Escarlata Rebelde

20.Lyra

¿Cómo me he dejado convencer para esto? ¿De verdad es buena idea colarnos en este lugar? Cuando Ceres nos contó sus teorías, me parecieron muy convincentes o tal vez fue porque me pilló con la cabeza en otro sitio, y no me apetecía pensar demasiado. Llevo un par de días complicados, más de lo que cabe esperar dada la situación. De cualquier modo, el asunto es que ahora mismo, en este callejón oscuro y en mitad de la noche, no me parece la mejor de las ideas. Pero aquí estamos, dispuestas a colarnos en la boca del lobo.

Ceres ha hecho su trabajo, como siempre, y tras un par de días de observación, nos asegura que Audry no debería estar en el edificio. Posiblemente tiene una residencia aparte. Si Elana no está aquí y tampoco encontramos nada, puede ser un buen lugar donde continuar la búsqueda.

Nunca me han gustado los niños y por extensión, los orfanatos. Supongo que hay cosas que una no debería decir en voz alta, y mucho menos a Diana. No niego que su labor es digna de admirar, pero no va para nada conmigo. No soy un ejemplo a seguir, que digamos. Últimamente mi vida parece una sucesión de malas decisiones.

El orfanato Arroyopuro se encuentra a más de dos manzanas del Salón de las rarezas de Anmeh, dentro del barrio residencial, justo en el límite con el Barrio de los mercados. Aquí las calles, que también están adoquinadas, tienen una disposición más caótica. Está claro que es la parte más antigua del barrio, lo que se hace notar bastante por la escasez de farolas que viertan algo de luz en las aceras.

El recinto del orfanato se encuentra delimitado por un muro de ladrillos rojos, de unos dos metros de altura, tal vez un poco más. Lo suficiente para dificultar que algún niño díscolo decida escaparse y, de paso, mantener la intimidad de los que moran en su interior.

Diana lo ha visitado un par de veces para recoger a algunos niños para los que no tenían espacio. Según nos cuenta, la edificación principal, que está rodeada por un amplio césped con espacios para que los niños jueguen al aire libre y en la parte trasera tiene un jardín. El edificio solo dispone de una planta dividida en dos alas. Una dedicada exclusivamente a las habitaciones de los niños y sus cuidadores, y otra donde, aparte de los espacios comunes como el comedor o el aula de enseñanza, Diana sospecha que puedan estar el despacho de Audry.

—Ya hemos llegado— murmura Ceres

El callejón donde nos encontramos linda con el muro posterior del recinto y es por donde hemos decidido colarnos. Diana tiene la sospecha de que hay algún acceso a la casa a través del jardín. Al parecer el orfanato Luz Divina, tiene algo similar. Me sorprendió bastante escuchar contar a Diana la historia de cómo, durante un breve periodo de tiempo, usaba esa puerta para escabullirse de sus obligaciones cuando era niña, ya que no solía estar muy vigilada. A pesar de la rectitud estoica que se esfuerza en aparentar, me gusta pensar que hay una pequeña rebelde en su interior.

Miro el muro ante mí. No es demasiado alto, aun así, para alguien de mi estatura no deja de ser un reto.

—Chicas…— susurra Diana tras de mí.

Me doy la vuelta y trato de distinguir su rostro en la penumbra. Parece preocupada.

—Recordad que ahí dentro hay niños. Niños inocentes que no entienden de republicanos ni de desapariciones y que en la mayoría de los casos ya han sufrido lo suficiente como para que encima les demos un susto hoy—. Nos dice, centrando su atención en Ceres.

— No sé qué insinúas— responde Ceres en voz baja, con tono inocente—. Está bien, nada de asustar niños. Lo prometo.

— Y nada de heroísmos— continuo—. Entramos, encontramos respuestas y salimos.

Diana asiente con alivio. Está claro que no está nada cómoda con lo que vamos a hacer, y la entiendo. No creo que le gustase que nadie se colase en el Luz Divina cómo nosotras vamos a hacerlo aquí. Es por eso por lo que he venido preparada. Estos dos días me han valido para repasar encantamientos y otros sortilegios que en su día aprendí y que nunca pensé que llegaría a utilizar. Me ha venido bien no pensar en él, porque hacerlo se ha vuelto un auténtico martirio.

— Si alguna tiene algo más que añadir, es el momento— las miro expectante—. Una vez lance el silencio sobre la armadura de Diana, no nos escucharán, pero tampoco podremos escuchar nosotras mientras nos mantengamos cerca de ella. Así que estad muy atentas al entorno y no nos perdamos de vista. Tenemos unos veinte minutos hasta que el conjuro finalice a no ser que pierda mi concentración antes.

— Pues vamos listas si dependemos de que tú seas capaz de concentrarte— bromea Ceres.

Estiro el brazo para darle un cachete, pero la jodida es muy rápida.

—Sé que tú puedes— me anima Diana apoyando su mano en mi hombro

Hasta ahora estaba convencida de ello, pero comienzo a dudar. Por suerte, la visión de Diana con su armadura completa y de Ceres comprobando sus dagas me recuerda que ellas estarán conmigo si las cosas se tuercen.

—Pues vamos allá.

Alzo lentamente mi mano derecha, con los dedos extendidos como si acariciase una nota suspendida en el aire. Con la otra mano, trazo una espiral como si recogiese esa misma nota y la encerrara en un puño, mientras pronuncio el conjuro al mismo tiempo:

—"Zehn vralith... ¡Issarth nok!"




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