Anoche soñé contigo; y entonces me pregunté, ¿realmente es inconsciente, el inconsciente?
Se supone que los sueños son algo involuntario, y que las personas que aparecen allí es porque están almacenadas en nuestra mente.
Pero, he comenzado a creer que, al menos mi inconsciente, no es tan inconsciente. Mi inconsciente es muy consciente, sabe muy bien qué es lo que está haciendo conmigo. Sabe muy bien la tortura en la que me ha puesto, y me temo que no va a cesar ni pronto, ni en el futuro.
Se ha dispuesto a arruinar mis noches, quitándome la paz, atormentándome con tu presencia. Me ha estado perturbando tanto, que incluso ahora es como si mi alma estuviera resistiéndose, pues incluso en mis sueños te rechazo.
Tu silueta se presenta en el apogeo de la madrugada, en un ritual macabro donde se hace ver dulce y cálida, intentando envolverme en recuerdos que ya murieron o procurando crear nuevos, como si nada hubiera pasado, pero lucho con todas mis fuerzas. Lucho por ser libre de las cadenas a las que me ata.
Por la mañana despierto con un sabor amargo en mi corazón, porque me doy cuenta que la espina envenenada que clavaste en mi, aún no se cura.
Es así entonces, como pasan mis días. Vivo con el temor de volverte a encontrar en el único lugar donde puedo ser yo, donde puedo ser feliz.