Escritober (reto de octubre)

Día 3: Libros

Narra Elidium

 

Libros. Aquellas puertas que nos llevan a nuevos mundos, construidos entre suaves páginas y letras. Son aquellos portales hacia aventuras, pero también al conocimiento. A otras mentes. A otras épocas.

A otras vidas.

Te conviertes en cientos de personajes. Eres todos pero ninguno. Y vives cosas. Y huyes de tu propia realidad, buscando refugio entre sus hojas de papel y entre aquellos protagonistas de los que tanto aprendes. Y finges que todo va bien en tu vida, porque estás a salvo en los brazos de una historia. Ella se recrea en tu mente, te llena, te hace estremecer.

Crecí con un libro siempre en la mano. Viví rodeado de ellos. Mi familia era bastante pobre, y el poco dinero que me daban lo usaba para leer y aprender. En una humilde casa, rodeado de hermanas y dos padres que no me prestaban atención, mi única salida eran los libros. Eran mis cómplices de aventuras. Eran mis compañeros nocturnos, que desbordaban las noches con nuevos sueños e ilusiones. Yo, que me sentía extraño y rechazado por mi familia, fingía que era también como el héroe de esas historias.

Al crecer me volví el amante secreto de los libros. Mis padres no querían que gastara el tiempo en leer. En aprender. Pero yo lo hacía.

De los cuentos, pasé a las novelas. De las novelas, me impregné de conocimiento con libros de texto sobre diversos temas. Quería saberlo todo. Quería el conocimiento para ser más fuerte, para no quedarme atrás. Quería llegar más lejos y hacer algo con mi inútil vida.

Quería convertirme en un personaje importante, capaz de decidir sobre su vida y llegar hasta las estrellas si hiciera falta.

Cuando me pegaron, despreciándome por lo que era... Por lo que sentía, la magia apareció en mi vida en forma de un bello unicornio. Ella me salvó. Me acogió en su seno, así como lo hizo la Escuela de Magia en la que pude vivir.

Porque mi familia, tras ver como ahora tenía un don en la magia, me echó de casa por temor a convertirme en un monstruo, como ya creían que era.

Sin embargo, lo que no sabían es que así me dieron mi libertad.

Porque allí, por fin, pude ser yo mismo y sentirme atraído por cualquier persona sin distinción y sin importarme el rechazo de mi cruel familia. Sin miedo a querer.

Y allí, pasé a los libros de magia. Aprendí sobre ella, la admiré, la adoré. Y pude sentirme como algunos de esos personajes que me acompañaron en mi infancia y en mi adolescencia. Algunos eran magos, otros formidables hechiceros. Otros simplemente buscaban algo mágico para encontrar el sentido de su propia existencia.

Hoy miro atrás y veo como un simple espectador todo lo que conseguí. Casi puedo evocar a aquel joven perdido, refugiándose entre las raíces de un árbol. Temblando de frío y rompiéndose con sus propias lágrimas por una familia que no lo aceptaba. Que no le dejaban ir de la mano de otro hombre. Que no tenía un verdadero hogar. Aquel chico que se odió por ello y le pidió a las estrellas ser como sus padres querían.

Y pese a eso, logré reponerme y levantarme. El unicornio que me eligió, reconoció en mí una gran fuerza y voluntad. Y, viéndome perdido y sin rumbo, me otorgó su magia. Nuevos sueños se hicieron presente ante mí entonces. Me hice fuerte y aprendí a volar para que nadie pudiera atarme de nuevo. Aún con mis propias cicatrices latentes en mi corazón, sobreviví y jamás me rendí. Como aquellos héroes que huían de sus propios demonios. Aquellos personajes de los libros que admiré y con los que sufrí y reí.

Y me acepté. Y me quise. Y dejé de sentirme raro.

Alzo la mirada del enorme volumen que estoy leyendo y mis ojos se encuentran con los de Zulius. Sus ojos, uno ámbar y otro azul, me miran con paciencia, esperando a que acabe de leer para irnos a comer. Sonrío.

Mi mano coge la suya y cierro el libro, para alejarme un rato de aquellos mundos y vivir mi propia vida con el hombre al que amo.

Y doy gracias por todo lo que me dieron los libros. Por todas las tardes y noches donde no me sentí solo. Donde no me sentí extraño.

Por todo lo que me enseñaron y por las lecciones que me cambiaron y me hicieron ser mejor persona.

Por ayudarme a encontrar esta vida que hoy tanto quiero.

 

 



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En el texto hay: relatos

Editado: 31.10.2020

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