Número Nueve.

Tengo el corazón demasiado roto, es como si me hubiesen pegado un palazo que me tiró fuertemente hacia el suelo. Siempre miri el jardín, los parques y sus árboles, aunque solamente lo recuerdo a él: a nadie más. Me duele quitarlo de mi vida, ¿cómo lo hago? Cada vez que me enfrento al dolor, me ahogo mucho más en ese mar que las cadenas de mis sufrimientos se encargan de hacer, ¿cómo puedo confiar en alguien si ni siquiera me cuento las cosas a mí mismo? ¿Qué hago aquí? ¿Por qué pierdo mi tiempo en algo inútil? A veces siento que... Ya me cansé de todo, que no sé dónde queda mi lugar en el mundo. De vez en cuando, tengo miedo: muchísimo miedo. No sé qué carajos haré con mi vida. Siempre trato de relajarme, yendo al jardín trasero de mi hogar para sentir el frío de la brisa en mis mejillas, pero, lo único que encuentro, son más cortes en mi brazo: aún más errores que tengo que recordar, porque el estúpido de mí se quizo cortar en esos lugares. Y lamento si este apartado es muy, pero demasiado corto. Yo ya no sé qué es lo que siento, ni sé con quién quiero estar. Ya no sé en quién confiar: ¿todos y todas me romperán mi corazón?