Escritos del Corazón

CAPITULO 1

AARON O'CONNOR

Los balbuceos por los pasillos ya eran un día a día, mi día a día. La gente suele hablar mucho, tiende a especular sobre las personas, dándonos a entender que una de las cosas más importantes para el ser humano es hablar de los demás. Una existencia triste y sin propósito alguno más que hablar, difamar e inventar. Somos seres sociales y es entendible, pero meterse en la vida de los demás ya era bastante, en un instituto donde el dinero que tengan tus padres o que herede es importante, eso era un día a día, el interés corría por las venas de cada una de las personas que caminaba por los pasillos de YU College.

Esta vez los susurros y murmullos eran mayores, al parecer algo estaba por pasar o estaba pasando, miré mi reloj y faltaban 15 minutos para iniciar clases, abrí mi casillero, saqué la corbata que tenía allí guardada porque los vestidores siempre me incomodaban, al estar rodeado de tantas personas en un solo lugar. Me acomodé la corbata como pude y sentí un golpe en la espalda.

—¿Ya sabes las nuevas noticias? —. Se acercó Marcus hacia mí, apoyándose sobre los casilleros de mi costado derecho, tenía un poco desorganizada su cabellera castaña y me sonrió.

—No creo que se haya enterado tan rápido —intervino Santiago, quitándose el arete que llevaba en su lóbulo—, recuerda que esta noticia es relativamente reciente.

Estaba confundido, no sabía de qué noticia decía enterarme y por qué era "relativamente reciente", pero ya sabía que algo había ocurrido y por eso la gente hablaba más de lo normal, solo hacían eso cuando algo era o muy malo, o muy bueno, o que fuera de interés general.

—¿De qué debería enterarme? —pregunté y cerré el casillero, giré sobre mis talones para mirar a las personas que iban caminando hacia sus respectivas aulas.

—Hay una chica nueva —dijeron al unísono el rubio y el castaño.

—Espero compartir por lo menos una clase con ella —opinó Marcus mientras se acomodaba la corbata, ajustándosela al cuello—, dicen que es hermosa y que es extranjera.

—Tú solo piensas en quién llevarás a la cama —. Santiago era bastante directo, no se guardaba nada y solía ser bastante crudo cuando lo hacía. No pude evitar soltar una carcajada, el castaño solo rodó los ojos y bufó un poco.

—Dejemos de lado la vida sexual de Marcus, ¿ya saben cómo se llama o por lo menos de dónde viene? —indagué porque sí, me intrigaba saber cómo era, de dónde venía y si por lo menos me le podría acercar.

—Es mejor que te enteres tú mismo —musitó Santiago mientras acomodaba el abrigo vino tinto del instituto—. Cambiando de tema, ¿Cassandra no ha llegado? —. Miró un momento su teléfono y suspiró.

Era cierto, Cassandra podría ser lo que sea, pero impuntual nunca, miré por los pasillos y no había ningún rastro de la pelirroja, Marcus puso su brazo alrededor de mis hombros y me invitó a caminar hacia el salón de artes, allí estaba Cassandra, la persona a quien consideraba una amiga muy cercana, mi mejor amiga. Está hablando con otras chicas que tenía a cada lado.

Suspiré por un momento por saber que sí estaba en el instituto, me daba alivio y satisfacción ver que se encontraba bien. Me senté en el escritorio del maestro y me abrí el abrigo, miré alrededor y el salón estaba despejado, las sillas estaban organizadas a manera de U y en frente de estas unos caballetes. La clase de arte podría llegar a ser un poco fastidiosa, ya que teníamos tres horas de esta materia en un solo día. Había ocasiones en que de verdad me gustaba, y era cuando íbamos al salón de música, me encantaba tocar la guitarra y el piano, eran como mis puntos fuertes con respecto a la clase de arte.

Mis padres nunca fueron partidarios de que yo tocara instrumentos, preferían que me quedase en el mundo del deporte, natación, fútbol, rugby, o atletismo, cualquier deporte estaría bien, mientras me dedicara a eso. En mi casa hay un piano y una guitarra, pero porque mis padres decidieron que así nuestra familia podría parecer un poco más distinguida.

Escuché la campana sonar y me bajé rápidamente del escritorio, acomodé mi abrigo y me acerqué a Cass que se había separado de sus amigas. Le di un beso en la mejilla y la abracé.

—Buenos días, Cass —dije sonriendo y parándome a su lado, Marcus y Santiago entraron y se pararon frente a nosotros.

—¿Por qué no viniste a saludarme antes? —reclamó entre dientes la pelirroja, abrazó mi antebrazo y se aferró un poco a él—, gag... cuánto odio esa clase, pero es la única que compartimos...

—Lo siento, no quería interrumpir —aclaré un poco mi garganta y le di una sonrisa de medio lado.

Miré al maestro entrar junto a una chica rubia, su cabello era rizado y hacía que el uniforme le resaltará. Se detuvo al quedar al lado del escritorio del maestro, su mirada escaneó toda el aula y luego miró al profesor.

—Buenos días, muchachos, hoy le daremos la bienvenida a una nueva alumna —anunció mirando a la rubia y se sentó en su escritorio.

—Buenos días, soy Emily Romanov y vengo desde Italia —. La rubia jugó con las cuerdas de su mochila—. Gracias por recibirme, espero llevarme bien con ustedes —. Devolvió su mirada hacia el maestro y este le apuntó que podía ir a sentarse.

—Bienvenida —. El señor Higgins se levantó, nos miró a todos y pasó sus manos por su corto cabello—. Pueden tomar un caballete y un lienzo, hoy harán una pintura libre, ya saben, por lo menos deben tener la mitad para el final de la clase —. Sacó unas llaves de su bolsillo y abrió la gaveta donde guardábamos todo. Obtuvo la pila de lienzos, la dejó sobre la mesa que había en el centro del aula y suspiró un poco—. Las pinturas están en el estante del salón, así que pueden iniciar, ya saben, si van a escuchar música utilicen auriculares —. Cerró la gaveta y se sentó de nuevo en el escritorio.

Marcus se acercó a mi lado y me dio dos codazos, algo suave, sonrió mirando a la rubia, se mordió el labio inferior por un momento, me limité a tomar el lienzo y a rodar los ojos por la acción del chico. Sí le daba la razón a Santiago cuando decía que Marcus era una persona que solo pensaba en las mujeres como objetos sexuales, culos, tetas. Nada más, todo pasajero. Sí, mi amigo era un puto profesional, estaba a punto de querer hacer un prostíbulo y él sería mi trabajador.




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