Esclavos De La Unión: El Continente Renacido

CAPÍTULO 26: GENDLE

Después de coger el mineral me he encaminado hacia Gendle. Caminaba a paso rápido, pero sin correr. Tampoco es que tuviera excesiva prisa, ¿no? Los disturbios estaban lejos de la ciudad y suponía que la muerte gris y Alicia los estaban entreteniendo. Ahora me encuentro escondida en el bosque cerca de las murallas de Gendle y la situación no es la que me esperaba. Una gran nave, aunque más pequeña y silenciosa que la que habíamos visto cerca de la entrada de la cueva, estaba posada como una ave encima de la ciudad. Centenares de militares están bajando de ella y agrupándose fuera de las murallas de la ciudad, hasta que ya no baja ninguno más. Empiezan a acercarse a los guardias de Gendle.

- Alto, ¿Qué queréis?- Dice uno de los guardias.- No nos han notificado vuestra...

El guardia no llega a terminar la frase porque un disparo de uno de los militares le perfora el cráneo. Otro militar dispara al segundo guardia sin mediar palabra. Luego se adentran en la ciudad, para poco después escucharse disparos y gritos. Espero que las termitas estén a salvo, espero que Carolina haya llegado a tiempo. Temerosa de lo que les podría haber pasado, como un progenitor por sus hijos, me dirijo hacia la entrada secreta del muro. Deseo que allí no haya nadie, o que nadie se dé cuenta de mi presencia. Los tiros y los gritos siguen y al final parece que sea música de fondo, cosa que me aterra más.

Llego al muro y suspiro al ver que no hay ningún impedimento para quitar los ladrillos para poder atravesar los muros. Después de efectuar la operación me encuentro en el callejón habitual. En ese momento veo movimiento y me escondo detrás de una esquina y me asomo para ver. Veo a un grupo de militares abriendo una puerta de una patada para después disparar. Una niña consigue salir corriendo de la casa, pero la cosen a tiros. Su cuerpo agujereado se desploma en el suelo y de los agujeros de su cuerpo empieza a salir sangre como si fuera una fuente. Al cabo de poco tiempo los militares vuelven a salir. Uno de ellos pasa por el lado de la niña muerta y la aparta con el pie como si de un trasto sin valor se tratase. Luego vuelven a echar abajo otra puerta.

Aprovecho que los militares están disparando dentro de otra casa para correr y avanzar unas cuantas calles. Avanzo escondiéndome entre contenedores de basura y camuflándome entre los cueros muertos desperdigados por doquier. Poco a poco y con el corazón en el puño latiendo me a mil por hora voy acercándome al refugió. Por todas las calles que paso, se repite el mismo patrón, con algunas variables, que he visto cuando he entrado a la ciudad, grupos de militares echando abajo puertas y tiroteando. En la plaza central la situación no es mucho mejor. Desenas de cuerpos se amontonan en los puestos de fruta y verdura, de carne, de pescado. Compradores que tiñen con su sangre la ropa puesta a la venta. La fuente central ya no escupe agua cristalina, sino chorros de sangre. Todo el suelo está lleno de sangre, incluso hay militares que resbalan en ella o ciudadanos que huyendo resbalan para luego recibir un disparo por la espalda.

No hay distinción entre niños, niñas o adultos. Todos mueren por igual bajo la tormenta de balas. Una bala perdida pasa rozándome la mejilla haciéndome una herida, una bala que por poco me hace un agujero de salida en la boca. En ese momento me doy cuenta realmente de mi vulnerabilidad. Decido no atajar pro la plaza y llegar la refugió dando un rodeo.

Llego a la calle que da a la entrada. Allí yacen los cuerpos inertes de los guardias de la ciudad. Paso corriendo y de momento nadie se ha percatado de mi presencia. Finalmente llego a la entrada al sótano secreto. Abro la puerta mirando a mi alrededor para que nadie me vea y luego entro cerrándola tras de mí. Avanzo hacia el centro de neutro refugio, debajo de la fuente, poniendo todas las trampas que puedo, para escuchar si algún enemigo se acerca. Una vez llego a mi destino veo a una gran cantidad de Termitas allí. Carolina esta encima de una tarima intentando tranquilizar a los menores. En ese momento levanta la mirada y me ve.

- Por fin has llegado.- Dice contenta.- Pensaba que no llegarías nunca o que te habían matado.

Subo a la tarima lentamente.

- No, tranquila estoy bien.- Digo.

- Ahora que ha llegado Kalindra todo irá bien.- Dice Carolina a la multitud.

- ¿Estamos todos?- Pregunto.

- La mayoría ya estaban aquí antes de que empezara el ataque. Algunas de las Termitas que venían se han encontrado con los militares. Algunas han muerto.- Dice tristemente.- Pero algunos han conseguido llegar y nos han contado que estaba pasando. Aquí abajo no se escucha lo que pasa afuera.

- De acuerdo calma todo el mundo. - Digo a la concurrencia. - Lo primero es hablar con los rebeldes de otros planetas y que inicien refriegas para separar el ejército de la Unión. Janis, prepara la conexión.

Parece que las Termitas se tranquilizan un poco, pero aun así no las tiene todas consigo, según puedo ver en sus caras apagadas.

- Vigilad las entradas y las salidas y los que no estén vigilados que cojan las armas que tengamos. Las vamos a necesitar. Digo.

La concurrencia se dispersa y solo quedamos Carolina y yo en el entarimado.

- Las cosas están crudas. - Dice Carolina. Es cuestión de tiempo que encuentren una entrada o que alguna Termina que aún no hay llegado se acerque a una, la vean y la sigan. Creo que no tenemos muchas posibilidades.



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En el texto hay: distopia, tecnologia, chicas protagonistas

Editado: 24.02.2019

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