Esclava de Sangre

Capítulo 5

Solamente un brujo podía esclavizarte por sangre.

Un brujo.

El príncipe Ulysseus era un brujo.

No podía creer lo que aquella mujer acababa de revelar. El príncipe era el hermano del rey Sebastos, el que castigaba con mano dura la herejía y pedía, con una adoración ciega, que se venerara únicamente al Dios del Sol. El Dios Sol, que, según nuestras escrituras, había creado el mundo a partir de uno de sus rayos y a la raza humana del centro de su energía espiritual.

—Así que el príncipe es un hereje—me eché a reír. Una risa cruda, ronca y sin una pizca de verdadera gracia. Que irónico resultaba.

—Por la gran madre, sigo sin creer que seas una humana Aradeana—murmuró mientras continuaba estudiando mi marca.

—Sí, sí, todos los aradeanos nacimos con esta marca—esbocé una mueca.

—¿Nacer? —ladeo la cabeza—. Nadie nace con una marca de pertenencia, la recibes. Como tu derecho por nacer en esa tierra.

—¿Recibimos la marca? Eso es ridículo, no tengo ninguna memoria de ello y, además, todos en mi reino la poseen desde pequeños.

—Puedes recibir la marca de pertenencia desde que eres un recién nacido sí, pero eso no quiere decir que sales del útero de tu madre con ella. Mira la mía, es una estrella, el símbolo de Dexaeum.

Observé por la escasa luz de la vela que los guardias olvidaron, la marca de la que la chica hablaba, una delicada estrella que también decoraba su brazo derecho. Pensé en como todos creíamos en mi pueblo que era un rasgo que nos identificaba como descendientes directos del Dios del Sol y bufé.

—Y es por estas mismas marcas que fue tan fácil para ellos encarcelarnos—suspiró—, bueno, en tu caso, tu estatus de esclava de sangre también ha influido mucho.

Entorné los ojos.

—No sé tampoco que signifique ser una esclava de sangre.

—Así que te sellaron sin tener la minina idea de en lo que te estabas metiendo, eso realmente debe ser horrible.

Pareció dedicarme una sincera mirada de compasión y por algún motivo, me hizo enojar. Nunca consideré que fuese una persona inculta, pero entre más cosas pasaban, más me percataba de que al parecer mi conocimiento sobre lo que nos rodeaba era muy escaso o casi nulo.

—Mira, una esclava de sangre es una criatura que presta su energía vital a otra. Tu aceptaste un juramento de sangre donde ligaste tu alma a la del brujo, otorgándole total control de ti.

Fruncí la frente.

—¿Para qué una persona como él querría ligarse a mí? Si de verdad es un brujo como dices, ¿qué ventaja representaría sellar a una humana que no posee magia?

Ella negó.

—Eso no es importante. Lo que importa es que estás viva, hay sangre corriendo por tus venas. Él necesita tu vitalidad, tu juventud. La sangre es mucho más importante que la magia. No hay nada más hermoso y poderoso que la vida misma.

Era mucha información que procesar. ¿Así que Ulysseus quería exprimir hasta la última gota de mi existencia? ¿ese era el verdadero motivo por el que me marcó?

—Pero si desapareció en el momento en que realizamos ese ritual—exclamé—. ¿Qué sentido tuvo?

—Ese brujo no tiene que estar cerca de ti para poder hacer uso de tu vitalidad. Sus almas ya están vinculadas de por vida, algunos dicen que hasta después de esta. El solo necesita quererlo, y ya—parecía algo apenada de mencionar lo último—. ¿no has sentido un inmenso dolor de la nada? ¿palpitaciones en tu cabeza? Usualmente así se manifiesta.

Entonces la marca de mi rostro si era la causante del dolor que me acogía con frecuencia. Apreté mi mano con fuerza, clavándome las uñas en la palma de la mano. Suprimiendo mi creciente ira.

—Bastardo.

—Sí, debe de ser un gran bastardo.

Me quedé mirando el suelo mientras la vela se apagaba y entonces los usuales murmullos comenzaron. La mujer parecía conocer el idioma puesto que pronto se unió a la conversación en voz baja y yo me apretujé más contra mis piernas. Intentando brindarme un poco de consuelo y protección. Sentí como la cola del cabello me rozó la espalda y pensé en que tal vez también estaba brindándome cierto apoyo, a su manera. Me olvidé por un momento de todo y solté el aire. ¿De qué servía continuar lamentándome por algo que no era capaz de controlar?

—Ya me dijiste que nos encontramos en Nox—dije, continuando la conversación un rato después—. ¿sabes si este lugar se llama coliseo o algo similar?

Enarcó una ceja. —¿Cómo lo has sabido?

—La anciana… con cara de cuervo. La que me trajo acá—corregí—, ella mencionó algo acerca de una especie de coliseo. Pero no sé que significa.

—Estamos en el coliseo de las sombras, en la frontera de Nox con el bosque de pertenencia.

¿Hablará del mismo bosque al que Julián me llevó?

—¿Es una prisión?

—Podrías llamarlo así, pero en realidad es un lugar de subastas y apuestas. Aquí pelean los guardianes de Akasha, los prisioneros y se subastan esclavos.

—Nunca han venido a buscarnos, no sé nada sobre esas subastas.



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En el texto hay: traicion, magia, realeza

Editado: 28.03.2025

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