Escritores del destino

Capítulo 7

El profesor siguió dando su discurso, donde Lenin se dio cuenta que su única finalidad era emocionar a los estudiantes, aunque, en ella, obtuvo todo lo contrario. Sentía que estaba en el lugar equivocado y sólo deseaba estar en su cuarto arropada debajo de las tibias sábanas de su cama.

Fue tanto su nerviosismo en toda esa larga hora, que sus manos temblaban y se repetía una y otra vez que no quería estar allí. Empezó a sentir un gran mareo en todo su cuerpo, su respiración era muy agitada y sentía que los gritos de emoción de los estudiantes se escuchaban lejos.

—Lenin, ¿qué te sucede? —escuchó la voz de Fer mientras la veía fijamente con el rostro algo asustado.

—¡¿Qué le sucede?! —inquirió Chris preocupado, se levantó de la banca y se acercó a ella, puso una mano en su frente creyendo que tal vez era algún resfriado o malestar común.

—Yo… no quiero estar aquí, no, no, no —se empezó a alterar Lenin—. Me quiero ir, no…

Fer y Chris se vieron fijamente asustados al ver que la joven parecía que iba a desplomarse de lo mal que estaba.

—Lenin, tranquila —intentó calmar Chris hablando pasivamente—. Ya, ven, vamos para que tomes aire.

El profesor posó su mirada fija en lo que sucedía al fondo.

—¿Qué está sucediendo? Por favor, siéntense —dijo el hombre.

—Profesor, Lenin está enferma, no sabemos qué le sucede —informó Fer un tanto alterada.

Todos los estudiantes rodaron la mirada hasta los chicos y algunos que estaban cerca, se levantaron para ir a curiosear.

—¡Siéntense! —ordenó el profesor mientras subía los escalones.

Se acercó a la chica y vio su rostro pálido, su cuerpo temblaba mientras repetía una y otra vez.

—Yo no quiero estar aquí, yo no quiero estar aquí…

Lenin comenzó a llorar y abrazó a Chris, quien parecía entender lo que le sucedía a la joven.

—Un ataque de pánico —le dijo al profesor.

—¿Fue seleccionada? —preguntó el hombre bastante serio.

—Sí, señor —respondió el joven.

El profesor dejó salir un suspiro lleno de mucha decepción y después llevó una mano a su entrecejo tratando de calmarse.

—Llévala a la enfermería —pidió el maestro.

—Sí, señor —aceptó Chris bastante serio.

—¡Yo también voy! —soltó Fer detrás de su amigo, miró de cerca a Lenin con rostro muy preocupado.

Todo se volvió un gran desorden cuando la joven se desplomó mientras terminaban de bajar los escalones y Fer soltó un gran grito de angustia. Los estudiantes se acercaron para ver de cerca y el profesor intentaba alejarlos.

Lenin se despertó y sintió un fuerte dolor de cabeza. Llevó una mano a su frente mientras fruncía el ceño.

—No te muevas, vas a lastimarte —vio una enfermera que estaba frente a ella.

—¿Ya despertó? —era la voz de Fer al fondo.

—Sí —respondió la enfermera.

Lenin notó que tenía puesto un parche en su mano.

—¿Qué sucedió? —preguntó, su voz se escuchó maltratada y bastante ronca.

—Tuviste un ataque de pánico —contestó la enfermera.

Lenin hizo completo silencio al escuchar aquella respuesta, un ataque de pánico y en su primer día de clase, ¿qué más podría salir mal?

—Lenin —a su vista apareció el rostro pecoso y triste de Fer—. Ay, niña, me diste un susto horrible…

—Lo siento —se disculpó la joven.

Después de unos minutos, Chris entró a la enfermería y reparó el rostro de Lenin, algo que a la joven le apenó en gran manera. Ahora que recordaba lo sucedido anteriormente, se moría de la vergüenza, dio un gran espectáculo el primer día de clase.

—Bueno, ya toda la clase sabe que fuiste elegida. La directiva sancionó al profesor por no haber revisado la lista, si lo hubiera hecho desde un principio, habría sabido de ti —dijo Chris—. También tenemos algo de culpa, debimos haber dejado que alzaras la mano.

—Si todo ese alboroto no se hubiera hecho, no te habrías asustado de esa manera —soltó Fer.

—No… yo fui la culpable, ustedes no tienen nada que ver —replicó Lenin—, yo… me volví loca de repente.

Fer soltó una pequeña risita por lo bajo, aunque, Lenin alcanzó a escucharla.

—Fue un show —se burló, apretó los labios intentando retener la risa.

Lenin comenzó a reír avergonzada, después lo hizo Chris y al final terminaron todos carcajeando.

—Fer también se volvió loca cuando te vio desmayarte y yo me tropecé con los escalones y los dos rodamos —Chris mostró su brazo—, mira este moretón.

—¡Fue un espectáculo total, el profesor trataba de calmarnos, pero él también estaba como loco gritando y eso sólo empeoró las cosas! —dijo Fer y después soltó otra carcajada.

—Lo único de lo que se ha hablado todo el día en la academia es del revuelo en el salón ciento uno, ya todos te conocen —informó Chris.




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