Camino entre las sombras de quien fui. No recuerdo mi nombre, no recuerdo quién soy.
Cae la noche y sigo el mismo ritual de siempre: Me quito la túnica y la espada y las escondo en un árbol. No las necesito.
Rezo una plegaria para que esta noche la diosa se apiade de mí. Sé que mataré. Sé que despertaré con el alba y mi boca llena de sangre y entrañas y que con la llegada de la luz, la culpa me sumergirá en mi propio vómito.
Cruel maldición arrastro. Debo encontrar al brujo que me maldijo, pero no recuerdo su nombre tampoco.
El sol ya se hunde en el horizonte. El hombre que soy huye y el animal surge.