Escape del Reflector

La cima

Los días en el estudio se transformaron rápidamente para Lance. Lo que comenzó como un simple trabajo tras bambalinas se convirtió en una oportunidad que pocos veían venir. Su carisma y facilidad para conectarse con la gente lo llevaron a recibir una oferta para actuar en una de las producciones del estudio. Aunque al principio dudó, sintiendo la presión de lo desconocido, pronto se dio cuenta de que actuar era una extensión natural de su personalidad. Fue entonces cuando aceptó el reto, y poco a poco, su nombre comenzó a resonar más allá de los pasillos del estudio.

Los días de trabajo ahora eran muy diferentes. Lance pasaba más tiempo en los sets de filmación, rodeado de luces y cámaras, aprendiendo los matices de la actuación y descubriendo un nuevo lado de sí mismo. No era simplemente una tarea, sino una pasión que lo envolvía, llenándolo de una satisfacción que nunca antes había experimentado.

Mientras Lance ascendía en su nueva carrera, Gemma también estaba cambiando. La niña híbrida, quien alguna vez se había sentido prisionera de sus propias diferencias, había aprendido a controlar mejor sus habilidades. Gracias a su creciente comprensión de su naturaleza, Gemma ahora podía ocultar sus alas a voluntad, lo que le permitía moverse por la ciudad sin levantar sospechas. Por primera vez, podía disfrutar de la vida fuera de las sombras, paseando por los parques y mercados sin el temor de ser descubierta.

A medida que la vida de Lance y Gemma evolucionaba, Oliver no se quedaba atrás. Sin embargo, su camino era mucho más arduo. Ver a Lance siendo reconocido, apreciado por su talento y ganando la admiración de los demás, encendía en Oliver un deseo cada vez mayor de igualarlo. Quería demostrar que también era capaz de lograr grandes cosas, que no solo era "el hermano de Lance".

Oliver se dedicaba cada vez más al estudio, buscando cualquier oportunidad para destacar. Estaba decidido a perfeccionar sus habilidades, tanto en el trabajo como con los poderes que había obtenido de Gemma años atrás. Se forzaba a aprender cada detalle, a absorber cada lección, con la esperanza de que algún día sería él quien estuviera bajo los reflectores.

Sin embargo, mientras Lance brillaba más en su nueva faceta como actor, Oliver sentía cómo una sombra crecía dentro de él. Cada pequeño éxito de Lance era un recordatorio de lo lejos que aún estaba de alcanzar su propio sueño. Y aunque no lo admitía, la frustración comenzaba a tomar raíces profundas en su corazón.

Gemma, por su parte, disfrutaba de su recién encontrada libertad. Pasaba horas explorando la ciudad, maravillándose con todo lo que el mundo exterior tenía para ofrecerle. Pero no era ajena a las tensiones que crecía entre Lance y Oliver. Podía sentir la lucha interna de Oliver, y aunque quería ayudar, no sabía cómo. Gemma sabía que su existencia era parte del conflicto, pero también comprendía que solo Oliver podía encontrar su propio camino.

En las noches, cuando todos volvían a casa, la atmósfera estaba cargada de una mezcla de emociones. Lance, agotado pero feliz por sus logros, trataba de incluir a Oliver en sus alegrías, aunque cada vez parecía más difícil llegar a él. Oliver, por su parte, se aislaba más, centrado en sus propios desafíos y sintiendo que cada éxito de Lance era un golpe a su propio orgullo.

El tiempo seguía avanzando, y aunque cada uno de ellos crecía en su propia dirección, la distancia entre ellos parecía aumentar. Sin embargo, debajo de todo, aún había un lazo que los unía: el deseo de proteger a Gemma y asegurar su futuro, aunque la forma en que cada uno veía ese futuro era completamente diferente.

Una tarde, mientras los rayos del sol se colaban a través de las ventanas del estudio, Oliver decidió salir a tomar un descanso. Las tareas del día lo habían agotado, pero no era solo el trabajo lo que pesaba sobre él. Había un malestar constante, una irritación creciente que lo consumía cada vez que veía a Lance recibir otra ovación, otra palabra de aliento. No podía ignorar el resentimiento que se alzaba dentro de él.

Caminando por los pasillos del estudio, Oliver se encontró con Rose, quien estaba organizando algunos papeles cerca de una sala de edición. Al verla, Oliver sintió un impulso de desahogarse, de expresar lo que había estado guardando dentro.

—Rose —la llamó, su voz un poco más áspera de lo habitual.

Rose levantó la vista, sorprendida por el tono, pero al notar la expresión en el rostro de Oliver, dejó lo que estaba haciendo y se acercó a él.

—¿Qué sucede, Oliver? —preguntó con suavidad, notando la tensión en su rostro.

Oliver dejó escapar un suspiro, buscando las palabras correctas.

—Es Lance —empezó, casi con un gruñido—. No soporto cómo todo le sale bien. Cómo cada cosa que toca se convierte en oro. Estoy aquí, esforzándome al máximo, y parece que no importa cuánto lo intente, nunca soy suficiente. Nunca seré como él.

Rose lo observó en silencio por un momento, dejando que descargara su frustración. Sabía que Oliver llevaba tiempo lidiando con estas emociones, pero esta era la primera vez que lo escuchaba expresar sus sentimientos tan abiertamente.

—Entiendo que te sientas así, Oliver —dijo finalmente, con una voz calma y reconfortante—. Pero debes recordar que todos tienen su propio camino. Lance es bueno en lo que hace, y eso está bien, pero tú también tienes tus propias habilidades, tus propias fortalezas. No se trata de ser igual que él, sino de encontrar tu propio lugar, tu propia voz.

Oliver apretó los puños, su mirada fija en el suelo.

—¿Y si mi lugar no es suficiente? —preguntó, su voz apenas un susurro—. ¿Y si siempre estoy destinado a vivir en su sombra?

Rose se acercó un poco más, poniéndole una mano en el hombro.

—Eso depende de ti, Oliver. No puedes controlar lo que los demás piensan o hacen, pero puedes decidir cómo reaccionar. Puedes usar esta frustración como una motivación, como una chispa para encontrar lo que realmente te hace único. Pero si dejas que te consuma, solo te hará daño a ti mismo.




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