Al sonido de la trompeta se escuchaba al vocero real. Ese que tanto odiaba cada vez que anunciaba mi precencia como si se tratace de un desconocido.
--¡ Su alteza real el principe Adrien Cleveland 3ro!
Si ya se que que esto de tener el nombre de mi abuelo y de mi padre apesta, pero es mi función como futuro heredero atenerme a las costumbres de mi reino. Y bieno tampoco es que haya tenido muchas opciones para escoger teniendo en cuenta que solo era un bebé cuando me bautizaron así. Pero bueno este no era precisamente el tema a tratar con mi querido padre.
--Adrien hijo que bueno que al fin te acuerdas de tu anciano padre, este monarca casi moribundo que aún no ha logrado conocer la descendencia de su hijo porque el pobre está muy ocupado buscando al amor verdadero.
-- Basta papá de tanta palabrería, no pensabas lo mismo cuando conociste a mi madre 15 años mas joven que tú, plebeya en ese entonces y decidiste desafiar a los abuelos por hacerle un lugar en tu palacio.
--¡Cuidado como me hablas muchacho! - - gritó mi padre encolerizado. - - Tu madre era, es y siempre será el amor de mi vida y no olvides lo mas importante Laudeth es tu madre.
Tenía que reconocer que el hombre sentado frente a mi, de mirada penetrante y feroz, con ojos tan azulez como el mismisimo cielo en un dia soleado, de barba y bigote prominentes, 1.75 de altura, complexión delgada y cabello decorado de finos hilos dorados, amaba verdaderamente y de manera profunda a mi madre. La ahora reina Laudeth Verenice de Cleveland. Dama distinguida de 40 años delgada de hermosa cabellera rojiza larga hasta la cintura, recogida siempre en hermosas trenzas adornadas de florecillas naturales sus ojazos miel derochaban ternura doquier miraban y el pueblo sería capaz de dar sus vidas por cualquiera de los dos.
Respiré profundo y le bajé el tono a mi voz, sabía que para mi padre habían 3 cosas sagradas, su esposa, sus 4 hijos y el reino, y yo había tocado una de ellas.
-- lo siento papá, no fue mi intención ofender a mi madre. Sabes que la amo con mi vida. Pero precisamente en nombre de ese amor que le profesas y lo que me has enseñado no entiendo entonces porqué me quieres casar de manera forzada con Fandy. Ya se que es la hija del rey Lando y que son muy amigos pero simplemente ella es una fastidiosa. Sabes que nunca nos hemos llevado bien. Además a penas tengo 23 años y aun tengo tiempo para elegir.
--El entiende todos tus argumentos hijo.
Detras de nosotros se escuchó la dulce voz de mi madre. Corrí a recibirla poniendo una rodilla en el piso para besar su mano como era costumbre de la época.
-- Y si lo entienden porque rompen su promesa de dejarme escoger a mi esposa por amor. No para cumplir formalidades inventadas.
-- Adrien, tu padre y yo siempre emos querido lo mejor para ti. - - continuó diciendo mientras se acomodaba al lado de mi padre para recibir la caricia cariñosa que le brindaba en el rostro. - - pero tampoco podemos obviar todas las costumbres del reino. En 2 años es tu coronación y para entonces nececitas estar casado.
-- Así es hijo que maravilla tener una esposa tan sabia, y hermosa y eso es lo que precisamente deseamos para ti. Pero ninguna dama llena tus espectativas. Adrien, ya es tiempo, nececito morir tranquilo Sabiendo que gobernaras bien este reino. Nececitas una compañera de viaje.
Y entonces despues de mis caprichos entendí la logica de mis padres.
-- Está bien papá, se que aún te falta mucho para morir, pero escogere una princesa. Sólo déjame hacerlo a mi manera.
Y salí dispuesto a trazar los planes para elegir una princesa que fuera la guardiana de mi corazón y mi reino.