En los días más oscuros de su existencia, Javier se hallaba al borde del abismo.
Cansado de la vida y desesperado por encontrar un escape, sucumbió a sus pensamientos más lúgubres y decidió poner fin a su sufrimiento.
Se encaminó hacia el bode del mirador, La Puerta del Diablo, donde pretendía acabar con su tormento de una vez por todas.
En ese preciso momento, se topó con una figura imponente que emanaba un aura de poder indescriptible. Era el mismísimo príncipe de las tinieblas, quien lo detuvo en seco con una mirada penetrante.
—¿Qué haces, humano? —inquirió Lucifer con voz grave y profunda.
Javier, sobrecogido por la presencia del ser infernal, apenas pudo articular palabra. Pero el ser demoníaco leyó en los ojos del hombre su intención fatal.
—El suicidio no es la respuesta a tus penurias. Hay otros caminos que puedes seguir.
Intrigado por las palabras del demonio, el hombre prestó atención mientras Lucifer le revelaba un destino diferente. Le mostró visiones de un futuro donde Javier se convertía en un gran escritor, un maestro de las palabras capaz de conmover a las almas más indiferentes.
Después de aquel encuentro, Javier abandonó su plan de autodestrucción y abrazó la nueva senda que se le presentaba.
Así, al terminar de escribir su primer libro —Ángeles y Demonios— sintió cómo su espíritu se elevaba y su dolor se desvanecía.
Los años pasaron y Javier se convirtió en un renombrado autor, admirado por millones en todo el mundo. Y aunque enfrentó desafíos y adversidades en su camino, nunca olvidó el consejo de Lucifer:
—Debes perseverar en tu sueño y nunca pierdas de vista tu objetivo.
Así, Javier encontró la verdadera felicidad en la realización de su pasión, demostrando que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una luz que guía el camino hacia la redención.
Nelson Pérez, El Salvador
Editado: 25.04.2024