Paris, Francia.
15 de mayo de 2020
La vida de un criminal no era fácil...o al menos para los que estaban en prisión podía parecerlo así, pero cuando estas tomando Champán en una boutique en Francia gastando miles de euros en ropa, no parece tan mal. Uno pensaría que llevar un vida ilícita, llena de robos se pensaría que están escondidos, pero el cinismo era nuestro segundo nombre en mi familia, ladrones de cuello blanco así nos llamaban, nosotros preferíamos llamarnos importadores y exportadores de objetos valiosos, arte de miles de millones, bonos del tesoro, falsificaciones y estafas. Todo eso era parte de nuestro día a día, algunos lo verían con malos ojos, pero cuando naces en este mundo lo vez tan normal que ya no encontrabas una diferencia entre lo bueno y lo malo, si los políticos robaban millones y no recibían algún castigo, ¿porque nosotros no podíamos hacer algo parecido?
—¿Crees que sirva?–le pregunto a mi hermano Gray que se encuentra sentado en uno de los sillones de la sala privada.
—Nada grita más cinismo que un rojo escarlata...me encanta, los volverá locos.–contesta mi hermano con una sonrisa socarrona antes de volver a tomar de su copa.
—Bien, me lo llevaré amo el rojo. Creo que es todo, el abrigo rojo le dará el toque a nuestra presentación. Sacaremos canas verdes.–comentó.—O rojas.–le guiño un ojo. Me doy la vuelta para seguir mirando mi atuendo nuevo. Apenas si escucho cuando el teléfono de Gray suena y solo puede ser mi padre, llevar una vida tan...agitada como la nuestra representa no repartir nuestro número a diestra y siniestra. Apenas llevaba 2 días con un teléfono que no era prepagado, pero este no tenía ningún tipo de información, los teléfonos eran hackeables eso lo sabíamos de ante mano. Por eso yo no tenia uno.
—Bien, estaremos ahí...lo sé, si seguimos el protocolo...nos vamos. Paga.–dice cuando finaliza la llamada. Yo asiento, le hago una señal a la asistente para hacerle saber que me llevo todo.
Cuando todo está listo, me entregan todas mis bolsa.
—Que tenga buen día señora Tayler.–dice la dependiente.
—Gracias.–le digo antes de salir, esa una de las razones por las que nunca debías usar tu teléfono para guardar algún tipo de información de tarjetas, era tan fácil de clonar.
Cuando salimos mi hermano Braiden se encuentra con un auto esperándonos, subo todo mis cosas en la parte de atrás y proceso a subirle yo. El avanza rápida por las calles, hasta llegar a nuestro "hogar" o por lo menos durante los próximos días hasta que viajaremos a la siguiente país sin ley de extradición.
Tomo mi bolso donde siempre cargo lo necesario identificaciones falsas, pasaportes y dinero de distintos países. Todos nacemos con un nombre y apellido, yo nací con miles, tenia al menos 30 alias distintos que debía aprenderme, historias de vida y demás, era parte de nosotros. Y es que realmente nosotros no teníamos una historia, vivíamos a base de aleas que no creábamos historias para nuestros verdaderos yo, los únicos que sabían que los nombres de mi familia éramos nosotros mismos, ni siquiera el FBI o la Interpol sabían como nos llamábamos, no solían llamar como la familia escarlata, no contaban ni siquiera con nuestras caras, en cada ocasión dejábamos nuestro sello, siempre algo de color rojo escarlata, mi color favorito.
—Brody dice que los Interpol tienen una pista en Alemania, aunque piensa que es solo una mentira y que nos vigilan.–dice Brai, lo veo manejar tan ágil como si el auto y el fueran uno mismo, como si conociera Paris con la palma de su mano.—Tendremos que ser hacer tanto ruido como una pluma, luego iremos a Barbados.
—Adivino ¿no extradición?–digo con burla. Cada vez que algo así sucedía, donde la autoridades de mi país tenían una "pista" éramos como un buen mago, desaparecíamos hasta volver a terminar otro truco de magia.
Nosotros no éramos solamente una simple Banda de ladrones, lo que nosotros hacíamos era a base de ingenio, planes perfectamente diseñados, disciplina y mucha habilidad. Todos en mi familia tenían una habilidad que los hacía "especiales" Braiden era muy hábil cuando de transporte se necesitaba, podía encender y conducir como un Dios cualquier medio de transporte. Gray era un estratega nato además que su tamaño y músculos, lo hacían fuerte para cargar o golpear si era necesario. Uno creería que al ser una familia en no una buena posición legal mis padres hubieran tenido el cuidado de no tener hijos, pero al parecer esa no era opción para ellos, mi madre al estar embarazada de cada uno había resultado muy hábil, lo cual si le agregas que tuvo 5 hijos por lo que en cada embarazo tenía otro niño o niños chiquitos que cuidar aparte, pues resultaba una hazaña. Pero estábamos de acuerdo que mi familia no era la típica familia estadounidense, los niños solían ir a la escuela normal, yo estaba aprendiendo a sacar carteras sin ser detectada. Las carteras fueron mis primeros robos, y así fui escalando hasta llegar a lo que soy, una ágil chica con memoria eidética.
—No debería sorprenderte, sabes como funciona esto, aunque ahora han tardado un poco más tal vez se están dando por vencidos. –Gray se acomoda mejor en su asiento y sin perder de vista ningún centímetro como un buen copiloto.—Creo que el incentivo será una buena opción, el juego no puedo terminar tan rápido. Me pregunto ¿Qué color de pelucas usaremos esta vez? Me va mejor el castaño que el color fresa que nos obligaste usar la última vez.
—Oh vamos, se veían geniales.–me inclino para quedar entre ambos asientos.—Brai definitivamente tus ojos verdes combinan con el rojo fresa y Gray...bueno tú tal vez con otro tono de rojo.–sonrió y le doy un beso en la mejilla a Gray.
>>Pero esta vez iremos más al natural, mamá pensó en pelucas rubias. Dice que con la ropa llamativa es más que suficiente, pero no le veo nada de llamativo a usar una gabardina roja.