Las enormes olas en el mar de café impactaban contra aquel barco blanco, era una tormenta tempestuosa y por más que el capitán trataba de divisar tierra, sólo observaba una densa niebla.
El barco comenzaba a hundirse en el mar de café, poco a poco se acercaba la muerte hacia cada uno de los tripulantes… dejarían atrás familia y amigos, para aproximarse a una nada absoluta donde pasarían toda la eternidad sin saberlo.
Cuando el barco terminó estando bajo el agua, un objeto plateado formó una corriente trituradora la cual lo destruyó por completo.
—Eh...¿Señor? Pregunté...¿Sólo un terrón de azúcar? —Cuestionó la mesera nuevamente.
—Sí, uno está bien, gracias… perdón, me distraje.