Escapándome del lobo

32

Mis ojos estaban fijos en los de él. No podía creer lo que me había dicho ¿había escuchado bien? ¿Me ama? Su mirada es penetrante y oscura, puedo ver, por primera vez, a través de ellos. Siento que dice la verdad, muy dentro de mi siento eso. Pero ¿debería creerle? ¿Acaso es otra mentira para que lo perdone y poder entregarme con Clark y Elleon?


 

Su cabello despeinado, cayéndole por su frente le da un aire más sexy de lo normal, su mano entrelazada con la mía hace que mi corazón salte en mi pecho. Lo que hicimos hace rato fue... Maravilloso. Pero no he perdonado a Thomas, no sé en que estaba pensado cuando lo dejé tocarme. Porque esto no debió pasar. No así.


 

—No tienes que seguir inventando mentiras para que vuelva a confiar en ti —susurré.


 

Su mirada se contrajo, no esperando esa respuesta.


 

Asintió, aflojando su agarre y quitándose de mi. Me sentí sola en ese momento, sentí frío sin su toque. Dios, estoy mal. Thomas estaba sentado en el borde la cama, mirando por la ventana. Yo seguía igual, acostada, procesando todo.


 

Thomas me quiere para un sacrificio. Apolo y yo no somos hermanos. Soy adoptada. La tristeza y rabia vuelven a mí, queriendo llorar, pero no de dolor, sino de coraje.


 

—Vete, Thomas —musité—. Vete de ahí y no vuelvas. Estaba mejor sin ti, mi vida lo estaba.


 

No dijo nada, solo quedó en silencio.


 

—Sé que estás enojada ahora, pequeña —se puso de pie, enfrentándome. Me senté en la cama—. Pero te aseguro que te voy a demostrar que lo que digo es verdad. Solo tienes que confiar.


 

Reí sarcástica.


 

—Estoy cansada de confiar en las personas y que luego me traicionen —dije seca—. Vete, tienes que buscar a otra chica ingenua que se enamore de ti para que puedas cumplir con Clark. Ve, no tienes mucho tiempo, White, olvídate de mi y déjame en paz.


 

—¿Eso es lo que quieres? —cuestionó— ¿que me vaya?


 

Su pregunta me llegó ¡Dios! Mi cabeza decía que sí, que eso era lo que quería... Pero mi corazón ¡maldita sea! Mi corazón no quiere que lo haga.


 

Abrí la boca para decir algo, pero de ella no salía nada, solo conseguía balbucear, quedando como idiota.


 

—Vete de mi habitación —dije por último. Esa no era la respuesta que le iba a dar, pero no pensé más en ese momento.


 

Ocultó una sonrisa, sus ojos volvieron a cobrar esa pequeña chispa tan de él.


 

—Me voy de tu habitación —murmuró—. Pero no de tu vida.


 

Empezó a caminar a la puerta, pero antes se giró:


 

—No creo que puedas decir olvidar lo que pasó aquí —señaló la cama—. Ni yo olvidaré tu voz susurrando mi nombre cuando llegabas al...


 

—¡Solo sal! —lo interrumpí, queriendo coger una almohada y lanzársela, sin embargo se fue riendo por lo bajo. —Maldito.


 

Me dejé caer a la cama, pensando en que Thomas solo quiere persuadirme otra vez, y no lo va a lograr. Tengo que alejarme de él. Tengo que olvidarme de él. Tengo que hacerlo. Aunque sea lo último que haga.


 


 

***


 


 

Al día siguiente la casa era un caos, habían maletas afuera, ropa en los sofás, muchas personas en la casa hablando, exclamando cosas y yendo de aquí para acá como locas. No entiendo porque no solo pueden empacar sus cosas en silencio y ya. Aquí estaba yo, sentada en el principio de las escaleras de afuera, con una pequeña maleta a mi lado, esperando por los demás. Habían llegado más coches, imagino que eran los de la manada. Pude divisar un coche blanco estacionarse a la par del de Kayler. Era Apolo. Dante y los demás estaban apoyados en sus coches platicando.


 

Cuando Apolo salió, su mirada se encontró con la mía, regalándome una sonrisa en el momento. Y pensar que Apolo nunca me había tocado como lo hizo Thomas anoche, sus movimientos, yo gimiendo su nombre, yo...


 

—Anne, ¿estás lista? —la voz de Apolo me sacó de mis pensamientos fogosos y me hizo volver a la realidad ¿cómo llego tan rápido donde mi?


 

—Ah... Yo... —balbuceé—. Si, ya lo estoy.


 

Tonta.


 

Sonrió.


 

—Que bien, ¿que es ese alboroto? —inquirió dando una mirada curiosa a la casa.


 

—Los chicos, no saben que llevar o que ponerse o que comprar en el camino y bla bla bla.


 

Dejé caer mi barbilla en mi puño.


 

Apolo se sentó a mi lado.


 

—¿Cómo sigues?


 

—Procesando las cosas —respondí—. La mentira puede ser algo dolorosa, sin embargo, te hace ser más fuerte y a no confiar de más en las personas.


 

—Lo sé. Pero estoy para ti, ¿bien? —su mano se puso en mi hombro. Me tensé un poco.


 

—Gracias.


 

En eso, una Homer en color negra hizo su aparición. ¿De quien será? No podía ver a través de los cristales porque eran oscuros. Sin embargo el chico salió.


 

Thomas.


 

Llevaba unos vaqueros negros, una camiseta blanca por dentro y una chaqueta en color negra también. Su cabello iba despeinado, como de costumbre, aunque lo tiene más largo le hace ver súper mejor. Y no puedo creer que haya pensando eso. Su mirada se posó en nosotros, es obvio que se molestó al ver a Apolo aquí conmigo. Se quedó apoyado en su coche, sacando su teléfono celular en el proceso.


 

—Estamos listo —la voz de Carolina me hizo quitar la vista de Thomas, para ponerla en ella. Carolina llevaba un vestido que le llegaba arriba de sus rodillas, junto con unas botas de lana. Kayler venia con ella, Connor, Kenzie, Ale y Will salieron detrás. —Oh, vaya, todos están aquí.


 

—Esos no son todos —le dijo Ale—. En realidad, en la casa de campo están más personas y creo que uno que otro estudiante del colegio.




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