Escapándome del lobo

29

Ese mensaje me había desconcertado ¿como que mamá me estaba mintiendo? ¿Que significaba esto? ¿Era una especie de broma? Con manos temblorosas tecleé una respuesta:


 

¿Quien eres?


 

Esperé impaciente por su respuesta, mientras me metí el celular al bolsillo y empecé a caminar, quería estar sola. Estaba tan enojada y triste por dentro que no sabía que hacer. Thomas me había mentido, aunque la verdad me hubiera gustado que me lo dijera en mi cara, que tuviera las agallas para enfrentarme. Por eso se comportaba así conmigo, solo era su juego.


 

Pero ¿porqué? ¿Que ganaba él?


 

Al caminar varios minutos después me encontraba frente a la escuela, pero no iba a entrar, así que pasé de lado y seguí caminando en dirección a la casa de Carolina. El bosque era tenebroso y oscuro. En mi mente solo estaba Thomas. Solo él.


 

Tras caminar varios metros me adentré al bosque, ese que estaba cubierto de nieve. No sé porqué pero creo que tal vez Thomas puede estar en su casa. Caminé en silencio, decidida a llegar a su hogar. Ni siquiera sé qué le voy a decir cuando lo mire.


 

Minutos más tarde me encontraba frente a su casa, elevé mi mano y toque dos veces con mis nudillos. Segundos después la puerta se abrió, dejando ver a un Thomas sin camisa y con el celular en la oreja. Se sorprendió al verme, sin embargo se las ingenió para darme una sonrisa.


 

No se la devolví.


 

—Te llamó después, ¿esta bien? —le dijo a la otra persona—. Si, yo también te quiero.


 

Sentí como que si me hubieran echado un balde de agua fría al escuchar decir esas palabras a quien sea que estuviera detrás.


 

No llores, Anne, no frente a él.


 

—Pasa, pequeña Anne —me hizo un gesto con su mano.


 

Pequeña Anne


 

Sin embargo pasé, tenia las manos metidas en mis bolsillos.


 

—¿Te pasa algo? Te noto rara.


 

Lo miré, decidida a enfrentarlo.


 

—Sé todo —fue lo único que le dije y agradecí que mi voz no saliera temblorosas.


 

Al principio frunció su ceño no entendiendo.


 

—¿Qué es lo que sabes? —cuestionó poniéndose serio.


 

No llores.


 

—Sé —mi voz se quebró—. Sé, Thomas, que simplemente soy un juego para ti. Que solo soy un trabajo que tenías que realizar —mi vista se tornaba borrosa—. Y sé que eres un maldito.


 

Su vista se oscureció, parecía desconcertado, parecía dolido.


 

—Anne, no es lo que parece, por favor déjame explicarte... —se acercó a mí. Me separé más—. Anne, nada es lo que parece, si me dejas explicarte, yo...


 

—¡No! —exploté—. Estoy harta. Harta de que se burlen de mi ¿es que acaso no importan mis sentimiento? Porque juegan con ellos como si no valieran nada. Yo creí en ti, Thomas, creí que eras sincero, te creí ese día en el hospital cuando me dijiste que no formaba parte de los planes de Clark. Y mírate, resultaste ser semejante hipócrita.


 

Se acercó a mí y tomó mi cara en sus manos, sus ojos se habían tornado oscuros.


 

—Si, lo acepto, solo fue un juego para mi.


 

Sus palabras frías y duras me dolieron. Me dolieron en el alma, pude sentir mi pobre corazón partirse en miles de pedazos. No podía ni hablar, mis ojos en los suyos, mi barbilla temblando.


 

—Lo fue al principio, cuando no te conocía y no tenía nada que perder. Pero después, Anne, supe lo valiosa y hermosa que eres. Supe que eras mi mate y nunca había creído en eso, pero supe que era verdad al conocerte. Quería estar contigo siempre, sentía tus miedos y alegrías, siento tu amor por mi. Y eso no es mentira. Tenlo por seguro.


 

Tragué grueso ¿cómo creerle ahora? Porque sé que solo me quiere recuperar para no arruinar los planes de Clark. No otra vez, Thomas. Me safé de su agarre y lo miré amenazante.


 

—Nunca volveré a creerte, Thomas White, no vuelvas a acercarte a mi —enfaticé—. Nunca.


 

—Anne, no...


 

Le pasé de lado y me apresuré a salir por la puerta, lágrimas contenidas en mis ojos pero no lloraría.


 

—¡Anne! —escuché llamarme una y otra vez a Thomas, pero no le haría caso. Empecé a correr por el bosque, nieve acumulándose dentro de mis botas. Y no se como, pero llegué a la casa de Carolina.


 


 

***


 


 

—A ver, solo un pinchazo y ya —el doctor que atiende a Kayler y su manada me estaba sacando sangre. Después de todo el incidente de hoy con... no quiero decir su nombre, llamé a Apolo y le conté del mensaje, no pude evitar notar la ilusión y esperanza que tenía en sus ojos, no lo quiero desilusionar, lo que sentía por él antes ya... no está. Solo le tengo un profundo cariño.


 

Apolo ya había pasado su turno.


 

El doctor retiró la aguja.


 

—Los resultados tardarán un par de horas, chicos, pueden irse a tomar un café o algo.


 

Asentí mientras salía junto con Apolo.


 

—¿Entonces no te respondieron? —me volvió a preguntar Apolo.


 

—No, no sé quién podrá estar detrás de esto pero... Es obvio que está muy involucrada con nosotros. —murmure mientras nos dirigíamos a la salida.


 

—Anne, si esos resultados dicen que no somos hermanos... —empezó diciendo. Cerré los ojos para que no lo dijera— tú y yo...


 

—Apolo, no nos adelantemos, ¿quieres? Es mejor que no hagas ilusiones. —le sonreí con amabilidad.


 

Pude ver una chispa de decepción en sus ojos.


 

—Lo siento, es solo que... Eres mi mate, Anne, es obvio que querré estar contigo.


 

Mate.


 




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