Escapándome del lobo

33

El camino fue largo y silencioso, la casa de los Brown estaba a las afueras del estado, no hicimos ninguna parada dado que solo atrasaríamos más el camino. Solo manejamos en silencio y a una velocidad moderada. Estábamos entrando por un portón  enorme para después manejar otro poco. En el estrecho camino habían árboles en fila, algo grandes, cubiertos de nieve. Era hermoso. Más  adelante pude divisar una casa... En realidad parecía una mansión. Era enorme.


 

Abrí mis ojos del asombro mientras Kayler detenía el coche, haciendo que Apolo hiciera lo mismo. Los demás coches se estacionaron detrás de nosotros. Habían más coches allí ya y pude notar movimiento en la casa. Me bajé, seguida de los demás.


 

—Que grande —susurré más para mi misma.


 

—Antes ellos vivían aquí —Apolo se posicionó a la par mía. Lo miré —Cuando Kayler aún no nacía.


 

Asentí dando a entender que entendía. Me acerqué a Carolina que estaba igual o más sorprendida que yo. La casa era color madera, con ramas de árbol adheridas en las paredes.


 

—¿De donde sacarán el dinero para todo esto? —me preguntó ella en silencio asegurándose de que Kayler no estuviera cerca. Pero la podía escuchar aún así ¿no?


 

Me encogí de hombros ya que ni yo sabía.


 

—Bueno, vamos, Anne. Hay que conocer el lugar —me tomó del brazo, arrastrándome hacia adentro donde Kayler nos esperaba. De alguna manera giré mi rostro hacia atrás, notando a Thomas apoyado en su coche observándome. Tenía su semblante serio pero, al verme, curvó sus labios en una sonrisa. Aparté  la cara de inmediato y me adentré a la enorme casa.


 

—Ellas son las muchachas de servicio, han trabajado aquí desde hace mucho tiempo —nos dijo Kayler dejando las maletas en el piso.


 

—Tu casa es linda —le dijo su novia. Kayler sonrió—. Voy a explorarla con Anne, o si prefieres que esperemos a Ale esta bien.


 

Kayler le dio una mirada de aburrimiento.


 

—No es necesario, ve, de alguna forma esta también es tu casa —le guiñó un ojo.


 

—Bien —fue lo único que dijo Carolina para después adentrarnos más a la casa. Conocimos la sala que tenía una chimenea y tres enormes sofás. Tenia dos ventanas enormes de vidrio que dejaba ver el patio de afuera. El bosque.


 

—Esta casa es hermosa —murmuré mirando cada detalle de ella.


 

—Lo se.


 

Escuchamos pasos, los demás venían con caras cansadas hacia nosotros, dejándose caer en los sofás. Me tensé al ver a Thomas allí. Venía hablando con Dante. Sobé mi antebrazo y disimulé estar viendo la casa.


 

—No tienes que disimular —la voz de Carolina hizo que la mirara. —Es obvio que te mueres por él.


 

Me mordí el labio inferior. En eso, Apolo se acercó.


 

—¿Estas bien? —me pregunta.


 

—Si, ¿porqué no habría de estarlo? —cuestione.


 

—Te noto rara.


 

Achique los ojos en su dirección.


 

—No es nada —logré decir—. Es solo que quiero ir afuera, si, eso es —cogí a Carolina de la mano y me la llevé en dirección a la puerta que daba al patio trasero.


 

—Hay, Anne, estás confundida —me dijo al llegar. Pero no le respondí, sino que mi vista cayó en el bosque. Venían lobos. Miré a Carolina de inmediato sin entender, pero ella estaba igual que yo.


 

Venía una manada de lobos hacia nosotras, pero no corriendo ni con intención de hacernos daño, sino que venían caminando tranquilos nada más.


 

—¿Quiénes son? —le pregunté.


 

—No lo sé.


 

Tal parece que los demás estaban muy entretenidos adentro porque no habían salido. La manada de lobos se detuvo antes de llegar a nosotras, sentándose. Miré interrogante a Carolina.


 

—¿Sabes que dicen? —le inquirí. Ella estaba poniéndoles mucha atención, tal parece que le estaban diciendo algo importante.


 

—Nos saludan, —empezó diciéndome—. Dicen que su territorio está a la mitad del bosque más para allá, hasta llegar a la frontera con Canadá, no tenían intenciones de meterse al territorio Brown pero sólo querían formar un lazo de paz.


 

Los miré, eran 7 lobos enormes en total. Habían dos grises, un negro, quien imagino era el Alpha, dos cafes y dos color blancos. Esos lobos eran más altos que yo. Me intimidaron, lo admito.


 

—¿Porqué no se transforman? Si gustan pueden quedarse un rato, en la noche habrá una fiesta, es el cumpleaños de un amigo. Si quieren podrían venir. —les dijo Carolina.


 

Los lobos se miraron entre sí, como comunicándose. Carolina empezó a acercarse a ellos, sin darse cuenta, así que le seguí el paso, hasta el punto en que los teníamos demasiado cerca. Me sentía chiquita y vulnerable en ese momento.


 

—Dicen que lo pensarán, que lo tengo que consultar con Kayler y los demás —me dijo.


 

—No creo que haya problema, ¿o si? —les di una mirada a cada uno, deteniéndome en el lobo negro, que se miraba amenazante y serio. Daba miedo ese animal.


 

—Por supuesto que no —respondió—. Después de todo, han venido para formar un lazo de paz ¿no es así? —los miró.


 

Los lobos asintieron con su cabeza.


 

—Se despiden, creo que se van.


 

Los lobos se pusieron en pie, pero el lobo negro se le quedó observando un buen rato a Carolina, con ojos negros y profundos. Esta al parecer lo notó porque se puso algo incomoda. El lobo negro al fin se dio la vuelta y empezó a correr, seguido de los demás. Uno de ellos soltó un aullido bastante audible.


 

—Eso fue... Extraño —murmuré. Me miró.


 

—Lo se —admitió—. Ese animal me miraba raro. No puedo creer que los haya invitado ¿y si era una trampa? Kayler me ha dicho que tienen varios enemigos en algunas manadas vecinas.




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