Lenin inclinó lentamente la mirada mientras mantenía los dedos de sus manos reposando sobre sus labios.
—Al principio, —apartó la mano de su boca— cuando ingresé, el profesor me dejó todo el día tratando de materializar una simple hoja de papel, pero no logré hacerlo.
Lenin estuvo a punto de decir lo mal que se sintió al recibir las burlas de sus compañeros, pero no le pareció relevante para el momento y menos si se trataba del serio e inexpresivo Cayden.
—Seguramente lo produjo tu esencia —explicó el joven.
Cayden estiró su brazo izquierdo y en la palma de su mano comenzó a aparecer una hoja de papel blanca la cual era traspasada por pequeños destellos de luz azul clara.
—Los límites de poder de los “Escritores del destino” es un completo misterio, así como también lo es su esencia —explicó Cayden mientras observaba el papel flotar sobre la palma de su mano.
—¿También eres auditivo?
—No, soy un ordinario de alto nivel, puedo materializar algunos objetos sin necesidad de escribirlo. Pero conocí a una persona que era igual que tú —Cayden hizo que el papel desapareciera y volteó a ver a la joven—. No puedes dejar que nadie descubra tu esencia, aunque, también debes desarrollarla todo lo que puedas.
—¿Y cómo puedo desarrollarla? —inquirió la joven con mucha curiosidad.
—Practicando —respondió el joven mientras la veía fijamente.
Lo primero que Cayden hizo que la joven practicara fue esa sufrida materialización de la hoja de papel blanca.
—Hoja de papel blanca —dijo Lenin mientras tenía su brazo derecho sostenido en el aire.
Lenin miró fijamente su mano implorando que resultara, fue tanta su concentración que poco a poco la hoja de papel comenzó a aparecer flotando sobre la palma de su mano.
—¡Oh, no puedo creerlo! —gritó la joven emocionada mientras tomaba la hoja de papel con sus manos.
Lenin volteó a ver a Cayden que estaba sentado en un sillón de madera a su izquierda.
—¡Lo hice, lo hice! —soltó eufórica— ¡sí, lo hice, al fin!
Y así fue como Lenin pasó horas practicando en aquel bosque. Después de esa hoja de papel, debió materializar todo tipo de objeto, desde una silla, hasta un piano, que, desgraciadamente, al ser probado por Cayden, sonó totalmente desafinado.
Aunque, Cayden le dijo que, para ser su primer entrenamiento, avanzó mucho.
—En los primeros días de entrenamiento te sentirás muy agotada, a veces con fuertes dolores de cabeza —explicó el joven—. Por lo mismo, aunque no te sientas mal ahora, deberás practicar solamente ocho horas, de lo contrario, enfermarás.
Los jóvenes salieron del bosque cuando ya había caído la noche. Fue la primera vez que Lenin había tenido una larga conversación con Cayden y le tomó un poco de confianza. Podía soltar pequeñas risitas frente a él.
—Cayden, ¿y también puedo materializar dinero? —le preguntó.
—¿Para qué quieres hacer eso?
—Bueno, si materializo mucho dinero podría volverme millonaria —Lenin soltó una risita maliciosa—, ¿no has pensado en esa idea? Si te haces un hombre rico no deberías estar encerrado en esta academia y podrías vivir como tú quieras.
—Lenin, el dinero no es importante, de hecho, se vuelve muy insignificante cuando se trata de enfrentar a la academia. Nadie ha podido salir de este lugar vivo.
La sonrisa de Lenin se esfumó por completo y tornó su rostro serio. En pocas palabras, Cayden le dijo que era imposible huir de la academia.
Los jóvenes caminaban por un pasillo que los llevaba hasta los dormitorios. Cayden le informó que él dormía en la habitación continua de la joven, así que, si llegaba a necesitar algo, podía tocar a su puerta.
Al momento de Lenin entrar en su habitación, encontró a Ruth cruzada de brazos y sentada en el sillón al lado de su cama.
—¿Dónde estabas? —le preguntó bastante furiosa.
La mujer se levantó del sillón y caminó hasta estar a pocos centímetros de Lenin.
—Con Cayden, estábamos entrenando —respondió la joven.
El semblante de Ruth se suavizó.
—Ah… con él —soltó mientras llevaba las manos a su cintura—. Para la próxima vez, por favor, avísame. He estado muy preocupada desde que entré y no te vi.
—Lo siento.
—No importa. Dime, ¿qué estuvieron entrenando?
—Materialización de objetos.
Ruth comenzó a caminar en dirección al mueble para volver a sentarse.
—Dime Lenin, en el momento en que estuviste en la prisión mental, ¿qué recuerdos alcanzaste a ver?
—Ninguno en específico, —Lenin dejó salir un suspiro— pero sí recuerdo haber escuchado una voz.
—¿De Cayden? —inquirió Ruth ya sentada en el mueble.
—No, era la voz de otro hombre, me decía algo como… —Lenin quedó pensativa— Como que estaría conmigo siempre.
—¿Era la voz de tu padre?
—No, no era la voz de mi padre. Creo que nunca he escuchado la voz de ese hombre, aunque, a la vez se me hace muy conocida.
#2208 en Ciencia ficción
#5519 en Thriller
romance, misterio romance secretos intriga, fin del mundo y muerte
Editado: 02.05.2025