Escapándome del lobo

36

Volteé a ver a Apolo, quien estaba a pocos centímetros de nosotros, tenía las manos metidas en sus bolsillos delanteros y nos miraba con... bueno, me miraba a mi con decepción y pude ver dolor en su mirada. Rápidamente me zafé del agarre de Thomas y puse mis pies en el suelo.


 

—Apolo —susurre su nombre.


 

Thomas llevó sus manos al cabello, desordenándolo un poco más de lo que estaba para luego cruzarse de brazos y mirar amenazante a Apolo.


 

—Anne, yo pensé que tú y yo estábamos juntos de nuevo... ¿acaso lo estábamos y me has engañado? —cuestionó. Su voz era débil.


 

—No, por supuesto que no. Yo... —no sabía cómo decirle que jamás había aceptado estar de nuevo con él, que solo había malinterpretado las cosas—... No estábamos juntos —le dije con un hilo de voz.


 

Su mirada se cayó, entendiendo.


 

—¿No? Lo siento, fue mi error —admitió a lo bajo. Bajo la mirada un momento para luego mirarme, y después a Thomas.


 

—No estoy entendiendo... —comenzó a decir— Anne es mi mate, ¿no? ¿Porqué entonces no quieres estar conmigo? —pasó su mirada a mi.


 

—Porque ella es mi mate, Apolo —respondió Thomas. Apolo lo miró con el ceño fruncido, sin entender. Hubo un silencio en el cual Apolo parecía pensativo.


 

—Ahora entiendo —me miró—. Por eso me preguntaste si dos hombres lobos podían tener una sola mate —murmuró—. Y yo te dije que si. Y sabías que Thomas también era el tuyo.


 

—Lo siento —musité—. Quería decírtelo por mi misma y no que te enterarás así...


 

—Anne... —retrocedió—. En este momento no puedo pensar con claridad... solo... estaré por ahí.


 

Y giró sobre sus pies para luego irse, pero se convirtió en lobo. Corrió por la oscuridad del bosque, alejándose de nosotros. Me sentí mal en ese momento por el, quería ir detrás de él y decirle que aún lo quería, que aún sentía cariño por él, que podíamos ser amigos pero... eso no funcionaría y lo sabía.


 

—¿Estas bien? —Thomas se puso frente a mi, mirándome con tristeza—. Sé que lo quieres, pequeña, pero no de la forma que él te quiere a ti. —me beso la frente. No pude evitar cerrar los ojos en el proceso.


 

Con Thomas me sentía tan bien, y a veces odiaba eso.


 

—¿Anne? —me llamó. Abrí los ojos mientras él echaba su cabeza para atrás para verme—. Quiero estar contigo.


 

Tragué grueso, podía ver por la luz que daba al patio trasero como sus pupilas estaban muy dilatadas mientras me observaba. Thomas me había mentido, sí, pero estaba cansada de estar sola. Quería disfrutar el momento, quería sentirme bien por una sola vez en mi vida, aunque fuera una farsa y una mentira. Si en un futuro iba a morir, por lo menos estaría feliz porque había pasado mis últimos días con la persona que quiero. Y esa la tengo frente a mi. No sé si me esta mintiendo en este momento.


 

Pero no puedo soportar estar más sin él.


 

—Yo también —le dije, tomándolo por sorpresa. Pero al final sonrió y se acercó para darme un suave y rápido beso.


 

—Si vamos a hacer esto quiero que sea como debe de ser —se puso de rodillas tomando mi mano.


 

—Thomas, ¿qué haces? —cuestione entre dientes, una sonrisa se posó en mis labios.


 

—Silencio, pequeña Anne —sentenció en un susurro—. Anne Stevens, quiero pasar el resto de mi vida contigo, para protegerte, amarte, cuidarte, celarte, tenerte siempre conmigo. En las peleas y en los momentos tristes, así como en los felices —estaba en shock—. ¿Quieres ser mi novia, pequeña Anne?


 

Dios, estaba conteniendo las lágrimas, Thomas había sonado tan real que hasta podía creer que era cierto ¿acaso lo era? Pero eso no importaba, lo que importaba era que estaba aquí conmigo, que quería que fuera su novia. Y era lo que más deseaba a en el mundo.


 

—Si quiero, Thomas —acepte. Él se puso de pie, sonriendo y se acercó para darme un beso en los labios. Se lo devolví. Su mano llegó a mi cintura y un poco más abajo.


 

Me estremecí.


 

—Eres perfecta —me dijo entre el beso. Mi corazón dio un vuelco al escucharlo decir esas palabras. Mordió mi labio inferior con delicadeza. Lleve mis manos a su cabello, tirando suavemente de él. Chupe su labio inferior.


 

—Thomas —susurré.


 

—Anne, tenemos que...


 

La voz de Carolina nos hizo salir del espléndido beso que nos estábamos dando, giramos hacia ella quien nos miraba entre sorprendida y sonriente.


 

—Yo... creo que no es un buen momento así que... me iré. —musitó dando pasitos hacia atrás, pero me dio una mirada cómplice—. Adiós —y salió disparada para adentro de la casa.


 

No pude evitar reír a lo bajo.


 

—¿Vamos a dentro? —me pregunta.


 

Arrugue la cara.


 

—No a la fiesta sino... a un lugar más privado.


 

Tragué grueso, ¿ese lugar privado podría ser mi habitación? ¡Dios! ¿Y que se supone que vamos a hacer allí? Estoy que tiemblo del nervio.


 

—Está bien —acepte, empezando a caminar hacia la casa. La mano de Thomas iba entrelazada con la mía. Al llegar la música muy alta inundó mis oídos. Al parecer la fiesta se había salido de control ya que habían mujeres bailando en la mesa, otras se quitaban la ropa. También pude notar vidrio en el suelo, así que supuse que habían roto un florero.


 

—Esto está fuera de control —murmuré. Pensé que Thomas no me había escuchado por el ruido pero sí lo hizo.


 

—Al parecer la nueva manada que invitaron no es bien portada que digamos —me dijo muy cerca de mi oído.


 

¿Debería irme a mi habitación o ayudar a Carolina con esto? Busque a Carolina con la mirada, encontrándomela cerca de un grupo de chicos y chicas que querían jugar con unos trofeos que habían en una estantería de cristal. Ella quería evitarlo, se miraba exasperada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.