Escritores del destino

Capítulo 5

Lenin había perdido la conciencia como Eliot había pronosticado, así que él no tuvo problema para poder teletransportarse con ella hasta una sección de la academia donde sabía que podría conseguir a la persona que lo ayudaría en su plan.

Cayden estaba inmóvil, helado, observando cómo Eliot se desplomaba en el pasillo mientras tenía en sus brazos a una joven.

Eliot volteó a mirar a Cayden y desplegó una sonrisa.

—¿Ves, Cayden?, yo siempre tengo la razón —su voz se escuchaba quebrada y bastante débil—. Sabía que no era cierto, mi hermana no había muerto en ese accidente de auto, mírala, está sana, no tiene heridas.

Eliot comenzó a toser sangre y con bastante dificultad se recostó a la pared, abrazando con fuerza a Lenin.

Cayden, lentamente se acercó a él mientras analizaba la situación.

—Eliot, tú… ¿qué hiciste? —preguntó.

—Cayden, nosotros mejores amigos, ¿verdad? —Eliot desplegó una sonrisa—, no tengo mucho tiempo para esperar a que medites la situación, necesito de tu ayuda.

—Eliot, ¿por qué lo hiciste?, ¿por qué cambiaste el destino de tu hermana?

—Oye, prometí a mis padres que la protegería. No podía dejar que acabara con su vida de esa manera, ¿sabes? Ella tiene miedo a nadar y decidió tirarse de un puente, ¿te imaginas lo asustada que debió estar para suicidarse de esa manera?

—Y por eso ahora tú morirás.

—Si es por salvarla, no me interesa.

—¿Por qué?, ¿por qué dar la vida por alguien tan débil.

—Porque la amo, es lo único que me queda —respondió Eliot—. Cayden, el día que aprendas a tomar tus propias decisiones, lograrás entenderlo. Por el momento… —Eliot volvió a toser sangre y se le dificultó respirar— prométeme que la vas a proteger, que la cuidarás hasta que veas que es mucho más fuerte que tú y yo juntos.

Cayden comenzó a negar con la cabeza y endureció su rostro.

—Cayden, por favor… —suplicó Eliot— por nuestra amistad.

Era la primera vez que Cayden sentía un ligero dolor en su pecho. Sus ojos no dejaban de observar cómo la agonía de su mejor amigo poco a poco lo iba consumiendo, y aquellos ojos marrones verdosos se iban oscureciendo.

—Bien, te lo prometo —dijo Cayden de un impulso—. Protegeré a tu hermana con mi vida, la cuidaré como tú me cuidaste a mí. Así que… puedes ir tranquilo; quien intente hacerle daño, lo mataré.

Eliot, con las pocas fuerzas que le quedaban, extendió a su hermana y Cayden la tomó rápidamente en sus brazos.

—Cayden, eres el mejor amigo que pude tener y el estudiante más problemático que me pudieron dar.

Eliot desplegó una sonrisa y recostó su cabeza a la pared para así poder dar su último aliento de vida.

A Cayden le hubiera gustado poder llorar en aquel momento y quitar el dolor que consumía su pecho, pero se le hacía imposible. Sólo podía reducirse a ver el cuerpo sin vida del hombre frente a él.

Bajó lentamente la mirada hasta su mano izquierda donde había salido una marca de la letra alpha que siempre le recordaría la promesa que le hizo a su mejor amigo.

Se escucharon unos pasos y Cayden volteó rápidamente a ver de dónde provenían. Estaba bastante alerta hasta que vio que una joven alta, de cabello negro liso, piel morena, que vestía un vestido blanco ceñido al cuerpo, se acercó a él con paso afanado.

La joven lloraba en silencio mientras contemplaba el cuerpo de Eliot. Lentamente se agachó y abrazó al joven.

—Violet —llamó Cayden.

—Llévala a tu cuarto, déjame sola con él, por favor —pidió la chica entre sollozos.

—Bien —aceptó Cayden.

—Eliot borró parte de sus recuerdos —informó la joven morena mientras tenía una mano en la frente de Lenin—. Ella no recuerda a Eliot, para esta chica él nunca existió. Así que tenemos prohibido hablarle de él o haremos que recuerde su muerte y el trabajo de Eliot habrá sido en vano.

—¿Por qué? —inquirió Cayden.

—Porque volverá a morir. Ella es alguien que no debería existir en este momento, así que un simple recuerdo del instante en que se suicidó detonará su muerte.

Cayden se sentó en un sillón de cuero que estaba al lado de la cama y observó fijamente a la joven que dormía profundamente.

—Lleva dos días durmiendo, ¿estará bien? —inquirió Cayden.

—Sí. El cambio de destino fue algo bastante fuerte para ella y necesita recuperar las energías perdidas.

—Violet.

—No me llames así, aquí soy Ruth —regañó la chica.

—Bien, Ruth, ¿cómo haremos cuando Lenin se despierte?

—Será estudiante de la academia. Saben que es la hermana de Eliot, pero aún no saben que Eliot cambió su destino y ella sobrevivió, así que debemos ocultarlo —explicó Ruth.

Lenin caminaba por la larga calle en medio de la lluvia intentando encontrar algún lugar seco en el cual pudiera refugiarse. Una fuerte brisa helada sopló y la joven se abrazó a sí misma para intentar controlar el tintineo de sus huesos, el hambre se apoderaba de su estómago a tal punto que lo hacía doler y debilitar todo su cuerpo.




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