Escritos del Corazón. | Edward O'sullivan.

Número Once.

Cuando estamos privatizados del mundo, no sabemos muy bien qué hacer. Es como si... Nos pudriéramos, como la comida. Ya cansa demasiado el no vivir, ya hemos entendido el concepto y no queremos volver a repetirlo. Queremos ser libres, poder disfrutar lo que nos queda de felicidad antes de irnos. Pero, en vez de eso, estamos realizando una serie de cosas que no tienen que ver con la vida humana. El exprimir tu cerebro, para luego encontrar algo allí que nos divierta, no es lo correcto. No sé cómo expresar todo lo que me afecta este encierro, sólo... Me afecta. ¿Dónde está la vida humana? ¿Dónde está nuestro afecto hacia las personas y demás seres vivos? Dejamos de sentir, ya no confiamos en absolutamente nadie. ¿A dónde quedó la humanidad? A mi punto de vista, la humanidad quedó muy perdida, en serio. Se le viene diciendo que se va a enfrentar a momentos bruscos, y, cuando realmente llega aquel problema, ¿qué podrá hacer ahora? La veo más callada que nunca, sin saber qué hacer ante tantas situaciones graves, mientras se pudre allí: dentro de su hogar, viendo cómo sus entrañas pierden el color y cómo cae en aquel pozo oscuro sin salida. ¿Qué hará ahora? ¿Cuál será su salvación? Todo lo demás es un gran y terrorífico misterio sin resolver. Nadie nos sacará de esta, porque nadie lo intenta. Si alguien hubiese hecho un verdadero esfuerzo, no estaríamos deprimidos aún. Hay tantas preguntas recorriendo mi cabeza, como, por ejemplo, ¿qué pasará con nosotros después? No sé si seguiremos viviendo, aún. En ciertas personas, la esperanza ya no vive. Se va así de fácil, como si el viento quisiera echar a volar cualquier hoja de un árbol y lo lograra en menos de un segundo. ¿En dónde nos hemos quedado?

 

Hay muchos sentimientos revolviendo mi ser en esta cuarentena, y, esto, hace que me sienta así de deprimido. No sé, siento que... Soy la víctima de este pozo oscuro sin salida. He perdido a una de las pocas personas que fue muy importante en mi vida, y ni los medicamentos podrán curarme del todo. Sinceramente, he cambiado bastante. Me volví una persona demasiado fría. Soy muy serio y cerrado con todos, no sé si ahora este ser será mi nuevo yo a partir de ahora. El dolor me ha hecho utilizar más la cabeza y menos el corazón y los sentimientos. Es raro que me sienta diferente y que quiera cambiar, pero bueno: la vida es así, lamentablemente. Ya no sé qué hacer ni qué decir, el pozo mismo me hace daño. Sus paredes tienen espinas, no puedo tocarlas ya que tienen veneno. No me queda otra opción que quedarme allí, observando si mi salvación llega en cualquier momento. Mis pensamientos sobre ello me matan y pudren lentamente, ¿qué es lo que debo hacer ahora para poder salvarme? Necesito ayuda, y mucha.




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