Alex esta sentada mirando hacia abajo, sopesando el peso de sus acciones, sintiendo el frío chocar con su rostro, con sus dientes castañeando por ello.
Alex esta sentada sobre el frio metal de la baranda del único puente de su ciudad; el puente Velmont.
Abajo de este hay una autopista muy concurrida, la misma autopista que arruinó su futuro como bailarina, la misma autopista donde hace sólo siete meses casi pierde la vida, la misma donde planeaba perder la vida esa noche.
Detrás de Alex hay un hombre que grita que baje de allí mientras corre hacia ella, pero Alex no lo ve, pero Alex no lo escucha.
Alex es sorda, desde hace siete meses.
Alex ya no baila. Ni ríe. Ni habla.
Alex cree que ya no hay nada que valga la pena el sufrimiento.
Ya es la tercera vez que que Alex intenta suicidarse.
La tercera es la vencida piensa Alex.
Su padre cree que esta con su amiga Amber, su amiga Amber cree que esta con su novio Logan, su novio Logan acaba de terminar con ella.
Adam ya conoce a Alex. Adam es profesor de lenguaje de señas.
Alex no quiere aprender lenguaje de señas. Alex solo quiere morir.
Pero Adam, Adam no va dejarla.