Thomas me miraba expectante, un atisbo de confusión y asombro cruzaba por sus facciones. Apuesto a que mi proposición lo desconcertó. Ni siquiera sé porqué le pedí eso, simplemente lo hice y ya; supongo que estoy cansada del acoso físico y verbal y solo quiero aprender a defenderme sola, aprender a ser fuerte y, quizás, convertida en una licántropa el dolor sea menos.
—¿De qué estás hablando, pequeña Anne? —cuestionó, caminado despacio y tomándome de la cintura para dirigirme hacia su casa.
Su toque envió una corriente eléctrica por mi cuerpo, me hizo estremecer.
—L-lo siento —tartamudeé, para después aclárame la garganta. Nos detuvimos frente a su puerta, mirándonos.
—No estas pensando con claridad —me dijo—. Créeme, no quieres eso.
Fruncí el ceño ¿porqué lo dirá? ¿Acaso es tan malo ser lobo?
—Lo quiero, Thomas, los lobos son fuertes. No débiles —respondí sincera.
—¿Por eso es? ¿Porque quieres ser fuerte? —me miró con su entrecejo fruncido.
Asentí.
—Hmm... No quiero que se vuelvan a aprovechar de mi, Thomas —me puse seria. No podía creer que no lo entendiera—. No lo entiendes. —empecé a alejarme de él, pero su mano me detuvo mi brazo, obligándome a mirarlo.
—Espera, Anne. Si es por lo de Kara... —empezó diciendo. Estaba muerta de la vergüenza que Thomas me haya visto en esa situación, así que lo interrumpí:
—No —mentí—. No es por eso. Es solo que... Quiero ser igual que ustedes. Carolina lo es, y no está sufriendo. Apolo no me convirtió en su momento y, —me detuve en seco sin saber que decir—, Quizás él no era el indicado para hacerlo.
Me siento patética.
Cruzó sus brazos en su pecho, analizándome.
—Solo piénsalo, ¿quieres? No es justo que lo digas así por así —explicó—. Cuando te conviertes en lobo ya no eres humana. Tu alimentación será diferente, tu cuerpo cambiará. No quiero que sufras, ¿entiendes? Es doloroso. —se acercó a mí, mi piel se empezó a erizar, el corazón se me empezó a acelerar. Elevó las manos y guardó mi cara en ellas—. Sería doloroso para mí verte sufrir.
No pude evitar sentir un tipo de felicidad dentro de mi, que mi corazón se derrita. Thomas es tan protector, lindo y misterioso conmigo. A veces se comporta irritante, otras veces serio y distante y otras veces... Como hoy.
—Thomas, yo... —puso su dedo índice en mis labios, callándome.
—No digas nada. —lo quitó—. Te prometo, pequeña Anne, que ni Kara ni nadie va a ponerte una mano encima de nuevo.
Le medio sonreí.
—Entonces, —carraspeé— Me tengo que... Ir.
Fingió tristeza.
—¿Tan rápido? Acabas de llegar —se alejó, abriendo la puerta— Hay chocolate caliente.
Tragué grueso ¿desde cuando Thomas me pone tan nerviosa y hace que me trabe? Definitivamente esto no está bien, él parece del típico chico guapo y rompecorazones. Los leía en mis libros, actuaban así con las chicas, pero esto es la vida real, ¿no? Aquí por desgracia los chicos no son así. No cambian.
Además, aún no se nada de Thomas ni de lo que hace con Clark, tampoco no sé qué es lo que Kenzie tenga que ver con él. No quiero terminar con el corazón roto. No otra vez. Así que lo único que puedo hacer, señores, es huir de él. Escaparme.
—Lo lamento, Thomas, de veras me tengo que ir —empecé a caminar de espaldas. Su mistada mostraba confusión—. Nos vemos.
Empecé a caminar lejos de él, la casa de Carolina estaba un poco largo, era noche y irme por el bosque me daba un poco de miedo. Humo salía de mi boca. Observé el bosque tan... Oscuro y lleno de nieve, nieve que por cierto se va deshaciendo.
Escuché pasos detrás de mi, me giré.
—¿En serio creíste que te dejaría ir sola? —inquirió, quitándose una chaqueta y poniéndomela encima de los hombros—. El camino será largo. ¿O prefieres que te lleve en mi espalda?
—Prefiero caminar.
Empezamos a caminar en silencio, atravesando árboles, troncos, rocas y demás. Había escuchado un aullido a lo lejos, no sabía quién era. Thomas se había tensado en ese momento y puesto algo serio ¿acaso habrá sido Apolo? Se mi supuesto hermano, admito que pensar en él todavía provoca algo en mi interior. Prefiero evadirlo. Ni siquiera me habla.
Estábamos llegando a la entrada de la casa de Carolina, las luces estaban apagadas adentro. Supongo que está durmiendo. Miré a Thomas.
—Entonces, nos vemos mañana. —abrí la puerta.
—Espera... —me tomó del brazo. Lo miré, se fue acercando a mi cara, mirándome directo a los ojos. Me viene a la mente el beso que le di en PopCap, le había mentido con que no lo recordaba ¿había hecho bien?.
Su dedo índice rozó mi labio inferior, allí había un pequeño golpe de hoy. Me dolía, pero su toque era cálido y tierno. El corazón me empezó a latir a mil. Su mirada estaba en mis labios, entonces yo puse la mía en los suyos. Deseaba con tantas fuerzas volver a besarlo, sentir sus labios otra vez en los míos porque, para ser sincera, estaba tan borracha la otra vez que no recordaba su toque. Me odié en ese momento.
Su cara estaba muy cerca, su respiración chocaba con mis labios, era... Era tan... Excitante.
La puerta se abrió, haciendo que nos alejáramos un poco. Carolina se sorprendió al vernos, estaba en pijama, su cabello despeinado y se iba restregando un ojo mientras bostezaba. Me reí.
—Hola, ¿estaban juntos? Iba a salir a buscarte, Anne —me dijo, ahora puso su mirada en Thomas—. Ah, Holis, Thomas ¿qué hay?