Escape del Reflector

Nueva vida

El sol se filtraba suavemente entre las hojas del gran árbol donde Gemma y los niños habían encontrado refugio temporal. Habían pasado días desde el enfrentamiento con Oliver, y aunque sus cuerpos aún portaban cicatrices visibles, su espíritu comenzaba a sanar. Gemma, sentada en el suelo de la casa en el árbol, organizaba cuidadosamente una mochila. Sabía que no podían quedarse allí para siempre. La paz era algo que debían buscar más allá de esos bosques, en un lugar donde las sombras de Oliver no pudieran alcanzarlos.

—Es hora de irnos —murmuró para sí misma, aunque sabía que los niños la escuchaban.

Primero, tomó con delicadeza a Ryuho, quien estaba en su forma de serpiente, descansando enroscado cerca del fuego. Lo colocó cuidadosamente en la mochila, asegurándose de que estuviera cómodo.

—Ryuho, sé que te gusta tener todo bajo control, pero esta vez, confía en mí, ¿sí? —le dijo con una sonrisa suave.

—Hmph... sólo no me aplastes con el lagarto —respondió Ryuho en su típico tono serio, aunque una leve sonrisa se asomaba en sus ojos reptilianos.

Gemma sonrió y luego miró hacia Hiroshi, quien estaba en su forma de lagarto, descansando perezosamente sobre una roca cercana. Lo tomó con cuidado y lo colocó junto a Ryuho.

—No es justo que tenga que viajar así —protestó Hiroshi mientras se acomodaba. —Pero al menos no tengo que caminar.

—Te quejas de todo, lagarto flojo —comentó Diaval desde una rama alta, observando todo con aire divertido.

Luego, Gemma tomó una pequeña pecera donde Natter se encontraba en su forma de piraña, nadando en círculos. La miró con curiosidad.

—¿Estás bien ahí, Natter? —preguntó Gemma mientras aseguraba la pecera en un bolsillo lateral.

—Tan bien como uno puede estar en una pecera —respondió Natter con un tono resignado, haciendo un par de burbujas en el agua.

Finalmente, Gemma miró a Diaval, quien estaba posado en la rama más alta del árbol. Su plumaje oscuro brillaba con la luz del amanecer.

—Diaval, ¿estás listo para volar? —le preguntó Gemma, su voz suave pero firme.

El cuervo bajó la mirada hacia ella, y con un aleteo despreocupado, voló en círculos antes de aterrizar junto a Gemma, transformándose en su forma humana.

—Siempre estoy listo para volar, pero alguien tiene que asegurarse de que ustedes no se metan en problemas —dijo con una sonrisa traviesa.

Gemma sonrió ante su comentario y terminó de preparar su mochila. Estaba llena de provisiones, además de sus pequeños compañeros, cada uno con su propio lugar. Sabía que el viaje sería largo, pero no estaban solos. Tenía a su pequeña familia con ella.

—Vamos, chicos —dijo Gemma mientras se colgaba la mochila al hombro. —Es hora de encontrar un lugar donde realmente podamos estar en paz.

Diaval volvió a transformarse en cuervo, emprendiendo el vuelo alto sobre sus cabezas mientras Gemma comenzaba a caminar con paso firme, adentrándose en lo desconocido. Mientras avanzaban, los árboles altos del bosque se extendían ante ellos, como una promesa de libertad y un nuevo comienzo.

Esta vez, la libertad no era solo física, sino emocional. Estaban lejos de Oliver, lejos de la sombra que los perseguía. Y mientras caminaban hacia un nuevo destino, el horizonte se extendía ante ellos, lleno de posibilidades, esperanza, y la promesa de una vida mejor.

El camino se tornaba más complicado a medida que avanzaban. El bosque empezaba a despejarse, y los árboles altos daban paso a colinas rocosas que se alzaban con imponencia. El aire se sentía más ligero, más fresco, y los sonidos de la naturaleza se intensificaban en sus oídos. Gemma caminaba al frente, con la mochila bien sujeta en su espalda, mientras Diaval volaba en círculos arriba, vigilando el camino. Ryuho, Hiroshi y Natter permanecían en silencio, comprendiendo la importancia de ese momento.

Tras varias horas de caminata, llegaron a un barranco amplio. El viento silbaba entre las rocas, y desde el borde, podían ver un vasto paisaje extendiéndose a lo lejos: colinas verdes, un río serpenteante y el cielo infinito que parecía fundirse con el horizonte. Era un lugar imponente y hermoso, pero para cruzarlo, tendrían que encontrar un camino bordeando el precipicio o... volar.

Gemma se detuvo al borde del barranco, su respiración era profunda. Sabía lo que debía hacer, pero la idea la llenaba de ansiedad. Desde la última vez que había usado sus alas, su vida había cambiado. Antes, las había visto como una carga, un símbolo de su diferencia y su dolor. Ahora, el miedo regresaba, recordándole el control que Oliver había ejercido sobre ella y cómo le había arrebatado la libertad de ser ella misma.

Diaval aterrizó a su lado en su forma humana, mirando el precipicio.

—Podríamos volar fácilmente, tú también —dijo, su voz carente del sarcasmo habitual. Esta vez, hablaba en serio. —No tienes que tener miedo de lo que eres.

Gemma lo miró, sorprendida por el tono sincero de su voz. Pero lo que realmente la sorprendió fue el impulso que sentía en su interior. El barranco era amplio, pero sus alas... sus alas eran fuertes. Y por primera vez en mucho tiempo, sintió que tenía el poder para usarlas como debía.

—Tienes razón —murmuró para sí misma.

Gemma cerró los ojos y, lentamente, extendió sus alas. Las había mantenido ocultas durante tanto tiempo que el simple hecho de desplegarlas la hizo sentir vulnerable. El viento las acarició, y a medida que se extendían, sintió cómo la tensión abandonaba su cuerpo, como si liberara un peso que llevaba demasiado tiempo cargando.

Diaval observó en silencio, mientras Ryuho, Hiroshi y Natter permanecían atentos desde la mochila. No había palabras que decir. Este era el momento de Gemma, su decisión.

Con un último respiro profundo, Gemma dio un paso hacia el borde del precipicio y se lanzó al vacío.

El viento la rodeó, primero en una caída libre que la dejó sin aliento, pero luego, con un solo y potente movimiento de sus alas, Gemma se elevó. El miedo se desvaneció en cuanto sintió el poder en sus alas, el aire bajo ellas sosteniéndola, impulsándola. Era como si, por primera vez, se permitiera ser quien realmente era: un ser híbrido, fuerte, libre.




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