Escasez de luna

CAPÍTULO 20: UNA REPETICIÓN, UNA DIFERENCIA.

Paulette.

Luego de comer, Azael me llevo a ver una película, había elegido una de romance, lo sé, puede sonar ridículo, pero es mi género preferido.

A Azael le pareció bien y después de comprar las palomitas y refrescos, caminamos hasta la sala y tomamos nuestros asientos. En pocos minutos la película comenzó y me sorprendí cuando me di cuenta de que la sala está casi vacía, solo hay dos parejas y nosotros. No pude evitar sonrojarme y de reojo miré a Azael, su cabello perfectamente peinado, sus pestañas largas que se movían al parpadear; el perfil de su nariz es recto y perfecto, labios un poco gruesos. Está concentrado en la película; sus manos entrelazadas sobre sus piernas de igual manera y al verlas me doy cuenta de que el espacio que hay entre los asientos es muy pequeño para su cuerpo.

Debe ser incómodo, pensé.

Sin embargo, su expresión es seria y concentrada, como si no le importara.

Note como la esquina de su labio se elevó en una sonrisa ladeada y solté un pequeño ruido por el susto y voltee de inmediato.

Era obvio que se daría cuenta de que lo estaba observando, un poco más y le hago un agujero en el rostro, pero ¿No debería estar acostumbrado a las miradas? Es evidente que a cualquier lugar que vaya llama la atención por sí solo.

Es algo de lo que me di cuenta no solo por su apariencia, sino porque lo vi con mis propios ojos en el restaurante y al llegar al cine. La mirada de la mesera y de las chicas de la taquilla, sin contar otras miradas de las que me percate.

Azael es alguien que con solo el sonido de sus pasos llama la atención de más de una persona, camina, mira, habla con un poder que desborda en presencia.

No obstante, ¡no por eso debes mirarlo sin siquiera disimular! Me regañé a mí misma, solté un pequeño suspiro y me prometí disimular al verlo.

Era imposible que no lo viera.

Mire la gran pantalla que proyecta la película, comí un poco de las palomitas y luego de un buen rato voltee hacia él.

—¿No comerás palomitas? — pregunté. Desde que las pedimos no ha comido ni una sola.

Su mirada va hacia mí, su expresión es seria, pero cuando nuestros ojos se encontraron, un brillo paso por el gris de su iris y su expresión se suavizó.

—No me gustan.

Su respuesta me sorprendió y asentí algo pensativa, su mirada seguía en mí y en cuestión de pocos segundos tomo tres palomitas y se las metió a la boca para luego comérselas. Rápidamente lo miré.

—Dijiste que no te…

—Estas no traen mantequillas. Saben bien —respondió con una sonrisa que mostraba sus perfectos y alineados dientes y mi corazón palpito con fuerza.

Unas grandes ganas de sonreír me consumieron y lo hice, le sonreí de igual manera. No sabía que necesitaba hacer eso, pero cuando lo hice mi pecho se sentía enorme y un ronroneo en mi interior me hizo tensarme.

¿Qué fue eso?

<<Lilith…?>> me concentre para tratar de comunicarme, espere por unos cortos minutos, no obstante, no recibí nada a cambio. Trague el nudo que se había formado de manera casi inmediata en mi garganta.

—¿Pasa algo? —la voz de Azael me saco de mis pensamientos y lo mire, un suave calor me hizo observar mi mano en donde lo sentí y mire la mano de Azael tomar la mía. Negué rápidamente y parpadeé un poco.

Quizás había sido mi imaginado, no podía ser ella.

La otra mano de Azael que se encontraba en el reposabrazos del asiento se movió y fue hasta mi cabello, acariciándolo. Nuestras miradas unidas como si fuera algún tipo de llamado. La profundidad de sus ojos calma el remolino que se había hecho en mi pecho y me devolvió la tranquilidad de hace un momento.

Después de aproximadamente una hora, la película por fin termino. Salí con una sonrisa mientras hablaba con Azael, el ambiente entre nosotros ya no era tan tenso como antes. Nos detuvimos cuando el sonido de su teléfono se hizo presente.

Dijo que era de trabajo y asentí, aproveche la oportunidad para ir al baño y el dio un asentimiento antes de contestar.

Al llegar, vacíe mi vejiga y suelte un suspiro de satisfacción, ese alivio de estar aguantando por un tiempo y al fin vaciarte, era una maravilla. Al acabar me lavo las manos y miré mi reflejo en el espejo. Me veía bien.

Mis mejillas un poco sonrojadas y mis ojos azules un poco más claros que antes. Pensé en Azael por un momento, es 14 años mayor que yo… ¿En dónde se esconde los años?

Cualquiera pensaría que está en sus 20, pero ¿32? ¡Es un maldito engaño!

Ahora que lo pienso… esa es una edad para estar casado ya. ¿Lo estará?

Mordí una de mis uñas mientras pensaba, en sí, no vive con su madre, ya que trabaja en la ciudad y quizás su esposa este allá. ¡¿Y si tiene hijos?! Rápidamente el dolor me invadió y mire mi uña, la había mordido demasiado fuerte y me lastime, ahora sangraba un poco. Abrí el grifo y limpié el dedo con cuidado.

No sé por qué sucedió esto, no debería importarme, él es el alfa y una persona, por ende debe tener una familia. Me pregunto si su esposa sabrá sobre los licántropos o si es una humana. Que tal sus hijos, he oído de las personas híbridas, pero no he tenido la oportunidad de ver a un niño.

¿Debería preguntarle a Azael? Quizás se moleste o responda mi pregunta.

Tome un poco de papel y me seque las manos, ya no sangraba por lo que sentí alivio. No quiero que recibir preguntas por esto.

Arregle mi cabello y salí tratando de dejar esos pensamientos, fruncí el ceño cuando observe la figura de Azael con una chica.

Azael tenía una expresión seria, casi molesta como si quisiera salir corriendo de la chica, en cambio, ella tenía una sonrisa tímida.

Esto se me hizo parecido a lo que paso con Ethan y retrocedí un poco con los labios entreabiertos.

N-No…

Se veía como si la chica intentara hablar con él, no obstante Azael tenía una idea completamente diferente a la de ella. Los miré en silencio hasta que sus ojos grises me encontraron y lo primero que hice fue voltear hacia otro lado y caminar hacia lo que es la salida.




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