Escape del Reflector

Una sombra

El día había llegado, y Oliver se encontraba caminando junto a Lance hacia el estudio, una mezcla de emoción y nerviosismo en su interior. Había pasado la noche anterior preparándose mentalmente para lo que venía, y ahora, mientras se acercaban a la gran puerta del estudio, no podía evitar sentir una cierta adrenalina corriendo por sus venas. Era un nuevo comienzo, una oportunidad de demostrar que podía ser tan útil y capaz como su hermano mayor.

Lance, por su parte, estaba tranquilo. Había hablado con el director sobre la incorporación de Oliver y, aunque no fue sencillo convencerlo de que un chico tan joven fuera parte del equipo, Lance logró asegurar un puesto para su hermano. Sin embargo, Lance sabía que habría desafíos. No todos en el estudio estarían dispuestos a aceptar a Oliver de inmediato, y mucho menos si supieran de la presencia de Gemma.

Gemma, la niña híbrida que había crecido bajo su cuidado, seguía siendo un misterio incluso para ellos. A sus seis años, ya había demostrado ser excepcional en muchos sentidos, pero también era consciente de su propia naturaleza única, una naturaleza que podría asustar o alienar a otros si no se manejaba con cuidado. Desde que Lance y Oliver se mudaron a la ciudad, Gemma había aprendido a mantenerse en un perfil bajo, algo que a veces la frustraba, pero que comprendía era necesario para su propia seguridad.

Mientras Lance y Oliver se dirigían al estudio, Gemma se quedaba en casa, ocupada con sus actividades diarias. Había pasado la mayor parte de la mañana recolectando frutas en el bosque cercano, un lugar donde se sentía más conectada con su verdadera naturaleza. A pesar de su corta edad, Gemma sabía que no podía mostrarse libremente al mundo. No todavía. Por eso, siempre que salía, usaba suéteres largos que ocultaban sus pequeñas alas de cuervo y su cabello verde oscuro. Era su forma de camuflarse, de pasar desapercibida en un mundo que no estaba listo para entenderla.

En el estudio, Oliver comenzaba su primer día de trabajo. Lance lo presentó al equipo y, aunque algunos lo miraron con escepticismo, la mayoría lo aceptó sin mayores problemas. Su primer encargo fue sencillo: ayudar a organizar documentos y asistir en tareas básicas. Aunque la mayoría de los trabajos eran aburridos para alguien con su mente activa, Oliver se dedicó a cumplir con cada tarea con diligencia, decidido a probar que podía ser útil.

Mientras tanto, Lance se concentraba en sus propios deberes, pero no dejaba de vigilar a su hermano desde lejos. Sabía que Oliver tenía potencial, pero también era consciente de la sombra que la magia de Gemma había dejado en él. Lance no podía evitar preocuparse por cómo ese poder oculto podría manifestarse en el estudio, un lugar donde lo inexplicable podría causar un revuelo.

Por la tarde, después de una jornada de trabajo agotadora, Lance y Oliver se reunieron en una pequeña sala de descanso para un breve respiro. Oliver, a pesar de estar cansado, no podía ocultar la satisfacción en su rostro.

—¿Qué tal tu primer día? —preguntó Lance, entregándole una botella de agua.

—Fue interesante —respondió Oliver, tomando un trago—. Aunque algunas cosas fueron aburridas, me gustó poder ver cómo funciona todo desde adentro. Pero... —Oliver dudó por un momento antes de continuar—. No puedo dejar de pensar en Gemma.

Lance lo miró, sorprendido por la mención.

—¿Qué pasa con Gemma? —preguntó, aunque sospechaba lo que su hermano estaba pensando.

—Es solo que… mientras trabajaba hoy, me di cuenta de lo diferente que es nuestra vida comparada con la de los demás aquí. Todos ellos tienen sus rutinas, sus vidas normales, pero nosotros… estamos escondiendo algo. Algo que es increíble, pero también peligroso.

Lance asintió, comprendiendo el dilema de Oliver. Era algo con lo que él mismo había luchado desde el día en que decidió cuidar de Gemma.

—Lo sé, Oliver. Pero por ahora, mantener a Gemma en un perfil bajo es lo mejor para todos. No sabemos cómo reaccionaría la gente si descubrieran lo que ella es, y hasta que no encontremos una manera segura de que ella se muestre, debemos ser cuidadosos.

Oliver suspiró, sabiendo que Lance tenía razón, pero aún así no podía dejar de sentir que estaban limitando a Gemma, ocultando su verdadera naturaleza.

—Solo espero que, cuando llegue el momento, podamos encontrar una manera de que Gemma sea quien realmente es, sin miedo —dijo finalmente, dejando que sus palabras colgaran en el aire.

Lance le dio una palmada en el hombro.

—Yo también lo espero, Oliver. Pero hasta entonces, haremos todo lo posible para protegerla, incluso si eso significa mantenerla oculta por un tiempo más.

Esa noche, cuando regresaron a casa, Gemma los recibió con su habitual sonrisa radiante, aunque Oliver notó que había algo más detrás de esos ojos dorados. Un deseo de libertad, una chispa de frustración por tener que esconderse siempre. Oliver decidió que, aunque no podía hacer mucho en ese momento, haría lo posible por encontrar una manera de que Gemma pudiera vivir sin miedo, sin la necesidad de ocultar sus alas o su verdadero ser.

Pero por ahora, el perfil bajo seguiría siendo su escudo, su protección en un mundo que no estaba preparado para lo que ella representaba.

Un par de semanas después de haber comenzado a trabajar en el estudio, Oliver se encontraba cada vez más cómodo en su nuevo entorno. Había aprendido a navegar entre las tareas diarias y a manejar la dinámica del equipo. A pesar de las miradas escépticas de algunos, Oliver demostraba con su trabajo que no estaba allí solo por ser el hermano de Lance.

Una tarde, mientras organizaba unos documentos en una pequeña oficina, Oliver se percató de una figura conocida pasando por el pasillo. Era Rose, la chica de cabello rosa que había captado su atención desde el primer día. Oliver la había visto varias veces desde entonces, siempre trabajando diligentemente, a menudo llevando papeles o haciendo recados. Pero esta vez, decidió que quería hablar con ella.




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