- ¿Y cómo se conocieron el abuelo y tú?
Preguntó Maura, mientras sacudía el polvo del cuadro con la foto donde se podía distinguir aun, en blanco y negro, las figuras elegantes de los recién casados. A Maura pasar las vacaciones en la casa familiar del campo, con la abuela, no le hacía mucha gracia, pero definitivamente no le quedaba de otra.
-Cuando yo conocí a tu abuelo tenía más o menos tu edad.
Respondió, esperando la reacción de la nieta. Por eso hizo una pausa antes de continuar la historia.
- ¡Mi edad! Abuela, no estarás exagerando.
- Si, tu edad, y él cinco años mayor que yo. Fui con mi papá a regañadientes a ver un partido de futbol. Imagínate, cuatro hembras y yo la mayor, me tocó todo lo del hijo varón que buscó y buscó y nunca tuvo.
-Mejor que ser hija única, créeme, entonces si te toca todo- dijo en tono de protesta Maura.
-Entonces, lo vi por primera vez, corriendo como un demente detrás del balón. Alto, trigueño, musculoso, sudado.
-Pero abuela, no eras fácil. ¿Y qué hiciste?
-Bueno, nunca más me perdí un partido.