Escucha mi silencio

Capitulo 8

De una manera u otra comenzaba a acostumbrarme.

 

A medida que los días pasan había finalmente caído en cuenta de que la bondad de Adam no estaba disfrazada de nada más que curiosidad. Me había quedado más que claro que él no sentía pena por mi, como lo creí en un comienzo.

 

Hace unos días me confesó que al leer la nota se vio reflejado a si mismo y que ahora pretende ser para mi esa persona que el necesitaba en su momento y no estuvo.

 

Durante el tiempo que llevo viviendo con él había comenzado a sentir el sabor de la vida en pequeños actos que luego del accidente se veían inapetecibles e insulsos. Si bien mis momentos de libertad plena son escasos, por no decir inexistentes, intentaba seguir las recomendaciones de Adam, a quien a este punto creo poder considerar un mentor y un amigo, alguien de verdadera confianza.

 

Adam no es perfecto, pero definitivamente esta más cerca de serlo que yo. Tiene varias manías extrañas a parte de las de limpieza, por ejemplo tal parece ser que odia los patrones repetidos. Motivo por el cual toda su vajilla es diferente entre si al igual que la pintura de las paredes de los cuartos son todas diferentes en tonos apenas imperceptibles, lo mismo ocurre con las cortinas o sábanas. De alguna forma me parece gracioso.

 

También descubrí que tiene un gran talento por la cocina y, últimamente, ha estado intentando cultivar el mismo en mi, sin mucho éxito cabe destacar.

Pasar las noches cocinando y aprendiendo sobre él había logrado lo impensable, ya no me sentía tan sola. Casi como si él fuera verdaderamente capaz de sentir lo que yo sentía. También pude notar que aprendió a distinguir mis días buenos y mis días malos, aquellos en los prefería encerrarme en mi misma, aquellos en los que él menos se alejaba de mi lado.

 

A parte de haberle tomado un cierto gusto a la cocina y aprender recetas nuevas, había comenzado algo nuevo, pintar.

 

Jamás en mi vida había tocado un pincel hasta hace un par de días, el día exacto que se cumplio un mes de estar viviendo con mi guardaespaldas personal, como lo había estado apodando últimamente. Yo ni de broma habría recordado la fecha de no ser por él, quien me trajo en ¨celebración¨ una caja de pinturas acrílicas, unos cuantos pinceles y un caballete que segun él ya tenía.

 

Me dolió darme cuenta que pintar sin rumbo en específico creaba en mí una sensación similar a la de empezar una nueva coreografía. Y así, en solo dos días ya había comprado cuadernos, acuarelas y lienzos y en solo una semana me encargue de convertir el sucio depósito del departamento en un pequeño lugar donde poner el caballete y poder relajarme.

 

Los colores vivos sin sentido y mis intentos por crear cosas nuevas habían servido como un bálsamo para mis heridas abiertas, supe entonces que estaba por el camino de encontrarme a mi misma.

 

Quizá en poco tiempo podría volver a sonreír de forma sincera, quizá en unos meses podría no pensar en acabar con mi propia vida más de unas cuantas veces por semana. Pero prefiero no adelantarme, por ahora solo buscaba una forma de demostrarle a mi compañero de vivienda lo mucho que significaba para mi todos los esfuerzos que hacía día a día por mi salud mental, debe de haber algo, lo que sea, que pueda hacer yo por él.

 

Necesito lograr  que se reconcilie con su hermana.

 

No tengo idea de que fue exactamente lo que ocurrió, pero sabía que este mismo fin de semana su segunda hermana, Vanessa, iba a contraer matrimonio y al parecer él sigue renuente a ir.

 

Gracias a las redes sociales había logrado averiguar bastante sobre su familia, pero nada que me fuera a ayudar para convencerlo de ir. Tal parece que no se ven desde hace dos o tres años.

 

La boda sería el sábado, pero si quería llegar a tiempo debo convencerlo de ir antes del viernes, son más de dos horas en auto y ni siquiera se si tiene traje.

 

Volviendo al presente, Warren emprendía el camino de vuelta al departamento de Adam luego de haber ido a comer a lo que el llamaba ¨El restaurante con la mejor la mejor pasta del mundo¨ Debo admitir que me pareció una pena tener que pedir un plato de pasta habiendo tantas cosas interesantes en el menú, pero luego de probarla he de decir que valió la pena.

 

Había salido en más de una ocasión con el alborotado chico, es bastante agradable e interesante, sobre todo cuando se entusiasma sobre pequeñas cosas como la pasta o las computadoras. Era como verme en el espejo cuando era pequeña, llena de esa alegría y ganas de indagar en un tema a fondo, casi como un niño. De alguna forma había logrado que quiera salir de nuevo, a menos por pequeños periodos de tiempo.

 

Me avergüenza un poco decir que incluso cuando me mostró la fotografía de su año aún así no pude reconocerlo de esa época. ¿Cuantas personas habré pasado por alto en mis mejores días, pensando que estaba por encima de otros? Supongo que son los golpes de la vida los que te bajan del pedestal.



#44313 en Novela romántica
#7192 en Chick lit

En el texto hay: depresion, romance, drama

Editado: 19.02.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.