Viendo por la ventana, lo observe.
Su cabello estaba alborotado por la brisa, llevaba ropa sencilla y desprendía una vibra relajante.
Se veía tan bien; caminaba de un lado al otro por la calle con el teléfono en la oreja.
Fruncía el ceño de vez en cuando y suspiraba.
Luego de un momento giro su rostro hacía mi, nuestras miradas se conectaron y su rostro se relajo.
Me dedicó una sonrisa que llegaba hasta sus ojos y después dijo “hola” sin emitir palabra alguna.
Imite su gesto y le sonreí.
No pude evitar perderme en su mirada, esa mirada que me inspiraba tanta curiosidad.
Por mi mente pasaron miles de preguntas.
¿Qué le gusta, que le desagrada?, ¿Quién es, quien quiere ser?
Pasaron tantas preguntas que llegue al punto de querer conocerlo como nadie lo ha conocido.
Simplemente no quise dejar de verlo, quise entender porque no salía de mi mente, porque cada una de las mariposas de mi estomago hacían fiesta cuando escuchaba su voz
Solo quise entender porque mi corazón parecía querer salir de mi pecho cuando estaba a unos metros de distancia.
Solo quise entender.
Alexka Aranguren
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escritos cortos, versos y poemas, escritos del entorno de la vida
Editado: 16.07.2021