Escapándome del lobo

28

—Creo que estas más tranquila, ¿no, pequeña? —Thomas apareció en mi campo de visión, cruzándose de brazos y dándome una sonrisa tranquilizadora.


 

Mi corazón se comprimió.


 

—Eh... No lo creo —respondí, dándole la espalda en busca de mis libros. Lo sentí seguirme.


 

Kayler se encontraba hablando con Carolina, no parecía ser una conversación agradable. Cogí los libros de la mesa, dándoles una mirada rápida para después girarme.


 

—No es bueno sentir rabia, ¿lo sabes, no?


 

Thomas iba caminando a la par mía, muy insistente.


 

—Thomas, imagino que tú no la sientes porque no has tenido que soportar nada de... Esto —salimos al pasillo. La campana sonaría en cualquier momento y siempre me ha gustado estar de primera en el aula.


 

—Espera... —se interpuso delante de mi, haciendo que me detuviera. Él colocó sus manos en mis hombros. Su toque envió una corriente eléctrica por mi cuerpo. No me había dado cuenta de lo cerca que estábamos, eso me recuerda a nuestro casi beso de anoche.


 

No me había dado cuenta de que me gustaría volver a sentir sus labios en los míos, sentirlo tocarme. En mí.


 

—T-Thomas.. —titubeé su nombre.


 

Thomas sonrió de lado, pícaro, le encantaba que tuviera efectos en mi.


 

—Pequeña Anne, no quiero que odies a nadie, ¿esta bien? Eres perfecta así a como eres, con un corazón puro y sincero. Sin odio.


 

Fruncí el ceño.


 

—¿De que hablas? —la verdad no lo entendía. No sabía a donde quería llegar con eso.


 

Suspiró, pero luego empezó a relajar sus hombros, como recordando algo.


 

—Olvídalo.  ¿Te veo más tarde? Tengo algo que hacer.


 

Asentí mirándolo alejarse.


 

¿Qué le pasaba? No lo entendía.


 

Decidí seguir mi camino, pero, al doblar en una esquina choqué contra un abdomen plano.


 

—Discúlpame... —dije sin mirar, pero al levantar la vista todo mi cuerpo se tensó al ver a Clark allí de pie. Mirándome con una sonrisa macabra.


 

Volvió.


 

—Hola, pequeña Anne, que lindo verte de nuevo.


 

Sentí un pequeño nudo en mi garganta, aún recuerdo el beso que Kenzie y él se dieron. Engañando a Connor. No lo puedo creer, ella ni siquiera a hablado con él y no sé si eso es bueno o qué.


 

—Clark —susurré su nombre. Pegué mis libros más a mi pecho. Mi cabello estaba suelto, pero aún eran notables los golpes en mi cara. Y para el no pasaron por alto.


 

—¿Te peleaste con alguien, niña? —cuestionó, aunque creo que había algo de rabia y curiosidad en su voz.


 

—Eso no te incumbe —intenté pasarle de lado pero el me obstruyó el paso. —Cuéntame, somos compañeros, ¿no?


 

—No lo somos —respondí con algo de molestia en mi voz, sorprendiéndome tanto cómo a mí, como a él.


 

—¿Enojada? Me imagino que no has tenido una buena mañana. 


 

—Y contigo no va a mejorar te lo aseguro —intenté volverla a pasar pero otra vez me lo impidió.


 

Ahora estaba serio.


 

—Noto algo de odio en ese corazón puro que tienes, y eso no es bueno. Olvídate de eso y sé tu misma. —me guiñó un ojo y me pasó de lado.


 

Me quedé de pie pensativa, no sabía porqué Thomas y él estaban tan interesados en que no sintiera odio, sino que querían que mi corazón siguiera puro como dicen ellos. Aquí hay algo que no me cuadra y creo que lo tengo que averiguar pero ¿con quien? ¿Thomas? No me dirá ¿Clark? Menos.


 

Quizás Connor me pueda decir o Apolo pero ¿que pueden saber ellos? Un recuerdo viene a mi mente, de esa vez que estábamos en el hospital cuando Thomas me salvó.


 

Clark necesitaba un corazón puro para hacer un ritual


 

Una punzada se me instala en mi pecho... Todo coincidía.


 

Pero si ya estás lista.


 

¿Qué? No, tiene que ser un error. Es solo casualidad.


 

No es casualidad, Anne, ellos te quieren para ese ritual, por eso te siguen. Eso es lo que quieren de ti. No quieres que odies porque arruinarías sus planes.


 

Me dice mi conciencia. Algo parecido al dolor, desilusión se instala en mi pecho. Thomas no me pudo usar así, ¿verdad? Todas las cosas que me dijo, cuando me protege, no podían ser mentira ¿y si solo me cuida porque necesita mantenerme con vida? Una parte de mi quiere que no sea así.


 

Saqué mi teléfono y tecleé el número de Connor. Uno, dos y tres timbrazos hasta que contestó.


 

—Diga.


 

—¿Connor, podemos hablar?


 

—¿Anne? Si, claro ¿pasa algo? ¿Kenzie esta bien?


 

—Si, ella esta bien. ¿Te puedo ver en el cyber café que está frente a la librería Molly's?


 

Lo pensó.


 

—Está bien, llego en unos minutos.


 

Colgué.


 

Empecé a caminar a la salida, en eso la campana sonó, los alumnos empezaban a adentrarse a sus aulas. Mis lagrimas amenazaban con salir pero no lo iba a permitir hasta que supiera toda la verdad. Salí al parqueadero y luego a la carretera. La cafetería estaba a unas calles de aquí, empecé a caminar. Pensando, recordando todo lo que he pasado con Thomas, las pláticas, los sonrojos y las miradas. No podía ser falso.


 

No sabía cuánto tiempo había pasado, pero había llegado a la cafetería. Me senté en una mesa cerca de la ventana, poniendo mis libros en la mesa. Abrí mi bolso y los metí.


 

—¿Te puedo servir algo? —un mesero se acercó a mi. Era alto, delgado y bonita sonrisa. No lo había visto por aquí. Le sonreí amable.


 

—Hmmm creo que un café estaría bien.




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