adentré, seguido por Kayler.


 

—Acuéstala ahí. —indicó la camilla. Acosté a Anne con sumo cuidado, tenía sangre en su labio inferior, moretones en la cara, marcas rojas, no me imagino cómo estará su espalda y costillas. Apreté los puños con fuerza, sintiendo que la bestia dentro de mí querer salir y asesinar a cualquiera que se interponga en mi camino.


 

—¿Qué le ha ocurrido? —me preguntó Kayler, serio. El doctor empezó a examinarla y limpiarla.


 

—Unas chicas la golpearon.


 

Se quedó en silencio, como entendiendo lo que pasó.


 

—¿Me puedes decir porqué la molestan? —me crucé de brazos y lo miré.


 

Enarcó una ceja al notar mi tono de voz, y también me encaró.


 

—No tengo porqué ponerte al tanto de lo que pasa, White. —espetó—. ¿Porqué no se lo preguntas a tu amiguito el vampiro? Con eso de que él sabe mucho.


 

Me volví a Anne.


 

—Le diré a Carolina. —escuché que salió por la puerta.


 

—¿Estará bien? —le pregunté al doctor.


 

—Adolorida pero bien, —respondió, mientras le untaba una pomada en sus costillas. —Lo más extraño es que me parece haber visto a esta chica antes, en esta misma situación.


 

Lo miré.


 

—¿Cómo?


 

—Sí, sé que estoy viejo pero jamás olvido a mis pacientes. Hace uña años, y el año anterior de ese, y el anterior de ese. Llevo mis registros de ellos. —explicó. No entendía, ¿acaso la golpean siempre? —. Quiero decir que siempre para estas fechas esta chica aparece golpeada, lo más raro es que cuando le pregunto qué le pasó lo único que sabe contestar es que la asaltaron.


 

Apreté la mandíbula.


 

—Creo que ella necesita a alguien que la proteja. —me miró—. Tu pareces un muchacho fuerte, y creo que también sientes cosas por ella.


 

Me tensé, sí, era fuerte, pero él no tenía que saber porqué.


 

—Tranquilo, yo sé todo. —sonrió.


 

Lo miré con el ceño fruncido.


 

—¿Quién crees que atiende a Kayler y a la manada cuando pasa algo? —cuestionó. En eso Kayler volvió a aparecer.


 

—Carolina, Kenzie y Apolo ya vienen. —dijo para después cruzarse de brazos como si nada.


 

Lo miré mal, no puedo creer que le haya avisado al estúpido de Apolo.


 

—Tiene derecho de estar aquí, ¿no?


 

Me giré a Anne, tomando su mano, sintiéndola fría.


 

—Hace unos meses atendí a la novia de Kayler, Carolina, y a Anne también. Habían tenido una situación similar a esta: la pobre chica llamada Carolina había sido marcada con el símbolo de la impureza, gracias a Dios ya está sanando y no quedará cicatriz. Había esa chica Paige que las odiaba, ella fue la causante de todo esto. —siguió el doctor. Como que agarró mucha confianza.


 

Kayler carraspeó.


 

¿A Carolina la marcaron con el símbolo de la impureza? Vaya, al parecer aquí pasaron muchas cosas antes de que viniera.




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