Escape del Reflector

La corona

Oliver ya tenía la mente inquieta desde hacía días. Sabía que Gemma todavía podía ser una pieza clave en su futuro, y cada vez le resultaba más claro. Aunque el poder que obtuvo de ella era fundamental, su utilidad podía ir más allá de lo que había imaginado. Aquel día, mientras él y Lance se preparaban para ir al estudio, algo ocurrió que hizo que todo se acelerara.

—¿Estás listo? —preguntó Lance desde la puerta, mientras revisaba su bolso.

Oliver asintió, pero no pudo evitar que sus ojos se desviaran por la ventana. A lo lejos, vio una pequeña multitud reunida cerca de un hombre que reconoció de inmediato. Era el promotor del "freak show", aquel espectáculo itinerante que había visto hace tiempo. Su mente empezó a trabajar rápidamente. Sin poder resistirse, decidió que era el momento de hablar con Lance.

—Hay algo que tengo que decirte —murmuró, su tono aparentemente tranquilo.

—¿Qué es? —Lance frunció el ceño, notando un cambio en la expresión de su hermano.

Oliver caminó hacia la ventana y señaló en dirección a la multitud.

—Hace unos días, hablé con ese hombre —comenzó a explicar—. El del freak show. Quería que Gemma fuera parte de su espectáculo... y acepté su trato.

Lance se giró bruscamente, dejando caer el bolso al suelo.

—¿¡Hiciste qué!? —La incredulidad en su voz fue inmediata—. ¡¿Cómo pudiste hacer algo así sin decirme?!

Oliver levantó las manos, fingiendo calma, aunque su corazón latía con fuerza.

—Escucha, Lance, no es tan malo como suena. Sabes que Gemma tiene habilidades únicas. Solo estaba buscando una oportunidad para aprovecharlo, para que todos ganemos.

Lance lo miró, sus ojos llenos de furia.

—Oliver, ella no es un espectáculo. ¡No es una atracción de circo! ¿Cómo pudiste siquiera considerar eso? —El tono de Lance se tornó cada vez más intenso—. ¿No entiendes lo que significa para nosotros?

Oliver dio un paso hacia él, intentando mantener la compostura.

—Claro que lo entiendo. Pero, ¿no ves el potencial? Gemma podría ayudarnos a llegar mucho más lejos. No es solo para mí, es para todos nosotros. Además, ¿qué tiene de malo? —replicó, tratando de sonar convincente—. Ella quiere ser parte de algo más grande, también.

Lance lo observó en silencio por un momento, sus ojos oscilando entre la decepción y la ira. No podía creer lo que estaba escuchando.

—No, Oliver —respondió con firmeza—. Esto no tiene nada que ver con ayudarla, ni con ayudarnos a nosotros. Es sobre ti. Sobre tu ambición. No puedes tratar a Gemma como una herramienta para tus propios fines.

Oliver apretó los puños, molesto por la acusación de su hermano, aunque sabía que Lance tenía razón en parte. Pero su mente seguía buscando la manera de justificarlo todo.

—Solo piénsalo —insistió, bajando la voz—. Una oportunidad como esta no se presenta todos los días. No podemos dejarla pasar.

Lance sacudió la cabeza, tomando su bolso del suelo con determinación.

—No voy a dejar que hagas esto. Gemma no es tu herramienta, y no la vas a vender como si lo fuera.

Oliver observó cómo Lance se dirigía hacia la puerta, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para cambiar la situación. Sentía la rabia burbujear dentro de él, pero no podía hacer nada en ese momento.

—Esto no ha terminado —murmuró entre dientes mientras miraba de nuevo al promotor del freak show desde la ventana—. Todavía no.

Sabía que, de una forma u otra, Gemma seguiría siendo parte de sus planes. Solo tenía que esperar el momento adecuado para actuar.

Al llegar al estudio, Oliver fue recibido por Rose, quien siempre parecía estar un paso adelante en cuanto a sus responsabilidades. Con una sonrisa, ella le entregó algunos papeles.

—Tienes más solicitudes de modelaje —dijo, mientras hojeaba los documentos rápidamente—. Parece que realmente estás llamando la atención en ese ámbito.

Oliver frunció el ceño, tomando los papeles sin mucho entusiasmo.

—¿Y solicitudes para actuación? —preguntó, intentando mantener la calma.

Rose sacudió la cabeza.

—Nada para actuación como Lance, lo siento.

Eso fue como una punzada en el orgullo de Oliver. Apretó los papeles con fuerza, sintiendo una oleada de frustración. "Siempre modelaje, nunca actuación", pensó, mientras la sombra de Lance parecía crecer a su alrededor.

—Tal vez debería empezar por cambiarme el apellido —murmuró con un dejo de amargura, casi como si hablara consigo mismo, pero lo suficientemente alto como para que Rose lo escuchara.

Rose, sin embargo, soltó una risa ligera, tomándolo como una broma.

—Vamos, Oliver, no exageres. Cambiarte el apellido no cambiará quién eres. Además, ¿de verdad crees que eso va a hacer una diferencia? —preguntó, con una sonrisa mientras se apoyaba en la mesa.

Oliver miró a Rose por un momento, su frustración no se disipaba del todo. ¿Cómo podía ella tomarlo a la ligera? ¿No entendía lo que significaba para él estar siempre bajo la sombra de su hermano?

—Tal vez deberías dejar de obsesionarte tanto con eso —continuó Rose, dándole un suave golpecito en el hombro—. En serio, solo disfruta del trabajo. No siempre se trata de competir con Lance. Tienes tu propio camino, y te irá bien si te enfocas en lo que amas.

Oliver desvió la mirada, tratando de calmar su mente. Pero las palabras de Rose solo se sentían como un recordatorio de que, por más que intentara, siempre estaba un paso atrás. Sin embargo, no dijo nada más. Guardó su frustración para sí mismo, pero en su interior, la sensación de que tenía que hacer algo drástico seguía creciendo.

Los pensamientos de Oliver fueron interrumpidos bruscamente cuando vio a la niña, Gemma, flotando varios objetos con su magia. Estaban en el estudio solo Lance, Rose y él, y aunque sabían de sus habilidades, no era algo que pudieran mostrar libremente. Al principio, la escena parecía inofensiva: Gemma jugaba, sin darse cuenta del peligro que conllevaba.




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