Un mes después...
—¿Como has estado? —me saludó Carolina, dándome un pequeño abrazo. Ella y Kayler habían pasado el fin de semana en Portland—. Vine en cuanto recibí tu mensaje.
—He estado bien, pasándolo, pero dime ¿como te fue en Portland? —Me senté en el sofá de casa. Ella se sentó frente a mi
—Bien, estuvimos buscando unas cosas que más adelante nos servirán —musito—. ¿Vendrás esta noche?
Lo pensé, no salía desde la muerte de Apolo, y además de eso, desde que Thomas...
—No lo se, Carolina —respondi.
—Anne, hoy es la fiesta de fin de año, todos necesitamos que estés con nosotros cuando ese reloj de las doce —me señaló—. Además, ¿no lo has visto? —cuestionó con algo de temor.
Thomas... Después de la muerte de Apolo y de abrazarlo hasta más no poder, no lo volví a ver. Quizás porque quería darme mi espacio o quizás porque me escuchó decirle "te amo" a Apolo, no pude decirle que a quien en verdad amo es a él.
—No, Carolina, no lo he visto —bajé la mirada a mis manos.
—Anne, te dije que no debiste decirle eso a Apolo, bueno, no estando Thomas allí, es decir, en parte lo comprendo porque si Paige hubiera sido esa persona muerta y hubiera escuchado a Kayler decirle "te amo" yo me alejaría. Te digo la verdad. Es horrible estar con una persona que ama a otra, y creo que Thomas pensó eso —explicó.
Tenía razón, pero ni siquiera me dio tiempo de explicarle, simplemente desapareció con su hermana. Y no se si algún día lo vuelva a ver.
—Lo se —musité.
—Quizás lo que piensa es que eso de "solo un lobo será el ganador" con ese "te amo" que le dijiste a Apolo pensó que era más bien él el que había perdido. —continuó—. Hay, Anne, solo espero que algún día se arreglen las cosas entre ustedes.
—Ojalá —la miré, formando una sonrisa triste—. Y además no tengo que ponerme en esa fiesta de Año Nuevo. —admití.
Me miró con aburrimiento.
—Yo se que te pondrás algo con lo que te sientas cómoda —sonrió— Ahora me tengo que ir —se puso de pie, la imite—. Tengo que arreglarme y ir donde Kayler.
—Esta bien, yo... iré pero sería a pie, o en mi bici —avise.
—Nada de eso, mandaré a alguien por ti —se dirigió a la puerta, la seguí—. Vendría por ti pero tengo algo que hacer así que...
—Esta bien —asentí.
—Nos vemos, Anne, la fiesta comienza a las 8, y ya son las... —miró su celular—... 6:30, wow que rápido pasa el tiempo. En fin, Adiós, pequeña Anne. —me molestó.
—¡Carolina! —me mofe, ya que cuando podía me recordaba el "pequeña Anne". Ella solo rió y salió de la casa. Cerré la puerta y me apoyé en ella, pensando en Thomas, como lo hacía todos los días, a cada hora y a cada minuto. Me dirigí a mi cuarto, buscando ropa para ponerme, la verdad no tenía ganas de buscar y buscar ropa, pero decidí que tenía que hacer algo con mi look, era el último día del año y no quería sumirme en mi miseria.
Saqué toda la ropa del closet, me probé camisas, pantalones, vestidos, zapatos, pero nada me gustaba. Me senté resignada en la cama, de malhumor ya, y pensé en que se me vería bien. Miré una licra negra tirada en el piso, junto con una camisa que tenía un hombro caído color rosa con rayas negras. Y miré los zapatos, unos botines color beige.
Me imaginé con esa ropa, no me miraba tan mal. Me quité la ropa que recién tenía puesta, para después ponerme la licra, acomodarla bien; me puse la camisa después, y de último los zapatos. Peiné mi cabello, dejándolo suelto. Por último me miré al espejo, esta ropa no se me miraba nada mal, hasta pareciera nueva. Puse máscara en mis pestañas, rubor en mis mejillas, lápiz en mis ojos y brillo labial en mi boca.
Elegí unas cuantas pulseras para darle un toque final al atuendo hasta que quedé lista. Hasta ni pareciera yo, pero estar pensando en otras cosas como en ropa, me sirvió para dejar de pensar en esa personita. En el colegio todo seguía igual, Kara y sus amigas seguían haciendo de las suyas pero conmigo ya no se metían. No volvimos a ver ni a Clark ni al padre que le disparó a Apolo. Elleon obviamente murió.
Una bocina me hizo sobresaltarme, preguntándome si sería el chico ya, miré el reloj de mi celular, abrí la boca del asombro al ver la hora: 8:30 de la noche. No puede ser, que rápido pasaron las horas. Miré el reguero de ropa en mi cuarto, mañana lo arreglaría. Salí de mi cuarto, bajé las escaleras y salí por la puerta principal. Allí estaba un auto, esperándome. Abrí la puerta del copiloto y me adentré.
—Hola —lo salude—. ¿Vienes por mi? —pregunte, aunque ya me había subido.
—Si, la señora Carolina me envió —respondió. Era un chico joven, delgado, tez blanca y cabello negro. Tenía un buen lunar en su cachete.
—¿Señora? —casi reí.
—Si, el señor Kayler nos dijo que debíamos respetarla y tratarla como señora, porque ella era la novia de él, así que así la tratamos. —respondió, arrancando el auto.
Este chico era tan gentil.
—Entiendo —murmure asintiendo con la cabeza—. Dime, ¿como te llamas?
—Marvin.
—Marvin, ¿habían muchas personas en la fiesta? —inquirí.
Su respuesta no tardó:
—Si, se ha llenado desde temprano, casi todos los de la preparatoria están allí, incluidos los jóvenes del pueblo. Nadie se perdería una fiesta del gran Kayler Brown.
Asentí, era verdad.
—¿Vas a esta preparatoria? —cuestione, dado que estábamos pasando por ella.