Escritober (reto de octubre)

Día 21: Inframundo

Narra Shadow

 

Desde pequeño creo en las criaturas del submundo, aquellos que deambulan por un mundo de sombras, frialdad y maldad. Un mundo aparte, donde se escuchaban los gritos de agonía más espeluznantes. Un mundo del que nadie quiere hablar porque es allí donde se forman las peores pesadillas jamás soñadas. Un mundo donde la luz no es bienvenida, pues la negrura se la traga y la despedaza. La devora y la convierte en el terror más espinoso. Y ese es el hogar de entes maléficos que ríen. Ríen. Siempre ríen y gritan.

Ellos me hablaban cada noche, desde niño. Ellos me llamaban y yo lloraba. Ellos nunca me dejaron solo. Nunca quise ver lo que me ofrecían. Los intentaba ignorar pero ellos nunca se rendían. Seguían, seguían. Me querían llevar. Consiguieron llevarme.

Cuando me uní a ellos sentí una extraña paz. Cuando me volví oscuro les juré mi lealtad. Ellos, anclados al inframundo, me enseñaron todo lo que sé hoy. Me sentí identificado con ellos, pues a mí me desterraron injustamente a una tierra igual de muerta, igual de gris. Igual de fría. Igual de oscura. Allí donde el olor nauseabundo de la muerte recorre cada recoveco, donde no hay vida pues la muerte se la come. Ellos están condenados a un sitio así, como yo. Como nosotros, los elfos oscuros. Su mundo parece no estar en ninguna parte, pero en todas a la vez. Como si fuera una dimensión oculta de la realidad en el que moran la encarnación de las pesadillas, los demonios de rojos ojos, los espectros fugitivos y rotos. Las quimeras más terroríficas y los monstruos que beben sangre.

Esto es lo que hacemos los elfos oscuros. Jugamos tanto con la magia oscura como con la negra y hacemos pactos de sangre con estas criaturas. Ellas siempre recurren a nosotros, como nosotros recurrimos a ellas. Siempre están a nuestro alrededor y acechan a los mortales. Se cuelan en sus pesadillas hasta hacerles mojar la cama y dejarles temblorosos. Poseen sus cuerpos y objetos mientras ríen sin parar. Ellos quieren salir del inframundo, pues están rabiosos. Tienen hambre. Ellos quieren sangre y terror. Ellos quieren la maldad. Ellos quieren alimentarse del miedo que producen. Muchos nos consideran a nosotros, los elfos oscuros, como demonios escapados del submundo. Puede que seamos similares, después de todo. Anhelamos lo mismo. Amamos la oscuridad y el caos. Engañamos. Servimos a Rydur, Dios de la Oscuridad y la Maldad. Pero realmente no somos lo mismo. Ni siquiera han visto los que ahí allí, entre las tinieblas mas frías. Demonios de miles de formas. De miles de caras. De miles de auras malignas. Muchos, demasiados, que deambulan por la oscuridad. Son diabólicos y hacen temer. Pero a nosotros no nos dan miedo y reímos con ellos.

En su mundo no has colores, pues no hacen falta. No hay luz, pues no la necesitan. A veces hace hace un frío que congela, y otras calor que parece abrasarlo todo. Y en cada rincón del inframundo navega un silencio de ultratumba que solo se rompe por algún que otro grito que desgarra. Por las risas más siniestras capaces de congelar la piel. Por voces descosidas que cantan a veces y lloran otras. A veces susurran, les encanta susurrar. A veces se escuchan ruidos metálicos que vienen y van. Y luego, el sonido del vacío y la nada regresa y lo tapa todo como una manta.

A veces, los elfos oscuros descendemos a ese mundo para llenarnos de su oscuridad. Para hacer pactos con ellos. Nosotros ya lo hemos visto. Lo hemos recorrido muchas veces. Ellos nos dejan pasar, porque nos necesitan y los necesitamos.

Cuando abro los ojos, salgo de su mundo y mi alma oscura regresa a mi cuerpo. Mi piel está helada, pero me gusta. Sonrío, y en mi cabeza escucho el eco de sus risas. Mis elfos oscuros también despiertan y me miran, sonrientes.

Un nuevo pacto se ha creado. Un nuevo plan va a comenzar. Estará tejido gracias a la magia negra y la magia oscura, que empezará a devorar todo lo conocido.

Es hora de salir de nuestra prisión. El inframundo está de nuestra parte. 

 



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En el texto hay: relatos

Editado: 31.10.2020

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