Hace un año atrás, cuando te vi.
Y pensar que hace un año atrás mi mirada chocó con la tuya mientras tú bajabas del tren y yo lo subía para emprender un viaje hacia lo desconocido.
Todavía recuerdo tú belleza, tu cabello largo atado callando en cascada, tus labios rosas, tus manos agarrando un libro que solía envidiar.
Nuestras miradas inesperadas se tocaron y lo único que me quedó de ti (hasta el día de hoy) fueron tus ojos verdes, esos ojos verdes pradera que me consumían en unos segundos. Jamás pensé que necesitara tanto tus ojos, necesitaba tanto ese bosque para vivir, para respirar, para sonreír.
Desde ese momento no te he olvidado y muchas veces has cruzado a este viajero pero sin notar su presencia y mi corazón te pidió (y quizás te sigue pidiendo) a gritos, en esa parada, que lo lleves a viajar por el mundo, por tu entorno donde quería (y quizás todavía quiere) girar por la eternidad...