Escarlata Rebelde

39.Ceres

No recuerdo cómo saltamos por la ventana…

No recuerdo cómo escapamos de los límites de la mansión Shun…

No recuerdo cómo llegamos hasta Tobias…

Lo único que recuerdo son esos labios carnosos, esas curvas imposibles, esos ojos como gotas brillantes de sangre… y un deseo irrefrenable de perderme en ellos.

Te empeñas en apartarnos y tu mente se está volviendo débil, niña tonta.

Me siento en la cama, apoyando la espalda en el dosel y contemplo como los rayos del sol empiezan a filtrarse por la ventana de la estancia que ha reservado Licorambarino para mí. Deduzco que debe ser mediodía.

Me duele horriblemente la cabeza. Es como si anoche hubiese bebido hasta desmayarme. La verdad, sería preferible eso al periplo que vivimos en nuestra excursión por la Umbrae y lo que aconteció después.

Estoy tan cansada… Cansada de sentir que mi cabeza no me pertenece. De tener que imponer mi voluntad sobre las voces. De esforzarme por ignorarlas.

Cuando esa mujer me miró, lo supo. Y las hizo callar para mí. Y fue tan placentero…

Solo lo hizo para ocupar nuestro lugar. ¿Es eso lo que quieres?

—¡Lo que quiero es que me dejéis en paz! — le grito a la nada con frustración.

Las voces no responden. Pero las sigo sintiendo ahí.

Me deslizo de nuevo hasta quedar tumbada en la cama y me cubro con las sábanas en un intento vano de esconderme del mundo y alejar la frustración. Pero está claro que la realidad no está dispuesta a prescindir de mí. Así lo atestiguan los golpecitos suaves que escucho en mi puerta.

—¿Ceres? —La voz de Lyra suena cauta tras la puerta—¿Estás bien? ¿Puedo pasar?

Respiro profundamente para calmarme antes de responder:

—Adelante, está abierto…—le digo sin salir de mi refugio.

Oigo la puerta abrirse y cerrarse de nuevo. Los pasos de Lyra suenan con suavidad sobre las alfombras de la habitación, lo que me hace pensar que viene descalza. A los pocos segundos noto como el colchón de mi cama se hunde bajo el peso de su cuerpo.

—¿Qué tal vas? —me pregunta con suavidad.

—He tenido días mejores —mi voz suena más cortante de lo que desearía.

Y podrías tener más si dejases de jugar a salvar a los demás.

Lyra se levanta de la cama un segundo para apartar un poco las sábanas y colarse dentro, sin mi permiso. Puedo comprobar que aún lleva puesto el camisón y tiene todo el aspecto de haber estado durmiendo hasta no hace mucho. Se acomoda a mi lado, apoyando la barbilla en mi hombro.

—Bonito escondite—bromea— aunque poco efectivo. Las dos sabemos que ahora puedes hacerlo mejor.

—Eso parece— respondo con un suspiro.

—La verdad es que fue bastante desconcertante verte desaparecer de esa manera. ¡Y aterrador! — exclama con un mohín— Creía que me había quedado sola ante el cucho difuminado.

—Me di cuenta. La verdad es que me costó un poco asimilar lo que estaba ocurriendo. Pero fue divertido ver tu cara de pánico— le digo con una sonrisa torcida.

—Muy graciosa— protesta, dándome un leve puñetazo en el brazo—. ¿Igual de divertido que ver tu cara de boba mirando a la súcubo?

—Auch…tú ganas— contesto mientras cubro mi rostro con una mano.

Ella se acerca un poco más y rodea mi brazo con los suyos, acurrucándose. Permanecemos así durante un rato, en silencio. Escondidas, como si esas sábanas fueran un muro inquebrantable que nos aislara de la realidad exterior.

Finalmente, Lyra rompe el silencio.

—Ahora en serio… ¿Qué tal estás, después de lo de anoche?

—Pues la verdad, como si tuviese una resaca horrible. No sé qué me hizo esa mujer...

—No me refiero a eso— me interrumpe— Sé cómo funciona la magia de un súcubo. He leído bastantes novelas subiditas de tono que lo narran con detalle. Me refería a lo que ocurrió en la sala del tótem. Cuando te quedaste congelada.

¡Estúpida entrometida! Seguro que sólo quiere burlarse de ti.

—Ah…eso…—no puedo evitar encogerme.

—¿Otra vez las voces? — pregunta directamente.

—Esta vez no— contesto pensativa—. Más bien tuve una visión.

Lyra se incorpora y me mira con interés.

—¿De qué trataba?

—Creo que son retazos de lo que ocurrió la noche que empezaron las voces— me esfuerzo en recordar.

—Creía que no sabias cuando habían empezado— voltea la cabeza, curiosa.

—Y así era. Pero estos últimos tres años he estado soñando una y otra vez lo mismo.

—¿Exactamente lo mismo?

—Así es. Por eso creo que es un recuerdo de cuando era niña. De cuando todo empezó. Sólo que no consigo verlo con claridad. Hay partes difusas—me lamento.

—Ya veo—se vuelve a recostar a mi lado—. ¿Quieres contarme ese sueño?

Me paso los siguientes diez minutos tratando de recordar todos los detalles que puedo mientras le narro a mi amiga lo que me mostró la visión y mis sueños anteriores. Intento no dejarme ningún detalle. Aun a sabiendas de que tal vez haya partes que sean más un producto de mi imaginación que un recuerdo, después de tantos años. Le cuento también como las voces se lamentaban por no poder protegerme.

—Lo que vi tras la cortina…estoy bastante segura de que era otro tótem—concluyo.

—¿Crees que presenciaste algún tipo de sacrificio?

—No estoy segura. En mis sueños, esa parte está borrosa. Y en la visión no alcancé a cruzar esa cortina. Diana me sacó de ella al intentar protegerme.

—Bueno, si yo hubiese presenciado algo así de niña, creo que también me hubiese dejado tocada.

—¿Insinúas que estoy algo loca? — le digo con seriedad fingida.

—No…yo…esto…—titubea avergonzada.

¿Ves? Ni siquiera ellas te respetan.

—Es broma Lyra— la tranquilizo con una sonrisa, ignorando a las voces—. Está claro que lo que vi me afectó de algún modo que aun no comprendo. Y al parecer, exponerse a esos tótems lo está removiendo.

¡¡Te advertimos!!! No debías estar allí, y aún así, no nos hiciste caso.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.