(Nota: En el mundo de mi novela no existe como tal Halloween, pero existe La Noche del Terror, un equivalente a esta festividad)
Narra Diana
Hace mucho, mucho tiempo, antes incluso del primer contacto entre los elfos y los humanos, los taonienses vivían aterrados entre las sombras. Sus días estaban repletos de desconcierto, temor y duda por lo que podría pasar. Vivían sus tristes vidas siempre alertas por si en cualquier momento algún ser siniestro los secuestraba. En la tierra vecina, se contaba, había seres malvados y una magia espeluznante con la que podían vigilar cada uno de sus pasos. Había espíritus que te perseguían y demonios que si te miraban estabas perdido. Había monstruos que devoraban rostros o arrancaban tus huesos. Había criaturas que bebían toda tu sangre y seres diminutos que te iban devorando sin que te enterases o que sustraían tu energía hasta robarte el alma. Había brujas de ojos rojos y maldiciones si pisabas ciertos lugares.
Lo cierto es que era simple sugestión de las personas cubierto de un miedo por lo desconocido. Habían llegado rumores de que más allá del mar se extendía un reino mágico lleno de criaturas gracias a ciertos exploradores que se habían acercado por mar. La gente le temía muchísimo a esa magia y empezaron a preocuparse. Así, fueron llegando historias que se iban transformando de boca en boca. Empezó a circular el rumor de que aquellas criaturas malvadas se habían enterado de la existencia de los humanos y que se preparaban para su llegada a Tao para poder robarles sus almas.
El terror era tal quela gente empezó a colgar de sus casas distintos símbolos que supuestamente alejaban a los espíritus y los entes malignos: huesos, símbolos arcanos tallados en madera, alimentos que supuestamente alejaban las malas energías...
Hasta que un día alguien, cansado de tenerle miedo a aquello que supuestamente iba allegar, se lanzó a una aventura de exploración a aquel reino para comprobar si realmente existía todo lo que se contaba. Les pidió a los habitantes que, aunque no regresara, no vivieran con tanto miedo o acabarían por consumirse. Dijo también que él intentaría evitar que los monstruos llegasen a Tao, le costara o no la vida.
Y Jamás regresó. La gente empezó a hacer ceremonias en su honor cada 31 de Hangan, el día en el que se fue, y juraron dejar de tener miedo como le habían prometido al aventurero. Lo cierto es que con esas ceremonias poco a poco empezaron a olvidar ese miedo irracional que le tenían al reino vecino. Mucho después se descubrió que aquel hombre se había enamorado de una ninfa y que por eso no había vuelto, pero la tradición se mantuvo y fue así como, generación tras generación, nació la Noche del Terror. La festividad no desapareció ni tras el primer contacto con los elfos y sus consecuentes guerras, por lo que hoy en día se sigue haciendo. En ella, los humanos celebran el haber superado ese temor hacia el reino vecino y su magia, y se disfrazan de cosas terroríficas para demostrarlo. El significado inicial de la celebración se ha ido perdiendo y transformando con el pasar de los años, y se ha convertido en una festividad bastante divertida donde se hacen fiestas, se ven películas de terror y se cuentan historias.
Es la primera vez que Dorian nos arrastra a los tres para celebrarla. Cuando no los conocía, me solía quedar en casa y veía películas con mi madre. A veces, de niña, me vestía de bruja y jugaba a hacer hechizos y soltar maldiciones a quien me caía mal. Al parecer Dorian solía celebrarlo a lo grande y no ha querido perder esa tradición. No sé como ha conseguido convencer a la Eliel, que incluso se ha puesto un disfraz. En Álfur no existe esta celebración, por lo que es bastante gracioso ver a los elfos uniéndose a ella. Yo estoy disfrazada de mujer loba, cosa que no ha sido del todo difícil. Dorian va de brujo, con una túnica negra y un gorro con un toque desgastado y tenebroso. Eliel va de diabla, con un traje rojo bastante atractivo y unos cuernos sobre su cabeza. Se ha maquillado para la ocasión, incluso. Hino, en cambio...
—Estoy ridículo —dice mi pareja. Tiene una larga capa negra y un traje negro y rojo bastante elegante. Lo observo mientras se pone unos colmillos falsos que le dan un toque extraño.
—Venga, ¡serás el vampiro más atractivo del mundo! —digo, con diversión.
—Si yo me he disfrazado, tú también —replica Eliel—. Haremos todos el ridículo apartes iguales.
—Bueno, tú no estás para nada ridícula —comenta divertido Dorian, mirándola de arriba abajo.
—¿Quieres que te arranque el alma? —amenaza Eliel.
—No, estoy bien...
—Así me gusta.
Yo río y me agarro al brazo de Hino. Creo que esta noche va a ser bastante divertida.
Juntos, salimos de la casa para dar y recibir sustos y bailar bajo la luna llena.