Fue entonces que a poco me convencí de necesitarte, de verte una ves más. Por las noches no podía dormir ya que mi cerebro no dejaba de proyectar tú linda sonrisa (que de costado muchas veces veía).
Nunca sabrás la obsesión que tenia mi corazón por gritarte:
-¡Llevame en tus brazos, llévame como a ese libro que abrazas!- como envidiaba ese libro.
Tu sonrisa tan blanca y perfecta, tan reluciente y encantadora, tan... Tan hermosa. Eres tan perfecta para mis ojos, mi razón sigue sin comprender como puede existir la sublime perfección en ti.
-¿Como me puedo olvidar de ti desconocida de labios rosas?- una pregunta que me repetía sin cuerdas.