Lenin se sentó en la cama con un semblante muy triste, alzó la mirada a Ruth y un gran silencio las sumió.
—Lo siento, —fue lo único que se le ocurrió decir— ayer… no sé qué me pasó.
—Tranquila —dijo Ruth y se sentó en el borde de la cama—. Los primeros días en la academia son muy difíciles.
—No es eso —replicó Lenin—. Cayden…
—Lenin —interrumpió Ruth—. Ya estoy informada sobre lo sucedido con Cayden y hablé con él. Está dispuesto a cambiar su personalidad contigo para que se lleven mejor.
—No, pero yo no quiero ser su compañera —soltó Lenin con tono preocupado.
—Lenin, —Ruth miró con detención a la joven— eres y seguirás siendo la compañera de Cayden.
—¿Por qué?
—Porque así debe ser —respondió Ruth.
—¿Debo dejar que Cayden me trate mal y sea posesivo conmigo? —inquirió Lenin con el rostro muy triste.
—No, claro que no. Él dijo que cambiaría y eso hará.
—No creo que eso sea cierto. Cayden tiene una fama terrible en la academia y ahora entiendo la razón —dijo Lenin.
—Por favor, no juzgues a Cayden sin antes conocerlo —pidió Ruth—, intenta comenzar de cero con él, ser su amiga. Lenin, sé que puedes lograr verlo de una manera muy diferente a como lo ven el resto de personas en esta academia y… el resto del mundo.
—¿Por qué debo verlo de manera diferente?
—Esa pregunta no la puedo responder, debes averiguarla por ti misma —dijo Ruth muy seria—. Sólo puedo darte ese consejo, intentar ver más allá de lo que muestra Cayden al mundo.
Lenin no entendía la razón del por qué Ruth le decía aquello, pensaba que se podía ver a simple vista que ella no tenía ninguna intención de conocer el interior de Cayden. Sólo deseaba alejarse de él y nunca más volverlo a ver.
“La odio” eso le pareció escuchar a la joven que pronunció Cayden. Si fue él quien dijo aquellas palabras, ¿qué razón tenía para hacerlo? Eran completos desconocidos, no había razón alguna.
Cayden estaba sentado en un sillón mirando por el balcón la mañana bañada por la llovizna mientras dejaba que su mente se sumiera en sus pensamientos. Debía practicar combate con Lenin en un par de horas, pero lo menos que deseaba hacer era verla ese día.
Se levantó del sillón y salió del cuarto, caminó por el largo pasillo de los dormitorios y al salir del edificio, se dirigió a otro que quedaba en frente, entró a lo que claramente se podía ver como un gimnasio.
Intentó ejercitarse, pero un dolor en su mano izquierda no lo dejaba rendir como deseaba. Decidió quitarse los guantes de sus manos y posó su mirada en la mano que no dejaba de arder y la marca de juramento que había en ella comenzó a sangrar.
En aquel momento entendió algo, un escritor no debía atarse a ninguna promesa, después… el peso de esta sería demasiado grande para poder soportarlo.
Lenin caminaba por el largo pasillo totalmente perdida al no saber dónde quedaba el gimnasio al cual debía ir. A lo lejos vio a Saymon que estaba siendo acompañado por el mismo chico de rasgos asiáticos.
—¡Saymon! —llamó.
La joven comenzó a caminar con rapidez hasta él, quien ya la había visto, pero, notó que Saymon parecía estar ignorándola. Esto le pareció muy extraño, aunque, prefirió dejar que se fuera. Por alguna razón sus pensamientos dedujeron que tenía algo que ver con Cayden y la conversación que ellos tuvieron.
Lenin comenzó a buscar el gimnasio hasta por fin dar con él. Lo encontró solamente con una persona y esta era Cayden, quien se encontraba revisándose las manos, algo que confundió a Lenin al parecerle extraño.
Ella comenzó a acercarse a él y al ya estar cerca, sus ojos se concentraron en las manos del joven que no estaban cubiertas por sus guantes negros.
—Amm… —la joven no sabía qué decir.
—Llegas tarde —dijo Cayden con su típica voz enojada.
—Me perdí.
—¿Te perdiste? —Cayden enarcó una ceja con mucha incredulidad.
—No conozco la academia, obviamente me iba a perder con lo grande que es —explicó Lenin enojada al ver que él no había cambiado su manera de tratarla.
Cayden parecía no importarle lo que estaba explicando Lenin y se volteó para dirigirse a una barra que estaba a unos metros de distancia de él.
—¿Qué es lo que te he hecho? —preguntó Lenin.
Necesitaba esclarecer aquella relación que estaba teniendo con Cayden, saber si en realidad él la odiaba o simplemente era normal que el joven tratara mal a sus compañeros como todos decían.
Lenin caminó con rapidez detrás de Cayden y se interpuso en su camino. Era la hora de enfrentarlo, no podía seguir siendo la misma chica miedosa y tímida que él podía dominar.
—¿Por qué dices que me odias? —interrogó.
Cayden endureció su mirada y esquivó a Lenin, pero ella estaba empeñada en enfrentarlo. Lo volvió a seguir y al detenerse el joven, ella quedó dándole la espalda a una pared blanca y lisa.
—No entiendo qué razones tienes para odiarme, sólo llevamos unos días de conocernos —explicó ella—. Además…
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Editado: 02.05.2025