¿Alguna vez has estado recostado en tu cama sin poder moverte ni hablar, sintiendo que alguien o algo te está observando desde el punto más obscuro de tu habitación, y no poder hacer nada, más que sentirte aterrado?.
Si alguna vez te ah sucedido. Entonces probablemente sabrás que la razón de que esto pase, es por la famosa parálisis del sueño. Un fenómeno que aún que muchos piensen que se trata de algo paranormal, no es más que una sensación provocada por tu propio cuerpo.
Pero, ¿que pasaría si te dijera que hubo una persona a la que esto no le pasó por obra de su propio cerebro? Si no que, por el contrario, a esta persona, más concretamente a un niño, si lo acosaba algo por la noche.
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Nuestro protagonista de esta historia, es un niño de ocho años llamado Oscar. Él y su madre acababan de mudarse a una casa en la cual podrían vivir cinco personas. La casa tenía una gran oferta, razón por la cual la madre no dudo en comprar aún cuando realmente era grande, y muy descuidada.
Durante la mudanza, el pequeño de ocho años se la paso explorando absolutamente todas las habitaciones, incluyendo el gran sótano. Sin haber encontrado nada más que muebles sucios y ratas.
En poco tiempo, la casa se volvió un lugar acogedor y agradable para la madre y el pequeño. Pasaban todo el día haciéndola más un hogar donde los dos reían y jugaban.
Y durante una semana todo parecía haber estado tranquilo. Sin embargo, toda esa paz acabaría muy pronto
Justo en la madrugada de la segunda semana que llevaban ahí, el niño y la madre dormían cada uno en sus habitaciones. El silencio se hacía presente en toda la casa, la luz de la luna que entraba por la ventana, alumbraba el pasillo del segundo piso, que a su vez, daba iluminación a la habitación del pequeño, donde este dormía. La puerta se encuentraba un poco abierta, para que la habitación no estuviera a obscuras.
Oscar se encontraba en la fase de sueño más profunda. Dormido bocarriba mientras su vista, si abriera los ojos tendría un ángulo perfecto hacia su puerta.
Junto a él, había un despertador que indicaba que faltaba un minuto para las tres de la mañana. Entonces cuando finalmente el reloj marco:
3:00am.
Sus ojos se abrieron de par en par. Totalmente inmovilizado, trato de girar su cabeza, trato de mover sus manos, sus piernas, todo. Pero no le era posible. Lo único que podía mover, era su dedo mequiñe, pero esto no era suficiente.
Desconcertado, empezó a mirar lo poco que podía a su alrededor. No comprendía la razón por la cual no podía moverse. Se sentía asustado. Trato de llamar a su madre, pero por más que se esforzaba, no salía palabra alguna de su boca.
Miro su puerta. Una vez que noto que esta se cerraba lentamente, le recorrió un frío por todo el cuerpo, luego una lágrima se dejó vez en su mejilla. Su rostro reflejaba temor al ver aquel movimiento.
Cuando la puerta se cerró por completo, el niño asustado cerró los ojos, imaginando que solo era una pesadilla, y que pronto despertaría.
Le costó mucho trabajo, pero finalmente volvió a quedarse dormido.
[...]
A la mañana siguiente, el niño despertó lentamente. Miro a su alrededor y se dio cuenta de que esta vez podía moverse, luego miro su puerta, y esta estaba abierta como su madre la dejaba todas las noches.
Estuvo a punto de levantarse, pero su madre entró a la habitación con una sonrisa en el rostro. Aunque cuando ella se dio cuenta de que su hijo se veía nervioso, se acerco a él para preguntarle lo que sucedía. Oscar le contó todo lo que pasó esa noche, a lo que su madre respondió:
—No te asustes cariño. Solo fue parálisis del sueño. Tu cerebro esta despierto, pero no tu cuerpo, por eso no puedes moverte. Y el miedo te hizo ver cosas, sueles tener alusinasiones. Pero no es real.
El niño aún se encontraba asustado, pero la madre trató de hacerle entender que no había nada que temer, que no le haría daño, y que no volvería a repetirse
Error
Esa misma noche, volvió a pasar lo mismo. Cuando el reloj marcó las tres de la mañana, Oscar despertó sin poder moverse, sin poder hablar, y con más temor que la noche anterior
El niño temeroso miro hacia la puerta, esperando que no se volviera a repetir la acción de anoche. Y para su desgracia, volvió a pasar.
Esta vez, Oscar no cerró los ojos. Recordó lo que le dijo su madre y con valor, decidió mantener los ojos abiertos, pero esa tranquilidad no duro demasiado, pues cuando su vista se acostumbro a la poca luz de la habitación, pudo notar en una de las esquinas a una persona de pie, más concretamente, frente a la puerta de su habitación.
No lograba distinguir quien era. Tampoco podía ver algún rasgo que le ayudara a identificarlo, solo sabía que en la obscuridad, había alguien observándolo fijamente.
Casi treinta minutos se mantuvo con la mirada fija hacia aquella sombra. Oscar no sabía que hacer, empezó a temer cerrar los ojos, pero sabía que eso le había funcionado la primera vez.
Y antes de que cerrará los ojos, intentó nuevamente mover los brazos. Casi milagrosamente, su brazo derecho se levantó apenas unos centímetros, pero cuando lo hizo, algo horrible pasó.
La silueta que estaba de pie en la puerta, comenzó a avanzar hacia el pequeño, pero no de una forma normal. La figura se retorcía exageradamente, provocando un ruido espeluznante de su cuerpo por el movimiento.
El pavor se apoderó del niño, quien rápidamente cerró los ojos, repitiéndose así mismo en su mente:
No es real
No es real
No es real...
No volvió a abrir los ojos, aún más asustado trato de dormir, lo cual le costó mucho más. No podía escuchar el irritable sonido que causaba el caminar de esa persona. Así que eso lo mantuvo tranquilo, hasta que volvió a quedarse dormido.