Genial… vamos a morir aquí… rodeadas de ratas e inmundicia… ¡Por tu culpa, maldita estúpida!
—¿Ceres? —murmura Diana a mi lado.
Tanto ella como las voces en mi cabeza suenan lejanas y amortiguadas mientras un hormigueo me sube lentamente por las extremidades y me hace caer de bruces. Suerte que mi amiga está cerca para evitar que me precipite contra el suelo. Ahora que la subida de adrenalina me abandona es cuando noto el dolor de la herida en el antebrazo.
—Estoy… bien —consigo decir.
¡Y una mierda estás bien! Te has vuelto… descuidada… confiada…
Todo a mi alrededor empieza a dar vueltas y mi estómago se empieza a encoger por las náuseas. Un calor interno me empieza a quemar.
—¿Ceres, puedes oírme? ¡No te duermas! —La voz de Diana suena como si viniese a través del agua—. ¡Lyra, te necesito! Aguántale la cabeza así.
Noto cómo me tumban y Lyra sujeta mi cabeza de lado, al tiempo que me invaden las arcadas de nuevo, acompañadas de espasmos musculares. Diana empieza a examinarme con cuidado.
¿Vas a dejar que esto te venza? Al final resultará que sí eres tan débil como creíamos...
No. No pienso dejar que esto me venza.
Reúno toda mi voluntad para mantenerme despierta y muevo mi brazo para enseñarle a Diana dónde me han alcanzado.
—Aquí… duele… —logro articular.
Ella me sujeta la muñeca para examinar la herida.
—Veneno de quasit… —musita Lyra.
—Te han alcanzado. La toxina está avanzando muy rápido —dice Diana con urgencia—. Y por estas cosas es mil veces mejor llevar una armadura de metal.
Intento protestar. Con una armadura completa jamás hubiese podido despachar a esas tres criaturas tan rápido.
—¿Puedes hacer algo? —pregunta Lyra, y noto cómo intenta no parecer asustada.
—Puedo detenerlo, pero… no por completo sin… —Diana traga saliva—. Sin consumir gran parte de mi magia.
—No… —La palabra me sale ronca, pero firme—. No… hagas eso.
Lyra y Diana se quedan mirándome como si acabara de decir la mayor estupidez que hayan oído nunca.
—Ceres… —empieza Diana.
—No —repito, apretando los dientes mientras el mundo vuelve a girar—. Si consumes… tu magia ahora… luego estaremos vendidas —un espasmo me hace retorcerme—. No quiero ser… la razón de que nos… maten… después.
¿Y por eso mejor morirnos ahora?… ¡Acepta la ayuda, idiota!
Lyra me mira frunciendo el ceño.
—¿En serio estamos discutiendo esto? —protesta.
—Te necesitamos al cien por cien, Ceres —dice Diana—. He visto cómo te has movido entre esos quasit. Además, sigo teniendo mi maza para pelear.
—Puedo… aguantar —miento—. Lentifícalo. Lo justo.
Diana niega con la cabeza.
—No funciona así —dice—. Si solo freno el veneno, seguirá ahí. Tal vez te llegues a sentir algo mejor, pero seguirás estando indispuesta, Ceres. ¿Entiendes eso? Y si el conjuro termina antes de que salgamos de aquí, tal vez no pueda ayudarte.
Lyra se inclina hacia mí.
—No te necesitamos viva a medias, Ceres; te necesitamos entera.
—¿Para… que luego nos encontremos… —toso antes de seguir— otro tótem… y se me vaya… la cabeza?
Noto la boca seca, ya no por el veneno, sino por el temor que me invade ante la perspectiva de perder la cabeza.
—Eso no va a pasar, porque pienso hacerlo explotar en cuanto lo veamos —me tranquiliza Lyra antes de dirigirse a Diana—. Hazlo, Diana.
Más te vale no negarte, niña estúpida.
Resoplo frustrada, intentando ignorar la debilidad súbita que siento en las manos. Tiene razón, así soy una carga. Pero odio que mi torpeza suponga que Diana consuma parte de un poder que tal vez necesitemos luego.
—Está bien —consiento, aunque está claro que Diana no iba a esperar mi permiso.
Coloca una de sus manos sobre la herida y la otra sobre mi pecho. Toma aire y veo cómo su rostro se colma de serenidad y concentración.
—Luz de Péloran —reza en voz alta—, quema la oscuridad que invade esta sangre. Purifica su aliento y su carne con tu llama inagotable.
Cuando Diana pronuncia su plegaria, sus manos empiezan a brillar. Desde ese contacto, filamentos de luz se extienden por mi cuerpo, como si fuesen raíces. Un frío interno se agita en mi interior, pero solo dura unos instantes antes de que una oleada de calor amable me suba por el pecho y la garganta, haciendo que la presión que siento en mi cabeza ceda. Noto cómo mi estómago se relaja y mi corazón deja de latir con violencia, y vuelvo a notar la fuerza en mis articulaciones. Por un instante incluso me parece ver una sombra verdosa, como humo, salir de mí y disiparse.
Cierro los ojos y cojo aire lentamente, tomándome unos segundos para analizar cómo me encuentro, y la verdad es que me siento muy bien. Incluso me atrevería a decir que mejor que antes del ataque.
#1216 en Fantasía
#1661 en Otros
#107 en Aventura
aventura fantasia, aventura amigos, fantasia epica investigacion
Editado: 15.12.2025