Escritos de ella

#3: Lágrimas que curan

 

En aquel rincón de ese oscuro y desordenado cuarto estaba ella.

Esta vez era diferente, no buscaba acallar sus pensamientos ni ocultar sus sentimientos. Se estaba liberando, estaba dejando que todo dolor saliera de ella.

Allí, en silencio, permitió que lágrimas espesas rodaran libres por sus mejillas. Esa era su manera de liberarse, de dejar salir todo lo que sentía, no sólo hablar, ya que llorar le hacía sentir que purificaba su alma y que su carga era menor.

Lloró y lloró, hasta el cansancio, hasta que sintió sus ojos hinchados y su nariz tapada.

Se recostó suavemente en su cama y cerró sus ojos.

Otra vez estaba lidiando con un dolor grande, pero de forma diferente, no se estaba cerrando ni aislando, estaba sacando todo lo que sentía.

Sin embargo, estaba sola y no era de extrañarse, era igual a las otras veces.

Más ella estaba dispuesta, por primera vez, a abrirse a alguien. Sólo esperaba no demorar mucho en encontrar a esa persona ya que necesitaba hablar sinceramente, sobre todo.




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