Escrito en sangre

La narradora

La madrugada llegó sin avisar.
La tormenta había cesado, pero el silencio era peor.
Un silencio que respiraba. Que esperaba.

Clara se incorporó lentamente, con la palma aún sangrando y la pluma tirada en el suelo, como un animal dormido. No había susurros, no había movimiento… solo el golpeteo distante de alguna gotera en el pasillo.

Miró el cuaderno. Estaba abierto por una página que ella no había escrito.

“Toda historia necesita a alguien que la cuente.”

Un escalofrío le recorrió la espalda.
Por un instante, juró sentir que la habitación la observaba. Como si las sombras que se pegaban a las paredes tuvieran ojos.

—No… —susurró, negando con la cabeza—. Ya terminé esto.

Cerró el cuaderno con fuerza, lo guardó en una caja metálica y le puso un candado.
Pero apenas dio un paso atrás, la caja comenzó a temblar.

Tac… tac… tac…
Cada golpe era más fuerte que el anterior.

Retrocedió hasta chocar con la pared. El candado reventó de golpe y la tapa se abrió.
La pluma se elevó despacio, flotando frente a ella, envuelta en un halo oscuro.

“Tú escribiste el final.”
La voz ya no era solo un susurro. Ahora estaba dentro de su cabeza.
“Y todo final… necesita un narrador.”

—No —dijo Clara, llevándose las manos a los oídos—. ¡Sal de mí!

Pero la voz no salió. Se expandió. Se multiplicó.
Y entonces Clara sintió la tinta recorrerle las venas como fuego líquido.
Su respiración se volvió pesada. Su reflejo en la ventana ya no era solo suyo: la sombra de la pluma estaba detrás de ella… como si la sostuviera.

“Nosotros escribimos.
Tú serás nuestra voz.”

Cayó de rodillas. El suelo se cubrió de palabras negras, formando círculos que palpitaban como si estuvieran vivos. Su nombre apareció una y otra vez, mezclado con otros nombres que no conocía.

Laura. Andrés. Julián. Ana.
Todos los narradores que alguna vez habían intentado escapar.

La habitación se transformó ante sus ojos. Las paredes desaparecieron y, por un instante, Clara estuvo dentro de un cuaderno abierto.
Los trazos de tinta formaban pasillos, escaleras que se extendían hacia la oscuridad infinita.

“No eres prisionera.”
“Eres la siguiente.”

Clara gritó. Corrió sin dirección. Pero cada paso la llevaba al mismo lugar: una mesa.
Y sobre ella, la pluma y una página en blanco.

Una frase se escribió sola frente a sus ojos:

“Capítulo 1 — La nueva historia comienza.”

Clara sintió un nudo en la garganta.
Sus dedos, empapados de sangre seca, se cerraron alrededor de la pluma sin que ella pudiera evitarlo.

Y mientras la tormenta regresaba afuera, una nueva voz —la suya— comenzó a narrar:

“Era una noche de lluvia…”



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En el texto hay: suspenso, terror, halloween

Editado: 22.10.2025

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