Sólo tenía dos caminos por delante. Uno conducía a una destrucción segura, mientras que el otro ofrecía una oportunidad de supervivencia, pero también entrañaba graves riesgos. Había que tomar la decisión; cualquier vacilación podría resultar fatal. Cogí la empuñadura de mi espada y me armé de valor. Me volví hacia mi oponente. Mi corazón latía como una bestia contra mi pecho. Había decidido luchar.
El humo me envolvió y me hizo tocar el suelo en más de una ocasión. Mi visión se volvió confusa e incierta, pero no perdí el rumbo. Avancé sin descanso, protegiendo a mis hombres con mi cuerpo. Sentí las flechas clavarse en mí. La batalla fue sangrienta e implacable. Cuando todo terminó. Vi cómo los arroyos de agua roja salían de la ciudad, dejando atrás la desesperación y el dolor.
Fin
Nelson Pérez (Nelson Relata)
El Salvador
Editado: 26.02.2024