Escrito con sangre

VI

Mientras Dalmiro era atacado por la Gárgola, en una de las tumbas comenzó a removerse el suelo. Se formaron tumultos de tierra y comenzó a abrirse el reseco piso de la cripta. Inmediatamente después apareció una mano desde abajo de la tierra. La mano era enorme, con dedos huesudos y de carnes carcomidas. Filamentos tendinosos colgaban de las falanges, abrió y cerró el puño como comprobando su fuerza y comenzó a elevarse de la tierra. Apareció un gran brazo por debajo de la mano, también estaba con faltantes de piel y músculos desgajados, así y todo se veía poderoso; gusanos blancos como la leche complementaban el pútrido miembro. Segundos más tarde, un ser hediondo y putrefacto estaba parado sobre la tumba, totalmente afuera de su lecho mortuorio. Medía alrededor de dos metros, si bien estaba totalmente carcomido y sus carnes agusanadas, se observaba un cuerpo fuerte y musculoso, llevaba puesta una camisa color caqui (mezclada con tierra, humedad y musgo) hecha girones. Los pantalones en igual estado, color tierra, desgarrados y mostrando fuertes piernas agusanadas con rajas de carnes colgando. Su rostro era repulsivo y aterrador, tenía faltos de pellejo al punto que media dentadura  estaba expuesta, mostrando unos dientes amarronados y en descomposición, uno de sus ojos bailaba en su cuenca sin párpados ni piel que lo contuviera. El temible y repulsivo ser, comenzó a caminar torpe pero firmemente hacia la casa.

Dalmiro resignado se preparó a recibir el golpe final. La Gárgola elevó hasta el techo su garra derecha dispuesta a eliminar a su presa de un solo golpe. En un segundo de lucidez, antes del golpe final, Dalmiro notó que la Gárgola al levantar la garra, retrajo también su ala derecha dejando expuesto su pubis (si podía decírsele así, a ese engendro sin sexo y chorreante de fluidos sulfúricos), sin pensarlo Dalmiro le asestó una tremenda patada desde el suelo directo al seudo genital de la criatura, la hizo retroceder con un desgarrador grito de ultratumba, dejando un pequeño hueco por donde Dalmiro se deslizó rápidamente escurriéndose de su atacante. Logró pararse ágil e instantáneamente y corrió hacia la cocina sin mirar atrás.

En segundos Dalmiro llegó a la puerta trasera, tomó el picaporte y abrió violentamente la puerta dispuesto a escaparse de esa horrible pesadilla.

En el instante en que abrió la puerta sintió que algo poderoso lo tomó del cuello y lo elevó varios centímetros del piso. Con las piernas colgando y pegando patadas al aire, Dalmiro comenzó a ahogarse. Instintivamente tomó con sus manos el putrefacto brazo que lo sujetó, con todas sus fuerzas intentó sacárselo de encima, pero sin ningún resultado. Sentía como la presión en su cuello aumentaba, no lograba identificar qué lo había tomado, solo veía una oscura silueta humanoide y grande que cubría casi toda la puerta. La presión en su cuello cada vez era mayor y no cesaba, comenzó a sentir que las amígdalas, la lengua, la tráquea y la laringe se le desgarraban de la garganta. La presión seguía aumentando. Dalmiro estaba seguro que su cuello comenzaba a separarse de su cuerpo, de hecho ya no sentía sus piernas, sus ojos estallaban inyectados en sangre y comenzaban a cerrarse lentamente. Su cabeza, literalmente, estaba separándose de su cuerpo. El pútrido ser, en un último esfuerzo diabólico y monstruoso, terminó de cerrar su mano totalmente produciendo un horrible chasquido en seco. La cabeza inerte de Dalmiro luego de separarse del cuerpo, cayó hacia un lado; el cuerpo sin alma, cayó hacia el otro lado.

El agusanado ser, dio media vuelta y volvió a su tumba con paso torpe pero decidido. La Gárgola subió a la fuente y se convirtió de nuevo en adorno de piedra. El crucifijo giró en semicírculo hasta quedar en posición normal nuevamente. Las hojas escritas, quedaron desparramadas por todo el estudio salpicadas de sangre. El amanecer anunciaba un nuevo y soleado día de verano.

 

FIN




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