- ¿Quién viene?
- Parece un sobreviviente, seguramente viene armado.
- Cuando se acerque más y pase por el tronco seco, dispara a matar.
La hermana mayor sacó la punta de la escopeta por la rendija en la pared, apuntando a la cabeza del intruso.
- Trae gafas de sol y gorra, mejor apunta al pecho.
La pequeña deba las órdenes como un sargento y su hermana obedecía; era mejor estratega. En cambio ella tenía una puntería envidiable y sangre fría para eliminar a los intrusos. Calidades que las habían ayudado a sobrevivir después del desastre mundial. Refugiadas en aquella cabaña en medio del bosque, donde afortunadamente, de vez en cuando, llevaba alguien perdido, en busca de refugio.
- ¡Ahora!- ordenó, los disparos dieron justo en medio del pecho del hombre, cayendo instantáneamente muerto entre las hojas secas. Salieron las hermanas celebrando su victoria.
- ¡Qué suerte, las gafas no se rompieron! - Exclamó la mayor mientras se ponía su nueva prenda. - ¡Vamos a recoger las ramas hermana, que hoy tenemos banquete! - Ordenó la pequeña con tono de triunfo.