Escape del Reflector

Contraparte

Rose caminaba por el set de grabación, observando cómo todo el equipo se preparaba para la siguiente escena. Aunque su tarea como asistente la mantenía ocupada, su mente no dejaba de divagar, especialmente cuando pensaba en Oliver. Había notado cambios en su comportamiento, y no podía evitar sentir una creciente preocupación. Suspiró, tomando una decisión, y se dirigió hacia Lance, quien se encontraba revisando el guion.

—Lance, ¿tienes un momento? —preguntó Rose con voz suave, acercándose con cierta cautela.

Lance levantó la vista del guion, sonriendo al verla.

—Claro, Rose. ¿Qué sucede? —respondió, dejando el guion a un lado para darle toda su atención.

Rose dudó por un instante, buscando las palabras adecuadas. Sabía que lo que iba a decir no sería fácil para Lance, pero sentía que debía compartir sus preocupaciones.

—Es sobre Oliver… —empezó, y la sonrisa de Lance se desvaneció un poco, anticipando algo serio—. He notado que ha estado… diferente últimamente. Se muestra más distante, y a veces parece que está… no sé cómo decirlo, ¿oscuro?

Lance frunció el ceño, asintiendo lentamente. Él también había percibido esos cambios en su hermano, aunque había intentado no pensar demasiado en ello, esperando que fuera solo una fase pasajera.

—He notado lo mismo —confesó Lance, su voz mostrando una mezcla de preocupación y frustración—. Intenté hablar con él, pero se cerró completamente. No sé qué hacer, Rose. Es como si… estuviera alejándose cada vez más, y no puedo alcanzarlo.

Rose sintió una punzada de dolor al escuchar las palabras de Lance. Sabía cuánto se preocupaba por Oliver, y ver a los dos hermanos en esa situación la entristecía.

—Creo que está pasando por algo muy difícil —dijo Rose, buscando la mirada de Lance—. Pero no creo que sea solo eso. Me da la impresión de que Oliver está lidiando con algo mucho más grande, algo que no quiere o no puede compartir.

Lance asintió, procesando lo que Rose decía. Sabía que Oliver tenía sus propias ambiciones y luchas internas, pero últimamente parecía que esas luchas estaban consumiéndolo desde adentro.

—Quiero ayudarlo —dijo Lance finalmente, su voz firme pero teñida de impotencia—. No puedo perderlo, Rose. No después de todo lo que hemos pasado juntos.

Rose colocó una mano en el brazo de Lance, dándole un gesto de apoyo.

—No lo perderás, Lance. Estoy segura de que Oliver todavía te escucha, incluso si no lo demuestra. Solo necesita que estés allí para él, aunque no quiera admitirlo.

Lance miró a Rose con gratitud. Sus palabras le dieron un pequeño rayo de esperanza, pero también sabía que la situación no era simple. Oliver estaba cambiando, y esos cambios lo asustaban más de lo que quería admitir.

—Gracias, Rose. Hablaré con él de nuevo —dijo Lance, decidido—. No importa lo que esté pasando, no dejaré que lo enfrente solo.

Rose asintió, sabiendo que había hecho lo correcto al hablar con Lance. Ahora solo quedaba esperar que Oliver, de alguna manera, abriera su corazón y permitiera que su hermano lo ayudara antes de que fuera demasiado tarde. Mientras tanto, ambos continuarían apoyándolo, esperando que el vínculo entre los tres pudiera resistir cualquier oscuridad que se avecinara.

Gemma observaba desde la distancia mientras Lance y Rose discutían sobre Oliver, sintiendo la tensión palpable en el aire. Sus ojos, de un dorado brillante, se llenaban de confusión al ver cuánta preocupación generaba Oliver en quienes lo rodeaban. A medida que los días pasaban, la niña no podía evitar preguntarse por qué Oliver mostraba tanto resentimiento hacia Lance. Ella no entendía completamente la dinámica entre ellos, pero su intuición le decía que había algo más detrás de la actitud de Oliver.

Determinada a obtener respuestas, Gemma decidió buscar a Oliver por su cuenta. Sabía que no sería fácil, especialmente con el estado en el que él se encontraba, pero estaba decidida a comprender la raíz del problema. Se adentró en el apartamento compartido, encontrándolo en la cocina, sumido en un mar de pensamientos oscuros.

—Oliver —dijo Gemma, acercándose con cautela—, ¿podemos hablar?

Oliver levantó la vista, mostrándose sorprendido al ver a la niña. Sin embargo, su sorpresa pronto se tornó en una expresión de molestia.

—¿Qué quieres, Fer? —gruñó, usando el apodo que le había dado, pero con un tono que destilaba desdén.

Gemma no se dejó intimidar por la brusquedad. A pesar de su corta edad, había aprendido a enfrentar las situaciones difíciles con valentía.

—Quiero entender por qué estás tan enojado con Lance —dijo, manteniendo la calma—. ¿Por qué lo odias tanto?

Oliver la miró con una mezcla de sorpresa y malestar. A pesar de su actitud áspera, la pregunta de Gemma parecía atravesar su fachada de indiferencia. Se quedó en silencio durante un momento, luchando con sus pensamientos y sentimientos.

—No es tu problema, Gemma —respondió finalmente, su tono más suave pero aún cargado de frustración—. No deberías involucrarte en cosas que no entiendes.

Gemma frunció el ceño, sintiendo una oleada de tristeza por la forma en que Oliver la trataba. Pero antes de que pudiera responder, Oliver se dio cuenta de la verdad detrás de su actitud y se apresuró a cambiar su tono.

—Lo siento, no quise ser grosero —dijo, suavizando su voz—. Solo… no estoy bien en este momento, y no quiero arrastrarte a mis problemas.

Gemma, aunque herida por la rudeza inicial, vio la pequeña grieta en la fachada de Oliver. Sabía que había algo más profundo detrás de su comportamiento. Ella se acercó un poco más, sin miedo.

—Entiendo que estés pasando por algo difícil —dijo con empatía—, pero ¿por qué dejar que esto te haga daño? Lance solo quiere lo mejor para ti. No debería ser el enemigo.

Oliver apartó la mirada, recordando la advertencia que había recibido sobre perder a Gemma. Sabía que si ella se distanciaba de él, su poder se vería comprometido. Aunque su intención no era usarla, la necesidad de mantener su influencia lo llevó a tratar de controlar la situación.




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