Y supongo que siempre llega ese momento en la vida, donde te sientas a analizarte, a mirar en lo que te has convertido y te asustar ver lo que eres y en quien te has convertido, solo miras atrás, a lo que eras... y te preguntas:
¿En qué momento cambió todo?
¿Cuándo y qué te hizo convertirte en la persona que eres ahora?
¿Qué decisiones estuvieron buenas y cuáles no?
Entonces comenzamos a cuestionarnos, las cosas que pudimos o no haber hecho, que si lo hubiésemos hecho de forma distinta quizá, y sólo quizá, todo sería distinto. Queremos volver a ser pequeños, a no tener preocupaciones, a estar ignorantes del mundo y todo lo que en este pasa y vivir en nuestra pequeña burbuja de perfección cuando a nuestro alrededor se desenvuelve un caos enorme del cual no nos percatamos.
Llega ese momento donde sentado, te preguntas ¿Qué será ahora de tu vida?, ¿Qué harás o donde estarás luego?, estás en el limbo, perdido sin saber que hacer, preguntándote ¿En qué momento tu sonrisa se volvió forzada?, ¿Cuándo ya no sabes diferenciarla de una genuina?, ¿Cuando es qué comenzaste a sentirte vacío y sólo?...
Quizá fueron cada una de las personas que pasaron por tu vida, que la marcaron de una forma u otra sin darse cuenta. Las personas siempre dejarán marcas en ti, marcas emocionales que algunas veces sanan rápido y otras veces queda una herida abierta de por vida, que nuca cicatrizará, que cada vez que la recuerdes dolerá igual que la primera vez.
Llegará ese momento en la vida donde crecerás y te darás cuenta que no hay rosas sin espinas, y que muchas veces tendrás que cruzar espineros completos para llegar a un objetivo, porque nada es fácil, y si es fácil.... pues no vale la pena, o no lo valorarás lo suficiente.