El aire se volvió pesado, casi líquido.
Cada respiración era un esfuerzo.
Clara tenía la pluma en la mano y el libro abierto frente a ella. La tinta goteaba, viva, moviéndose por su piel como venas oscuras que la unían al papel.
“El último narrador no escribe… reescribe”, recordó.
—Entonces eso haré —susurró, con la voz firme pese al temblor de sus manos.
El cuaderno comenzó a llenarse de nombres. Miles. Todos los que la pluma había devorado a lo largo del tiempo. Las páginas se movían solas, frenéticas, como si una tormenta invisible las agitara.
Las voces volvieron, gritando, llorando, rogando.
“No nos borres…”
“No nos dejes ir…”
“Somos tus palabras…”
Clara apretó los dientes.
—No voy a borrarlos —dijo—. Los voy a liberar.
Clavó la pluma en el centro del cuaderno. La tinta estalló, expandiéndose como una ola negra que cubrió el suelo y las paredes.
Por un instante, todo el mundo pareció romperse.
Las letras se disolvían, los nombres se mezclaban, y Clara sintió que su cuerpo también empezaba a desvanecerse con ellos.
“Te destruirás con nosotros”, murmuró una voz entre las sombras.
—Lo sé.
El dolor fue insoportable. Pero siguió escribiendo.
Con sangre. Con tinta. Con todo lo que le quedaba de alma.
“Toda historia necesita un final”, escribió.
“Y este es el mío.”
El mundo se contrajo en un silencio absoluto.
Luego, una luz blanca inundó las páginas, borrando todo.
La tinta cayó como lluvia, y la pluma se partió en dos con un sonido seco.
Clara cayó al suelo.
El cuaderno estaba cerrado.
A su alrededor, solo quedaban restos de papel roto.
Sonrió débilmente, sintiendo cómo el aire volvía a ser solo aire.
Por primera vez… no había voces.
—Terminó… —susurró—. Terminó de verdad.
Cerró los ojos. La tormenta cesó afuera.
El silencio fue tan puro que dolía.
Hasta que, en medio de la calma, una brisa movió una hoja suelta cerca del escritorio.
En ella, con una tinta que no era suya, una frase nueva comenzó a escribirse sola:
“Las historias no mueren… solo esperan otra mano.”
Y al final, una firma apareció, temblorosa pero inconfundible:
Lucía Álvarez.
Editado: 22.10.2025